sábado, 30 de diciembre de 2017

Lontananza remota o "Chispa".


   Afilados, me persiguen.

   Entre las fibras de mi
cabellera, medio fuego, medio tierra,
y yo me escabullo por entre
todos los rincones y sombras que
de mí conozco
mucho más que tú.

   Reconozco, cuanto más pasos doy
en la distancia,
el tamaño real de la estructura del
conocimiento que
sobre mí posees, y del mío
acerca de tu totalidad.

   Me golpea levemente
el viento en el rostro, a gran velocidad
nuestras partes; momento que
debí utilizar para buscar el
porcentaje que yo, a su vez,
te pedí minutos antes.

   Repentina evocación.

   Sigo huyendo, haciendo uso de todos
los trucos de gato que,
con los años,
fui adquiriendo, y me deslizo entre las
sombras, generando aquello que tú llamas
silencio.

   Me manché un poco en este,
mi confín,
cuando por fin liberé la mano...
cuando por fin liberé la venda,
tendida ahora en
en la mano del viento.

   Debido a la lejanía en tiempo
reluce al sol de invierno todo el deterioro
y todas las pequeñas grietas que dejé
que se formaran sin reparo;
yo, tonta, escondí hasta el más mínimo
sangrado.

   Supervivencia lo llamé después.

   Nada de momento es firme
bajo mis pies ni detrás de mis manos;
todo lo dejo caer y lo miro caer,
y lo observo estrellarse cada noche
para despertarme otro día
encontrándolo entero de nuevo. Pero menos fuerte.

   Quizá mas tarde nos encontremos
y no me reconozcas. Quizá ni siquiera yo
me reconozca... y creo que eso
me haría la persona más
feliz; quizá
puedas quererme de todas formas.

   Sospecho la probabilidad de
este hecho, y
una parte de mí se burla de la incoherencia
mientras otra hierve de anhelo.
   Ambas saben, ya no estoy para
juegos.

   Todo a mi alrededor va a arder.

Aprender a ronronear.


   Tengo entre mis piernas
el calor de un minino herido de
faltas de tiempo.

   De faltas, en el tiempo,
de mi presencia. De mis cuidados,
así como de mi afecto.

   Regresé tras 152 jornadas
y sólo después, sólo mientras,
aprendí cómo sanarte.

   Sanarte de mi propio daño,
agravio a tu incondicionalidad.

   A través de la pérdida del temor
siendo casi experimento de tu
propio futuro trato.

   Amoroso, como quien ama un árbol.

   Ahora quiero hacerte compañero
de este viaje de amor propio 
que embarco.

   Es una promesa.

   Meramente tú, 
en tu silencio de palabras,
comunicación en trinos.
   Y yo.

   Aprendiendo a ronronear
juntos.

La naDa.


   Es la misma cascada de ruidos
que dejo deslizar de nuevo en mis oídos.

   Porque ella me dio la pista,
y merece su espacio repetido tantas veces
como sienta que me va a revolver
la boca.

   En los días de la nada,
donde prima el sol o la luna,
no hay más que ser...
e incluso esta pista quizá no sea más
que una prueba.

   Las órdenes son:
sencillamente flota, y nada debe interrumpir.

   Hasta que el centro vuelva
y se torne inamovible;
hasta entonces, no hay más
tarea.


viernes, 29 de diciembre de 2017

Ba-cía.


   Cuando desperté
encontré que me hallaba
varada
en medio de unas
rocas, y con apenas
unas olas hidratando mi cuerpo.

   Observo con levedad
el aire,
si es que acaso se pueda,
sin más ejercicio
que un respirar acompasado, y
el azote del aire
en pestañeos.

   Hace un tiempo ya
que comencé a notar que
el rumbo era indeciso...

   Me había alejado tanto
para poder oír mi propio canto
de entre mis contiguas.

   Me alejé tanto
para dejar de oírlo todo.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Paseo interestelar.


   Aún sigo surcando nubes,
como si no hubiera terminado de bajar
arrastrada inevitablemente por la
gravedad...
ya sea de la tierra, o del asunto.

   No estoy a horas de diferencia,
ni a kilómetros. Estoy
a años luz,
tal como he sido hace
tanto.

   Y otra vez
el sonido ordenado
reboza mi pecho en melancolía.

   Y otra vez, nadar allí es
lágrimas esencias de mí, y no
la muerte como yo creí todos estos años atrás.

   Tengo el tiempo corriendo veloz
en la palma de mi mano,
y no es importante que no trate de
apresarlo; es más,
observarlo caer es hipnótico.

   Quiero correr lejos, y sé que puedo.

   Quizá por eso...
quizás sea eso lo que me frene. Que
realmente siento que soy capaz,
pero hace tanto no lo soy
que titubeo.

   Y esta vez creo que
ninguna palabra que nazca
del embrujo de
cupido
podrá frenarme.

   Ya veremos cómo vuelvo
de este largo paseo interestelar.

   Porque creo que el pecho está
implosionando, y,
después de la luz cegadora,
sólo habrá polvo de estrella...
y un largo silencio.

martes, 21 de noviembre de 2017

Amar como niños.


   En el reflejo virtual
del golpe de amor primero,
en el estallido mismo del
recuerdo, supe;
que no creció la forma en que
lo veo.

   Y otra vez soy una niña con
el pelo largo como un hada,
y la ingenuidad, y el romanticismo oscuro y
húmedo, contemplativo,
introspectivo,
interno...
a flor de piel

   El saberme mía,
el saber que todo el tumulto estomacal
es mi secreto, y mi tesoro...
y jamás entregarlo por entero
de una vez,
sino, tal vez, darte una flor un día,
espejo de mi entero afecto al desnudo,
y ser fantasma los seis restantes.

   Me siento derramada
con el aceleramiento adulto.

   Ya no hay tiempo para los procesos;
ya no hay tiempo de plantar semillas
y sencillamente regar
y esperar.
Sin sexo, sin labios ensalivados...
sin respiraciones histéricas y carne caliente en
las manos.

   Ya no hay tiempo de amar como niños:
desde el compartir las experiencias;
desde el jugar con uno mismo, en compañía.
En su compañía.
Desde el deleite de contemplar al otro
sin invasión física.

   Amar sin compartir, al principio,
el gozo íntimo de amar,
por primera vez,
a otro que no eres tú.

Bomba de humo colombiana.


   Aunque el piso de arriba
comprenda,
mi engranaje echó humo
cuando tu presencia pudo haber sido
perfectamente
un holograma de
una conversación ajena.

   Y no sé si comprender este acto
como un derrumbe, o si
aquello fuiste tú
colocando la primera piedra
sin saberlo.
(Para un muro o para un reino)

   Hoy, tras la barrida caudalosa
de la tormenta nocturna que ayer
azotó nuestra estructura,
vi claro, sentí claro,
lo esencial y sin sentido de tu realidad
en mi presente.

   Aunque hoy fueras un fantasma,
una bomba de humo colombiana.

   En el momento en que rugió
tu marcha
se me cayó un trocito del corazón
al piso; espero
que aquel que había resultado
dañado contigo.

martes, 14 de noviembre de 2017

Tin-tineo.


   Una burbuja de nube
en tu mejilla;
dentro.

   Salpicado de motas
canela, el contorno inferior de
tu mirar
casi seguro.

   El tintineo en tu timbre,
liviano, pequeño y
soprano.

   Son fragmentos que
aparecen, y que me desaparecen
por instantes.

   Y me alejo, entonces,
unos pasos,
para contemplarte entero.

   Y me acerco, entonces,
otros pasos,
para mirar tu adentro.

   Asumo ser sencilla
e ingenua en mi
d-escribirte.

   Este poema es tan
cristalino
como un arroyo recién nacido.

   Porque así te veo,
y así te quiero
ver.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Salto al vacío.


   Lloré mi mayor verdad a moco tendido
deslizando palabras virtuales
desde un latido hace años hecho trizas.

   Y sin embargo, luego de pulsar enter,
me sentí en paz con mí... conmigo.

   Aborrecí ser formal y atada como fui siempre,
y decidiéndolo entre toda la sal que me
encharcaba las mejillas,
vomité una papilla con olor a años de ausencia.

   Ausencia de mí, y de vosotros en mí también.

   He buscado toda mi vida esos giros que marean,
me he trepado a las alturas para aterrorizarme
en mi propio vértigo,
sin saber, sin querer ver, que está en vosotros
mi dragón más temible.

   Esta noche, os enfrento con mi espada
y la capa de la distancia, siendo, tal vez, cobarde este hecho.

   Y sin embargo, todavía tiemblo como si tuviera
nueve años.
 
   Ignorar qué será después de la lectura de mi erupción 
genera en mi centro un chisporroteo interno que me salpica de luz,
de posible esperanza;
su batir me susurra, aun cuando las pestañas me pesan
tras el baño de mar.


   Quizá esta noche pueda descansar.
   Y quizás pueda, tras hoy, también todas las demás.

viernes, 27 de octubre de 2017

A golpe de témpano.


   Tantas veces se me olvida
que el hielo también
quema.

   Hoy lo recordé
cuando me abrazó el pecho.

   No,
cuando me abrasó.

   No fue un adiós,
fue tan sólo un momento.

   Me pregunto ahora si,
tal vez,
el último de tan airadas
respiraciones.

   Hoy aprendo que
a golpe de témpano
se destruyen
castillos de naipes.

   Aquellos que son
más fuertes
que nuestro yo más frágil.
 
   Y con gratitud acepto que,
otra vez,
yo no pude.

viernes, 6 de octubre de 2017

Cuando el cuerpo dice y uno escucha.


   Estoy a la espera
de un silencio grato,
y del valor para
enfrentarlo
tras tantos días aparcados
mi pluma y mi tintero.

   En lo temprano
de un día de despejado parecer,
me senté en lo alto
del constructor de artistas
para observar la puerta
del este.

   Ayer me di cuenta
de que no quería volver;
ayer me di cuenta
de porqué me había ido.

martes, 5 de septiembre de 2017

Fuego e hielo.


   Tarde me doy cuenta,
tras el velo de un recuerdo
nublado,
recuerdo nacido tan sólo
un instante atrás.

   Tarde soy consciente
de que fue fría mi apariencia
ocultando chisporroteos.

   Tal vez, si se fijaran
más detenidamente en mis ojos
verían que ardo por dentro.

   Creo que fue un error
sentarse delante de la puerta
pues a cada figura
le pongo tu nombre
y disperso mi centro.

   Hay horas en las que
cruzar la gelidez hacia afuera
me aterra, no vaya a
resbalarme en mi hielo
y no sepa volver;
de nuevo.

   Esperar se me antoja
terrible, cuando estoy mal colgada de mí.

   Pero, ¿qué espero
si no encontraré reposo más
que en mi propio
devenir?

   ¿Cuántas veces
me lo tengo que repetir?

Equivalente a tu fumar incesante.


   En la oscuridad, aún
siendo de día,
una barra de chocolate tras otra
y la misma canción lenta
en bucle
y me di cuenta de que no estaba
tan lejos de tus
cigarrillos.

   El ruido interno al masticar,
esa sensación de saciado insaciable,
musical,
físico,
vital.

   No sé si sería más fácil dejar que
el silencio y el hambre me
engullan, así como
yo intento tapar todo el peso de
la nada con sus
opositores.

   Muchas veces me pregunto
cómo voy a vivir de mayor.

   Muchas veces,
si lograré sobrevivir sin estos momentos
necesarios de nada. De huir.

   Cambiados por facturas que pagar
noches sin dormir,
y esta compañía incesante que debo
hacerme a mí misma
y que tantas veces
olvido.

   Y ya no creo que sea una
cuestión de pereza.

   A la princesita creo
haberla matado ya.

   Y sin embargo, si
ya no es eso,
entonces ya no encuentro una razón;
y el peso de esa ausencia
se suma al vacío que
ahora,
después de vomitar,
me llena.


lunes, 4 de septiembre de 2017

Vértigo.


   Otra vez,
con la maleza en los cabellos
y preguntándome
dónde fue que me dejé la brújula.

   Asomando mi cabeza
por encima de mi hombro
buscando loros coloridos
y olvidando por completo mi volar brío.

   Y cuando trato de huir,
sin querer salto al otro lado del río
en lugar de dejarme llevar
por la corriente.

   Y así,
de rivera en rivera.

jueves, 31 de agosto de 2017

Un pasito más.


   Fue bajo las humedades
externas que me encontré,
por fin, tras algunos días de bagabundeo
y de culpa.

   Y por primera vez
aunque la cabeza lo hubiera repetido
hasta la saciedad,
pude comprender.

   Que volver al centro
no es dejar de querer.

   Y que el miedo y la sensación
de obligación,
son los peores enemigos
para el desarrollo de un afecto.

   Sabía de este click,
pero nunca había escuchado el sonido.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Acompañando mudas de piel.


   Siempre me quedo mirando
tu aromática,
incluso cuando no está.

   Anoche hubo más tormenta
dentro,
que la que cayó en la ciudad realmente.

   Dentro de dos miradas verdosas
cuyos interrogantes se movían
más rápido que las lenguas.

   Podría haberse derrumbado todo,
que no era más que
cinco jornadas de intensidad.

   Pero bombardeaste tus muros,
y pudo llover
y calmar mi esfuerzo quemado.

   Y gran parte del temor
quedó sepultado bajo
el encuentro.

   Me hace inmensamente feliz
tener un compañero
en esta muda de piel.

   Tener la oportunidad
de volver a
aprender.

sábado, 26 de agosto de 2017

Todos estamos rotos.


   Y no se trata
de algo tan simplista
como el concepto
"pesimismo".

   Sino de la
verdad plena
del ser viviente y pensante.

   Nacimos nuevos
y nos rompemos
a lo largo del camino.

   Nuestra cabeza inconsciente
busca constantemente
evitar el quiebre,
pero está equivocada.

   No se trata de evitar,
se trata de curar;
hay que romperse, sanar
y permitir la rotura de nuevo.

   Porque así
funciona el crecimiento.

   La planta,
para ser tal,
primero rompió
la cáscara de su semilla.

En blanco, pero llena.


   Si me pongo a pensar
la pared se vuelve blanca.

   Siempre tratando de encontrar
las palabras, y ahora...
sencillamente es tan grande
que no tiene sentido.

   En este caso
quizá sea apreciarte como
a una majestuosa montaña.

   Como aquella en cuya ladera
moro.

   Fue como nadar en un lago
de Austria, de noche;
con cierto miedo,
pero sabiéndome existente.

   Da igual lo que diga,
todo me sabe a poesía barata,
y nada me llega
que me satisfaga
a la hora de
retratar este encuentro.

lunes, 21 de agosto de 2017

Silencio en el medio del ruido.


   Vine aquí a sentarme
con la esperanza de
atenuar
un poco el ruido.

   Pero esta gran ciudad
está empapada,
y los árboles no son
suficientes.

   Aquí hay verde de
mil formas
y quizás la singularidad
me distraiga un poco
del ensordecimiento.

   Me sorprende.

   Siento que, hasta
hoy, no he parado un momento,
zarandeada por el ajetreo
de la metrópoli.

   Buscando el silencio,
y cuando lo encuentro
se arremolina el ruido que
fui incapaz de oír,
a causa de este
mayor.

   Supongo que todos los
parques comparten
la misma invitación a la
intimidad.

   Y te envuelven, haciéndote
sentir como en casa;
en el mismo centro
de ti.

domingo, 13 de agosto de 2017

Diversos remolinos.


   Por dejar volar el centro
afuera,
y jugar con ese fuego,
me quemé.

   Y el día ya puede ser
el más hermoso,
que por mí ardería
toda la fe,
y gran parte de los hombres.

   Ya es la segunda vez
en esta misma jornada,
que adquiero azúcar en cantidades
que no suelo.

   Y ahora mi estómago
me recrimina.

   Cada día, desde que llegué aquí,
ha crecido una mala hierva
en mi pecho,
con cada mirada descarada y masculina.

   Y hoy, esa hierva se quemó,
y me hizo llorar.

   Porque era llorar o desatar la lengua
y con ello, tal vez,
por factor externo,
mi piel se tornara violeta.

   Prefiero vivir la tormenta
estando dentro de ella, si toca,
que andar persiguiéndome
por las esquinas,
como al conejo blanco.

   Este día tengo frío,
y calor y rabia,
y una advertencia en el dedo,
así como humedades en
los ojos.

   No quiero más condiciones,
y menos provinientes
de un poeta del aire
que se permite ser libre
¿pero no a mí?

   Aprender a decir adiós
a las cosas pequeñas
también es
importante.

jueves, 10 de agosto de 2017

Volver es en todos los aspectos.


   Tantísimas lunas han pasado
desde que escapó la
capacidad de que este halo existiera
y me acompañara en el vuelo de la pluma
que, lo siento,
pero no voy a renunciar.

   Me es igual que seas protagonista
y no quieras serlo,
yo ya dejé entrar al vampiro.

   No asumiré como mío
el miedo, cuando ya tuve ese fardo
constante en la tensión de mis
músculos,
donde hay eco aún
cuando recuerdan.

   Seré la reina de todo este extenso
sentir que se conforma
lento, y con un origen, aunque obvio,
cada vez menos pesada
su razón en sí.

   Tan sólo me pesa este reino;
pero qué delicia como pesa.

   Dejaré que me acompañes
si es esto inevitable,
pero mermado tu poder
al límite.

   Las horas volverán a ser
las que deben ser, y no habrá más cálculos.

   Habrá solamente silencio
hasta que se acomoden las arenas
en caída,
y no pase los días en sol que es luna
y viceversa.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Busco pies de plomo.


   El pie izquierdo en presente
y el derecho anclado profundo en mi
frente interna.

   Que gira, y tuerce el todo,
torciendo, quizás,
un poco de mi presente, también...

   Siento que debo abstenerme al ruido para,
unos días de trompicones más tarde,
volver a pisar Bogotá.

   Pero no sé qué construir
ahora, con estos fragmentos quebrados.

   Y la duda sobre si la niebla se cierne
realmente sobre mi visión objetiva
sólo entorpece mi primer paso.

   Nunca sé cuándo,
ni cuánto,
ni si debo quedarme parada.

   Quisiera caminar,
dejar de sostener el pensamiento,
y sostener en pausas la respiración.

   Y recobrar el oxígeno que me roban
estas altas montañas... y un poco el pensarte, también.


martes, 8 de agosto de 2017

Sentir con casi 23.


   Me arrastra apacible
aunque algo triste
esa canción, al ojo en el cielo,
y allí, en el mismo,
desprendo acuoso
todo mi miedo.

   Todas mis preguntas.

   Todas las racionalidades
que no hacen más que impedir
que sienta,
como cuando tenía 15 años,
pero grande, como si tuviera casi 23.

   Y me pregunto
asustada, si esto es una prueba,
o si es una recompensa;
o si no es nada más que
"siente en la piel ahora".

   Quiero dejarme embadurnar,
dejar que se me haga trizas el pecho
y las noches,
y los miedos,
y temo hacer trizas demasiado.

   O todo.

   Temo no haber aprendido.

   Temo que esto
no sea más que otro golpe nuevo.

   Temo perder la cabeza en la
enmarañada red de lógica que creé para
salvarme, y que sirvió.

   Y que ésta me ahogue cuando trato
de ser libre e ingenua en esta revolución mía...

   Temo como si hubiera estado viva,
porque sé lo que duele morir.

   Con nada más que repetir
esta canción hasta ensordecer,
trato de hacerme un poquito dueña
del tiempo que pasa,
y pasar una eternidad
en muy poco tiempo.

   Sola, con el pecho en ebullición,
en colapso,
con el big bang que hace años no me sacudía
y creaba todo este universo que,
ahora,
me aterra.

   Con tal impecable lista de errores
no acierto a entender que tenga otra
oportunidad de tener la creación
en mi pecho,
de morir a cada segundo, envuelta en esta
danza de estrellas.

   Y busco, casi desesperada,
a esa niña que sentía sin miedo,
sin futuro, sin culpa,
sin más anhelo que sentir,
como si este tornado fuera sólo suyo.

   Como si el origen no importara,
como si no hubiera un dios creador.

   Vuelvo a tener 15 años,
pero con casi 23.


lunes, 7 de agosto de 2017

Balada del quiebre.


   Hoy no quiero escribir.

   Hoy no quiero escribir,
porque no quiero perder esta
marejada tremenda
que choca constante contra
las rocas
de mi cabeza.

   Hoy no quiero escribir,
no vaya a irse volando
el incesante colibrí que me
ajetrea.

   Hoy no voy a escribir...
porque despertar
me aterra.

   Aunque debería escribir,
porque ya quebré lo que
era.

   Tal vez hoy escriba,
para recobrar a presente
poco a poco
mis piezas.

   Sí, hoy escribo,
porque no llegué hasta aquí
para desmembrar
mis anhelos
con el primer colibrí
que, aunque nuevo, me vuela.

   Y, despierta mi pluma,
quizá pueda
avanzar ya sin miedo
y completa.

domingo, 6 de agosto de 2017

Como a luna llena.


   De pronto,
el alma se la lleva el viento,
como a las hojas secas del
otoño
que no existe aquí.

   Y volaría, dorada,
como una de ellas
hasta tu lecho de madrugada...
a mirarte respirar pausado.

   Acostarnos al mismo son,
uno en el futuro,
y el otro en el pasado.

   Ahora que lo siento
me doy cuenta. Que no florecí
estos 3 inviernos.

   Y por vez primera
desde que el sol se escondió
hace tanto,
y volví a forzar mi batir
cegador,
siento que siento.

   Que te siento,
aunque no lo sientas.

   Y no sé si lo sientes,
no quiero saberlo aún.

   Suspirarte con placer
en mi almohada,
ahora,
a millares de pasos
y perfecta mi soledad,
es suficiente.

   Para soñar,
después,
que me aúllas como
a luna llena.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Creación en alarma.


   Dónde está
la libertad de la soledad
afuera,
en las ciudades
en que el mísero y el abundante
recorren la misma acera,
perfumada la atmósfera
de normalización.

   Cómo despertar la
intimidad creadora
estando un cuarto de la
sensibilidad
orientada a la seguridad
de lo íntegro de
uno.

   Será quizás, ésta,
en los países nuevos,
una actitud
reservada,
de espacios cercados.

   O será cuestión,
tal vez,
de encontrar una semilla-alarma
en el fuero interno
que viva despierta
a la par que
se crea.

   En todo caso,
envuelta de este contexto
desconocido,
se me presenta la necesidad
de una dinámica que,
distinta,
me permita establecer la sede donde
componga mis sensibilidades
otra vez.

   Y desarrollar allí
la visión distinta
de las gentes
cuyos países, apenas recién,
acaban de
despertar.

domingo, 30 de julio de 2017

Media luna creciente.


   Hace días que estoy
y no estoy;
como cruzando un puente finito
de altura infinita.

   Y yo con vértigo.

   Una fuerte realidad
manchada de anhelo
en proceso de cumplirse,
enturbiado
por sueños recordatorio.

   Y en la madrugada,
mi auto-perdón.

   En la madrugada,
la tranquilidad o la angustia,
y saberme
con la oportunidad
floreciente.

  Hasta ayer
no me supe presa
del pánico al blanco cerebral.

   Y cuantos más caminos
dibujo, más sendas
abarco,
mayor es la calma que mece
el compás de mi pecho.

   Un compás atormentado,
que transforma
el torbellino interno
en roca
a simple vista.

   Puede que parezca una
triste flor, aburrida.

   Pero no lo soy
sólo porque
no comprendas mi naturaleza.

   Créeme,
cuando te digo que
he malgastado años
en intentar
comprenderos.

   No soy más sabia
sobre vosotros.

   Pero desde luego,
he desarrollado una
enorme enciclopedia
sobre lo que
no soy
yo.

lunes, 24 de julio de 2017

No más a medias tintas.


   Soy un racimo
de uvas infinito,
aunque ya decidí
no estar
al alcance de
zorros.

   Hoy prefiero
abrazarme a
los ladrones de camas
soleadas.

   Esos que
con su arrullo que vibra
curan la lluvia
calculada.

   Lluvia necesaria
pero que alguien tiene
que cerrar.

   Soy un racimo
de uvas infinito
y tantas veces
lo olvido
como uvas tiene.

   Ahora invisibles,
de hoja perenne a mis
ojos,
si acaso a veces
vislumbro
un brillo tinto.

   Y sólo será para
mí, el vino,
cuando lo encuentre,
cansada de atiborrar
estados de consciencia
de otros.

   Soy un racimo
de uvas infinito
que supo que no
encajaba en
la parra.

   Y ahora en el suelo,
mirando hacia arriba de
donde caí.
me siento mejor.
lejos del trivial
bullicio.

   Lejos del tribal
vicio.

   Lejos de ser
mi rival,
éste es
mi inicio.

martes, 18 de julio de 2017

Dalila & Sansón.


   Tan sólo quiero
saber dónde me dejé olvidada
esa melena
mía,
contenedora de todas las
fórmulas de éste,
mi ser.

   Dónde, mi este
y su nuevo sol indoloro
de cada despertar.

   Sé que soy Dalila,
pero arrasé contra mi Sansón un día
y no supe volver
a mi
fortaleza.

   Y ahora me miro en todos los
espejos, y sólo
quiero que el tiempo
pase deprisa
pero esta vez no por encima de mí.

   Ni debajo,
ni a escondidas.

   Desbaratar este telar
mal tejido;
quiero hacer otro tapiz donde
esté mi historia y no
la de otro.

   Y no volver a las aún
no viejas corrientes
que siguen arremolinándose
y, ¡ay!,
como me pillen
despistada.

   Me asustan los
cofres llenos pero vacíos
del mismo modo en que
el silencio
más perfecto
nos
enloquece.

   Pero más me aterra
cerrar los ojos con la luna
y que el nuevo sol
no los abra.

   Perdona, me pillas
barriendo,
haciendo espacio
porque tengo que acoger
una nueva compañera
de piso.

   No soy yo,
pero va a acompañarme siempre,
eso dicen;
eso digo yo.

   Y me apetece
que tenga su espacio...
y así esperamos las dos
a que me crezca
el pelo
otra vez.

domingo, 16 de julio de 2017

Ceniza.


   Ojalá
hacerme ceniza
y que me lleve el
viento.

   Y formar parte
de la sinfonía frondosa
de estos eucaliptos,
a la par que me alejo
de aquí.

   Para siempre
y para nunca.

   Para nunca volver a
sentir
que tengo que decidir
entre vida o muerte.

   Primero la esperanza
fugaz,
de un bienestar también fugaz,
y después, un yunque en
el estómago;
y mi peso cada vez menor.

   Y mi luz cada vez
más tenue.

   Y mi voz cada vez
más silenciosa.

   Y mi voluntad cada vez
más sistemática.

   Y mi fuerza vital
de momento carbón,
pero dentro de poco
ceniza.

Dentro.


   Me duermo
y me despierto
sin relación con el sol
ni con los ojos
abiertos.

   Mi cuerpo se achica
y se agranda
desesperado por encontrar
un ritmo;
hasta que se harta.

   Entonces peleo
por despertar a tiempo.

   Las cosas cambian deprisa
en casa
cuando uno no está
atento.

   Al menos, mis tiempos
de falta
van reduciendo su arena
que cae liviana
y más cerca
de la puerta de entrada.

   Qué me hace salir
son motivos quizá tan sencillos
que me enredo en la
página a medio abrir
y no cierro.

   No cierro los ojos
y pierdo
un dato importante:

   Casa está
aquí dentro.

sábado, 8 de julio de 2017

Tarde con el sol tranquilo.


   Impactó duro
un oleaje de nostalgia,
inesperada,
incorpórea,
invisible,
que arrasó con
la quietud.

   Apenas fueron perlas
las que acariciaron
la comisura de mis
pestañas,
anclándose en
pecho y mandíbula
todo el peso
fantasma.

   Evitar la contención
no ha sido un concurso
ganado
en ninguno de
mis últimos años.

   Supongo que es normal
que no pueda soportar
de golpe
toda la melancolía
que me he negado.

   Hasta hoy

   Hasta ayer.

   Hasta antes de ayer.

   Podrías haberte
escapado
tranquilamente, por mi ventana,
si lo hubieras
querido.

   No me importa,
ya no quiero atar a
nadie,
ni siquiera a la nostalgia;
sólo desatarme a mí.

Las promesas perdidas.


   Nunca hubo un Rey mayor
que tú,
en mis días,
acerca de las promesas perdidas.

   Pequeñas caracolas
que se perdieron en el mismo
océano en que ellas mismas,
en el cúmulo,
se fueron transformando.

   Y ése,
tu reino, yo lo cargué,
invisible,
a mis hombros.

   Pero tras un tiempo,
en su gran extensidad,
vi un día, hoy,
el brillo de una promesa magullada
que había salido a flote.

   Y te la pedí,
sin importarme que volviera
sin cumplir.

   Prefiero mecerla en mis brazos
contándole que ese tiempo
ha pasado de largo.

   Cantándole que,
aunque ahora es otra,
ya no volverá
a ese fondo de mar
de muerte.

   Que pasará el tiempo
y, con él, ella
de promesa incumplida
a recordarme que hay
entes
con quien compartir tus fibras
sí es una causa perdida.

martes, 4 de julio de 2017

Breve inciso.


   Me perdí,
en el transcurso de tres días
y tres noches.

   Entre despedidas,
humo, ruido,
y el reencuentro
de una historia perdida.

   Si mi cuerpo
no me hubiera golpeado
quizá seguiría
huyendo.

   Tras la tormenta necesaria
volví; no sin el susto encima.

   Pero sí con un paso más
dado sin querer.

martes, 27 de junio de 2017

Un pequeño Colibrí


   En México
fue que empezó el retorno
del sentido de su fugaz batir
a mi seno.

   En ese mísero instante
en que apenas vislumbré
su sombra,
recordé que estaba
muy, muy cerca de casa.

   Y recuerdo a su vez,
cuando me sobrevuela este recuerdo,
la neblinosa imagen
del cuarto de mamá,
las flores,
y el colibrí que, cada día,
venía a jugar con ellas.

   Lo había desterrado
de mis significados
debido a la inseguridad que es
creer que una cosa
no puede significar para todos.

   Lo desterré
por confiar más en el frío cerebro
que en mi sentir certero.

   México me hizo click.

   Y en medio de las vueltas de
ese huracán
vi florecer en vivos colores
la oportunidad de recuperarlo
en mí.

   Un tiempo después
apareció,
en reflejo de mis actos,
poco comunes,
una historia que me devolvió
ese nombre.

   Recuperé con ella
el título de portadora
de ese nombre;
y con ello, quién soy yo.

   Un pequeño colibrí.

domingo, 25 de junio de 2017

Y que la marea te termine de llevar.


   Era un hecho
que el clima era un espejo
de los sentires
de mi centro.

   Pero más lo fue
una tarde de junio
cuando el sol y la lluvia
bailaron juntos.

   Justo
como acontecía en mis
adentros.

   La pena amarga de un
adiós
y el alivio de una puerta
cerrada con llave, al fin.

   Tu última piedra
arrasó la ya única torre
que quedaba en pie
de mi fuerte de vana esperanza.

   Yo la pedí a gritos,
como ahora pido,
a gritos también,
que la marea se lleve
tus restos.

   Y que mi playa quede
lisa de nuevo,
para dibujar otra vez.

miércoles, 21 de junio de 2017

Poesías sin sal.


   Tantas veces
he cambiado de piel mis
hogares, que
tal veces sea ésta
mi dinámica aprendida.

   Tal vez sea solamente que,
ante la magnitud de este vuelo,
me esté yendo
mucho antes
de irme en realidad.

   Los parajes no son más que
selvas de cemento con aceras calientes,

   Los sentires se repiten siempre
los mismos, en bucles cada vez más pausados.

   Parecieron en su momento
lo único vivo
de esta selva, y eso
tornó mi poesía
insípida.

   No he dejado de cambiar
de ventanas donde poder sentarme a buscar
las especias que faltan para
sazonar esta mala poética,
sin éxito.

   Sin embargo,
hay un punto de la tarde donde
el aire se tiñe de rosado
y las golondrinas bailan asegurándome
que falta poco.

   Que no queda nada
para que vuele yo. Y, espero,
también mi poesía.

domingo, 18 de junio de 2017

Sin título.


   Fue una palomita blanca
de papel arrugado
que apareció sólo
cuando mi pecho estaba atorado.

   Me recordó a la tez clara
de la chica de porcelana,
de ojos color avellana
y largos cabellos dorados.

   Y con su recuerdo, vi el rostro
del paladín que hace rato,
por todos los medios trato,
de darle un olvido por otro...

   Por otro querer más certero,
pero de eso ya os he hablado.

   Mientras en este confesar sincero
ando, de forma liviana,
pienso, nunca me dije ¿qué quiero?
Mi fuerza se tornó fina lana,
que, por cada tentación de manzana,
le apareció un nuevo agujero.

   Habla el poeta más viejo
del dolor de ese amor sin respuesta,
pero nadie dice que apesta
también, ser tú un roto espejo
que no devuelve el querer
ni aún siendo amado entero.

   Es este el lamento más fiel
que en las horas vacías me sigue;
el pequeño vaso de hiel
que aún no sé no engullir.

   Sólo quiero un firme motivo
que me obligue a la fuerza a seguir.

   Caminando se hace el camino;
caminando se siente el latir,
y no es sino caminando
que quizá le encuentre un sentido
a vivir sin haberte querido.

sábado, 17 de junio de 2017

Mirar de aceituna.


   No.

   No voy a necesitar más
las caricias de un fantasma
para amarme,
porque la estima
provendrá de la ventana
que refleja
la más real de mis miradas.

   Esa ceniza musgosa,
que me mira curiosa
cuando me miro,
me deja embaucada, y ahora
comprendo
que embauque a otros.

   Porque no se trata,
sólo, del misterio de sus aguas cenagosas;
y va más allá del delicado aleteo
de las pestañas.

   Es algo que se esconde
en el relucir precoz de sus ondas.

   Pero pareciera
que tuviera siempre que esperar
a la mitad de la tormenta,
y al filo del relámpago último
para recordar de nuevo
que el espejo
refleja esas dos aceitunas que esperan
para mirarme.

jueves, 15 de junio de 2017

Un ramillete o Micropoemas.


#1

   Me sorprende todavía
ser reacia
a dejarme transformar por las cosas,
cuando mi naturaleza cambiante
es una de las pocas verdades absolutas
de mi esencia.


#2

   Es casi un alivio
cuando el tiempo se adecua
al estado de ánimo
que transito.


#3

   De vez en cuando
el malestar,
al estar con otros,
se traduce en una excesiva brevedad
en la estancia
conmigo.


#4

   El enloquecido vuelo
de todas estas golondrinas
me recuerda mucho
al alboroto en mi cabeza;
también me recuerda
que, en breves,
partiré.


#5

   Ante cerebros esculturales,
mis talentos contienen
el aliento;
y yo,
por supuesto,
me asfixio.


#6

   Me pareció
ver oscilar
el último brazo del sol
que se alargaba sobre las montañas.
 Al parecer no tiemblo
sola.


#7

   Vi apoyarse
en mi hombro desnudo
el soplo dorado
de un día que se acaba.


miércoles, 14 de junio de 2017

Quemando un error.


   Se me cansan los brazos
después de un tiempo
manteniendo
los fragmentos que soy yo
todos juntos.

   Y lo siento,
pero hoy estoy enfadada
conmigo.

   Y me merezco darme
la regañina;
y me merezco
llorar la culpa.

   Y si ahora
tengo que cargar conmigo
es porque
estos últimos años
no le dediqué ni un momento
a la costura.

   Y si ahora
me sangran los dedos
es por no haber hecho callo
durante todos estos
años.

   Todas estas cadenas que
aprietan y queman mi pecho
es menester que
lo hagan.

   Y es menester que
agonice en ello.

   Quiero arder tanto
que la cicatriz sea
eternamente sensible.

   Para que,
si llegara tan siquiera a pensarlo,
me queme tanto el pecho
que no vuelva a cometer jamás
este maldito error.

lunes, 12 de junio de 2017

Nadie tiene tiempo para la poesía.


   Ya nadie tiene tiempo
para la poesía.

   Apenas aquellas personas
que se asfixian
sin ella.

   Todos corren
con sus instantáneas a
todos lados.

   Su café instantáneo,
su metro cada 3 minutos,
la satisfacción inmediata
al alcance
de tu móvil.

   Ya nadie tiene tiempo
para respirar las palabras,
y mucho menos para leerlas.

    Nadie tiene tiempo
que perder,
y todo el mundo
pierde la vida en ello.

   Apenas quedamos
de los que bebemos del sol.

   Aquellos que
somos capaces de
vivir un día entero
sin fotografiar
cualquier maldito
instante.

   Aquellos
para los que un instante
tiene el valor de saberlo
irrepetible.

   Y que nosotros
no somos más que un instante
en el suspiro
del universo.

Gafitas de realidad.


   Estoy por ir a verme
la vista,
no sea que no vea las señales
por cegata,
y no por tonta.

   Quizá esas manchas
borrosas de sensaciones
con un buen par de anteojos
serían claras
direcciones.

   Imagino,
en lugar de un
"tal vez podríamos llamarle"
un rotundo
"tú sigue recto y sin mirar".

   En lugar de una
corazonada,
un cartel enorme con
flechas y
luces de neón.

   Que vergüenza poseer
el don de la racionalidad
y ser el único animal capaz
de ver sólo
aquello que quiere ver.

 

domingo, 11 de junio de 2017

Nube sensible.


   Hace un tiempo
escribí
acerca de un huequito
que me acompañaba
debido a la
ausencia.

   Hoy
quiero hablar de
un pequeño pedazo de nube
que se me enganchó,
sin querer,
en la riñonera
y que no logro quitar.

   Y ahí permanece.
conmigo, allá adonde voy.

   Por las noches,
no sé cómo,
se enreda en mi pelo
mojando mi almohada
aquellas veces que
vuelves.

   Siempre sin permiso,
siempre necesariamente.

   Mil botones
que se esconden en el
día a día
accionan el llanto
de mi nube sensible.

   Ya no quiero poner
barreras. Ni muros, ni tapones...
Ya no quiero ser más
una presa.

   Que corra el agua
hasta que se agote.

   Hasta que la corriente
arrastre las espinas
que olvido
y, de tanto en tanto,
me recuerdan
que, todavía,
duele.

sábado, 10 de junio de 2017

Un buen portazo.


   Hoy, tras estos días sintiendo,
lo supe.
No se irán
porque yo quiera.

    Los colibríes regresaron,
y los tuyos sólo son tristezas.

   Un cero a la izquierda
ha gozado de más atenciones,
si era parte de un código
de videojuegos.

   Y estoy cansada de tu
hipermetropía emocional.

   Y lo estuve
mucho más tiempo del que habría
sido capaz
si me quisiera como es debido.

   Tomé la decisión de
ser concreta,
y un montón de adjetivos más
sobre la persona que quiero ser.

   Hoy, tuve el valor completo
de cerrarte las puertas.
 
   Quizás sea consecuencia
de la neblina irritante que deambulaba
entre el so y el
tan característicos tuyos. 

   Creo poder ser optimista ahora,
una optimista concreta. Un ser concreto.

   Un duende dijo una vez
"Soy mi mejor arma para salir de esta."
¿Cuándo no ha tenido razón
la magia?

jueves, 8 de junio de 2017

Poema desordenado.


   Sigo sin entender porqué
estos chaparrones de primavera
que hacen mares de aguas pesadas
como anclas.

   Estas últimas poesías
lucen plagadas de palabras
como si fuera la marabunta de éstas
a llenar este hueco enorme.

   Quiero dejar de escribir sobre ello,
como esperanza vana de tardar menos,
en un futuro,
en volver a escribir acerca de algo
que quizás no haya nunca más.

   Quiero decirte adiós más deprisa
para poder decirte hola antes...

   Mis mareas se calman a momentos,
y aunque su ritmo permanece,
es tan veloz en su arrullo que a veces soy yo
la que se acelera.

   Los anillos de mi centro se acumulan
y cuanto más blandita estoy por fuera
está más fuerte mi tronco:
y mis raíces;
y mis ramas y hojas.

   Y a veces es así como me percibo
a mi misma:
como un montón de ideas
unidas en un hilvanado débil.

   Igual que este poema desordenado,
que no busca más que vomitar algunas
de estas imágenes que se me atoran
cuando veo borroso
y que no he logrado bordar de forma bella.

   Pero poco me importa,
porque al final, este poema también
es para mí.

miércoles, 7 de junio de 2017

Inviegno.


   Me siento ligera
aunque me reviente el vientre
de tanta consistencia.

   Una nueva fórmula
con unos detalles sensoriales
de los cuales carece la fórmula principal,
la fórmula estándar.

   Esta noche
tan sólo jugué
un conocido preparado
de semillas africanas concentradas.

   Sin contenido previamente vivo,
ni procedente de su existencia.

   Las pupilas de la boca
se dilataron
y los cabellos de brazo y nuca
se erizan como si fuera invierno.

   Este mundo me es nuevo
y mi compromiso es cada vez mayor.

   Cómo no voy a estar de tu parte
si tu promesa de devolverme
el perdido placer de mis papilas
lo cumples.

    Cómo negarme a tanto placer
si, además, no lastimo con él.

 

martes, 6 de junio de 2017

Decir adiós al "ranchito".


   Me quedé al otro lado
de la verja,
mirando el ranchito
del que acababa de salir.

   Sospecho
que me quedaré mirándolo,
quieta,
algunos días aún.

   Lo miro acongojada;
tiene todo lo que siempre he soñado:
un laguito, una hamaca,
árboles frutales,
un par de niños correteando
y una puesta de sol...

   Algo en mí cambió
para que "lo que siempre he soñado",
una parte de mí,
ya no lo sueñe más.

   Se me parte un nuevo trozo del alma
cada vez que tengo que decirle
nuevamente
"adiós".

   Porque fueron varios ya;
a algunos árboles frutales
a los niños,
e incluso a la puesta del sol
en el lago.

   Tengo miedo de girarme,
y que tras mi espalda, el negro del no mirar
engulla el terreno querido.

   Tengo miedo, porque sé
que será así.

   Te voy a extrañar tanto...
siento no haber sido feliz aquí,
y todavía no sé porqué
y quizá nunca lo sepa.

   De mis lágrimas de despedida
crecerá una enredadera y un rosal con espinas
que lo cubrirán todo;
pasarán 100 años,
y espero que para entonces recorrer las ruinas,
porque serán ruinas,
no me duela más.

   Queda muy poco para que me aleje ya,
sin retorno,
de tu valla de madera.

   Quizá sólo
un par de lágrimas más.

lunes, 5 de junio de 2017

Más despierta.


   Últimamente
tengo los pies fríos
al dormir.

   Será, quizás,
un acto reflejo, de defensa,
y que todo el calor
esté acumulado en mi sentir.

   Últimamente
los sueños dicen más de mí
que mi consciencia despierta.

   Quizás sea más libre
allí;
quizás haya menos barreras.

   Cada vez más
vivo con menos certezas.

   Cada día que pasa
hay menos reglas a seguir.

   Cada día que pasa
estoy más
y menos quieta.


domingo, 4 de junio de 2017

Mi jardín secreto.


   Esta mañana
me guardé una pluma blanca
y olvidé
que la tenía.

   Como si hubiese olvidado
mis alas;
como cada día.

   Frecuentemente olvido
que hay dientes de león
que crecieron en mis adentros
con heridas.

   Son esas cicatrices,
invisibles,
las que cada tanto
me inspiran.

 Algunas todavía sangran,
y otras no son más que raíces
que atraviesan la piel del alma en forma
de fugaz recuerdo triste,
que viene
y se va cuando termina.

   Pero estoy contenta
porque tengo la azada y el rastrillo,
una pala y carretilla.

   ¡Incluso he adquirido un
libro de jardinería!

   Pero creo que va a ser
más complicado,
porque viene con todas las hojas
vacías.


El rugido de las bestias.


   De pronto
se inundó la ciudad
de alaridos y berridos
de las bestias.

   Pareciera que
acababa de atracar
un barco
hasta las trancas de vikingos
ansiosos ya de acción.

   El grito atacante
del macho que defiende
lo que es suyo.

   Que celebra
la victoria necesaria de...
¿Qué diríais?
¿Derechos?
¿Libertades?

  Qué va,
era sólo un Gol.

viernes, 2 de junio de 2017

Un pedacito de puzzle.


   De golpe
tuve un encuentro con su
pasado;
esa realidad que,
me contó,
aborrecía actualmente.

   Los cabellos,
metales por el cuerpo
el caos y el desparpajo
como símbolo de
libertad.

   Tan sólo he
deseado
que él ya no sea
esto.

   Y yo,
que quizá hubiera
encontrado algún atractivo estético
en ello...
ahora sé que esto
tampoco es para mí.

   Creo entender
qué era a lo que
se refería
entonces.

   Aunque ahora
ya no importe.

   O no debiera
importarme.

   Aunque ese fragmento
que yo protegía
siga vigente
en mi nuevo
desacuerdo.

   En realidad
qué más da
todo esto.

jueves, 1 de junio de 2017

Espejito, espejito.


   Después de la inmersión,
pareciera que mis pechos
lloraban,
incitados por los bucles
de mis cabellos.

   Pero no de
tristeza;
y sin embargo
caudalosamente.

   Me miro
y me identifico, lejana.

   Ante los extremos,
mi blanca piel
y mis cabellos oscuros,
la ambigüedad
del verde-ceniza de mis ojos
me desconcierta.

   He crecido lento
aunque sin cambiar la dirección.

   He crecido lejos,  
y aún me faltan 2 cm para llegar
a la piel
que me corresponde.

   2 centímetros
que quizás sean
más de 100 días de mirarse
en los espejos.

   Hasta verme
por fin.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Ser mi Galileo.


   Y cae un granito,
y otro,
mientras regulo la escucha
más cerca del núcleo
o más lejos.

   Este momento
de fibra blanca a la espera
es donde puede haber
o estampida
o bien silencio raso.

   Una vez te devuelve el
eco la pregunta,
el chorro del grifo cae
casi sin cortes.

   Fue la respuesta
el anhelo del cierre
de los parpadeos constantes,
hoy.

   Y la muerte
de mi espera de ellos.

   ¿Cuántas vueltas del sol
y cuánta sal desperdiciada
en mis mejillas
quedan para que
llegue la travesía desnuda?

   ¿Cuánto falta
para ser mi Galileo?

   ¿Cuánto
para ser mi sol?

martes, 30 de mayo de 2017

Conversación de cuatro.


   Nunca me dejó ver
más allá de las cortinas de niebla.

   Y mira que llené los suelos
de granadas de mano
sin seguro.

   Cada día usado
me siento más segura al afirmar
que ni siquiera él cree que esté
bajo el agua
la parte que falta del iceberg.

   Casi me ahogué buscándolo.

   Lo siento,
quizá mi lupa también estuviera
empañada con lo que
hubiese querido
ver.

   Aún en la frialdad
sigo recordando el espejo
que como una Alicia desesperada traté de
cruzar, a sabiendas
de que no había sólo lo que parecía
ser un reflejo.

   Lo único que quise
fue una conversación de cuatro:
tú, yo, mi demonio y el tuyo.

lunes, 29 de mayo de 2017

El ruido.


   Romperse
para estar limpia.

   Gozar de la flexibilidad en la que,
al encontrar una tuerca sucia,
no haya problema
en desarmarlo.

   Todo.

   Pero cuando hay ruido
¡atento!
algo está siendo ignorado.

   Solamente hay gran silencio
cuando todo está dicho
y todo está escuchado.

   El ruido se disfraza
de nuevos idiomas,
esquivo,
hasta que seamos atletas de élite
en su carrera.

   Porque nacimos occidentales,
con una expresión interior
basada en jeroglíficos dorados.

   Yo me pido
Cleopatra.

domingo, 28 de mayo de 2017

Cuando Octubre irrumpe en Mayo.


   Fueron dos gotas
de guitarra
las que accionaron esta vez
este resorte del que escapo
siempre que
puedo.

   Estoy esperando
a que la pregunta "¿por qué?"
se canse
y deje de llamar a mi puerta.

   Seguir memorando
la banda sonara de los días
en que los huecos de mi puzzle
daban cabida a tus
protuberancias
tan sólo deshilacha mis pestañas mojadas.

   Alarga la nevada
que acalla todo cálido murmullo.

                  ·

   Parece que, ahora,
sólo me consuela la música
que sale de mis manos.

sábado, 27 de mayo de 2017

Quitarse una espina.


   Me voy arrancando
la piel
a tiritas.

   Cada vez
que un recuerdo
amanece.

   Todo
duele en carne
viva.

   Pero no sé porqué
esta decadencia.

   Como si se tratara
de volver
a las mismas entrañas de mamá.

   Al calor
húmedo
de la oscuridad.

   Al principio...

   Lo único que siento
en este sitio
son recuerdos
entumecidos.

   La rosa dejó
de ser
bonita.

   Su espina
no fue más que una espina.

   Tal vez este Quijote
sea el final
Abramovic
que nunca quise.

   Tal vez
la muralla china
se recorra en tan sólo
45 minutos.

      Y ahí,
yo pueda decir
Adiós.


viernes, 26 de mayo de 2017

La futura flor desnuda.


   Me encontré anoche,
en la mañana aún dormida,
deshojando la margarita
de mil pétalos
de adioses.

   Una despedida
por pétalo
de cada recuerdo
que permanece atascado,
aún,
entre algunos mis poros.

   Su caída es leve
y parece que
todavía me cuesta mirar,
porque algunas veces
he creído ver un pétalo caer
por el rabillo.

  Y luego este
sigue ahí.

   Quizás no miro
por pavor a quedarme enganchada
en uno de esos
pétalos blancos.

   Quizás no miro
para no mirarte más.

   Y cambio, y giro, y tuerzo,
la mirada, mis manos,
mis esfuerzos.

   Busco un ticket
con el que poder cambiar los abrazos
que necesito
por unos que no estén
fuera de stock.

   A veces incluso
encuentro mi puerta
en este aeropuerto a oscuras;
pero parece
que aún se retrasa el vuelo.

   Entre tantas nubes en los ojos
no puedo evitar olvidarme
de que
no importa lo húmedo
que esté el día,
porque,
encima del manto de algodón,
el sol brilla.

   Contigo
o sin ti.


lunes, 22 de mayo de 2017

El inicio.


   Se me antoja harto difícil
dar entrada a mi rienda,
no tan suelta aún,
en este mar blanco y vacío.

   Ingentes cantidades
de ideas que se dispersan
igual que la concentración de un borracho
en un tiovivo.

   Se deslizan ágiles,
escurridizas.

   Me consuelo al menos
con pensar
en el valor de haber cedido,
tras 12 días del ruido
de las espadas de los sí y los no,
a enfrentarme
a las palabras claras.

   A escribir.

   Empezar desde el 0
es más bonito en la cabeza,
cuando todavía sabe a idea.

   Pero qué difícil se hace
quebrantar la llanura del agua
a sabiendas de que
recuperarla
significa verla ondear
al menos unos instantes.

¡Cómo!


   Cómo cambia el paisaje
cuando la mirada cambia.
Cómo sube mi libido
abierta mi cabeza carcelaria.
Cómo respiro más fresco
cuando las preguntas no pesan;
cuando estas salen libres
mi consciencia se endereza.
Cómo se desata la paz
cuando permito la guerra.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Ser, estar, parecer.


   Hoy,
justo que pensaba
que sólo quedaban lágrimas secas,
me llovió entera
la naturaleza.

   Con guiños brillantes
por suerte lejanos.

   Después de vagar;
un Madrid y un yo
proporcionales
a la soledad que me arropa
y a mi valentía desnuda.

   Casi pude congelar el presente
y por un rato, hubo silencio.

   Descubrí un jardín secreto
en medio de una ciudad envenenada;
un oasis
a la vista de todos
y en las miras de nadie.

   Y sin embargo entre tanta maternidad
me asusté, como hiciera antaño.

   Me concedí
el baile del silencio
tan difícil de recuperar
en esta era
de orgía virtual.

   Había olvidado
lo que era bailar.

domingo, 7 de mayo de 2017

Respirar.


   De pronto, hoy
me vi capaz
de subir las montañas.

   Soy consciente;
me mantengo
en el vértigo de la soledad,
y me siento
cada vez más poderosa.

   De mí.
De mis capacidades.
De mi fuerza.

   Hoy sentí
que mis pulmones
se expandían hasta
Cercedilla.

   Que mi pecho se agrandaba
y que la naturaleza
florecía mi vista.
Sentí que volvía
a ver.

   Sentí que volvía.

   Que de pronto
el charco ya no era charco,
era océano
con arrecifes de coral
y el reflejo de los cielos
como fotografía.
O como portal.

   Aún cuando los atardeceres
todavía me hagan sangrar
igual que ellos,
y la noche
aún la sienta
como si no fuera a amanecer
más.

   Siento que ya vuelvo
a respirar con normalidad.

viernes, 5 de mayo de 2017

Medrar.


   Hoy he visto amanecer
desde la primera soledad.

   He tratado de dormir
a pesar del hueco que ahora
impera en mi torso.

   Un pequeño pozo
que habré de vaciar asiduamente
hasta que termine de soltar
y crezcan las flores.

   Hoy el día empieza
como todos los demás.

   Pero yo,
comienzo distinta.

Se me acaba el aire.


  Demasiadas nieves han pasado 
desde la última vez
que respiré de esta forma.

   En mi pecho se despierta
la hiedra,
que no me deja ver más allá
del espacio que caminas,
secreto.

   Esta piedra me suena.
Pero la vez anterior 
creí no tropezar por ideales
tradicionales
que aún hoy perduran
en la memoria de mi
filtro de acción emotivo.

   Los muebles de 
mi cabeza dicen
discrepo.

   Se cansaron de la
opresión en el esternón,
de los lazos asustados,
de un "comer perdices" desesperado
en el que hace ya tiempo
dejé de creer.

   La paciencia está fatigada
y se enfada deprisa,

   Y aún así, me evaporo un poco
y trato de seguir después;
hasta que no esté agotada del todo
no cambiaré de parecer.


martes, 2 de mayo de 2017

Cof Cof.


   Esta tos me va a matar.
Me digo mientras sigo
diciendo que sí
más allá de mis fuerzas.

   No se trata de que quiera
o no.
Se trata de la sensibilidad
de distinguir lo oportuno.

   Se trata de reconocer
el límite
antes de caer,
antes de enfermar.

   Lo estoy pasando tan mal
y estoy aprendiendo tanto
que con la sal que expulso
podría empezar mi autobiografía.

   Y con lo loco que
está el tiempo
no resultaría extraño
que yo empiece a llover cualquier día de estos.

   Como esas lluvias de primavera
que limpian del polen
y se respira el olor
de las plantas recién salidas de un baño.

   Supongo que este catarro
no es más que el arma
para acabar con los últimos demonios
de mi proceso.

   O quizá sea una advertencia.
O las dos cosas.

lunes, 1 de mayo de 2017

Fe.


   A veces se me olvida
que para ser libre
también tiene que respirar
la nuca.

   Que la voluntad
es el acuerdo consciente
de la lógica
y el palpitar.

   Para dar el segundo paso
debo dar el primero,
aunque en este alcohólicos anónimos
sea solamente yo.

   No estoy preocupada,
pues hoy me vi en el río
y no parecía estar muy lejos
del puente donde me asomaba.

   Quizás sí impaciente
sabiendo en qué tramo estoy
para llegar.

    Cada vez me oigo más.
Como si estuviera al final del pasillo.

miércoles, 19 de abril de 2017

Los días de Yin.


   ¡Se han apelotonado
las amapolas,
estallando más tarde
de lo que suelen!

   Las nubes de hoy, que
se presentan metálicamente
esponjosas,
me invitan a la reflexión
del origen concreto.

   Porque el sol está
melancólico,
y solloza chispitas mojadas
que se me antojan
un gordo abrigo
que se evapora en mi piel.

   Entre tantos días
risueños
no viene mal el susto breve
de un leve zozobrar
en el ánimo.

  Y, si la naturaleza acompaña,
mejor.

jueves, 13 de abril de 2017

Da miedo.


   El sol sale y se pone a diario
y cada vez siento menos miedo
de perderme
al irme a dormir.

   Cada puerta que cruzo
es más delgada, pero más colorida,
y cada vez
huelo más cerca los jardines.

   Me he dado cuenta
de que no hay solo uno,
y que no pueden coexistir.
No.

   Y da miedo.
Da casi tanto miedo como estar vivo
y la inevitable posibilidad
de morir ahora.

   Vivir da casi tanto miedo
como morir.
Si no lo has sentido alguna vez así
¿Realmente crees vivir?

   Casi me ahogué esta tarde
en una tormenta oceánica de preguntas
y de negativas a las mismas
en mi nueva libreta.

   Da miedo atreverse a preguntar.
Atreverse a aceptar que,
quizás,
te estés planteando... eso.

   Pero, ¿sabes?, prefiero caminar lento
con las pesadísimas botas del miedo
que permanecer paralizada,
encerrada en mi propia cárcel de NO.

   ¿No es eso ser valiente?
¿No trata la valentía
de tomar el miedo como compañía
y caminar?

   Sé que parece extraño.
Da miedo ser valiente.

lunes, 3 de abril de 2017

Notita de clase para Juanpe.


   Quiero escribirte. 
   Quiero decirte. Gracias. Eres un sol y un demonio.
   Dulce y picante.
   Mi mejor complemento.
   Aunque aún estoy aprendiendo. Estoy descubriendo.
   A encontrarte fuera de mí, y encontrarme yo allí.
   Me da dicha comprender, a veces, que me quieres 
con el engranaje oxidado que tengo algunas veces.
   Me da dicha observar, a veces, que hay mucho más de ti
que yo estoy aprendiendo a ver.
   Me llamarás mística, quizás, pero hay una frase...
   No recuerdo el orden de vocablos.
   Pongamos que dice así:
"Estamos destinados a estar con aquellas personas que nos generen las
dificultades necesarias para poder crecer y avanzar en la vida."
   Sí, creo en eso. Porque cada día lo siento.
   Creo porque veo.
   Que eso eres. Un sol mexicano, suave y constante a la luz y la calma,
pero que enchila en la oscuridad de las sábanas húmedas.
   Te quiero casi tanto como hacer telas, 
casi tanto como entrenar verticales... y eso es una gran calidad.
   Te quiero, bonito.
   Niño tierno y travieso.
   Inteligente como un sabio... ¡pero despistado!
   Te quiero, científico artista.
   Te quiero como quiere una libélula al río,
sin posarse para no ser arrastrada, 
pero sobrevolando siempre la corriente; permaneciendo a su vera.
   Te quiero en mi vida como quiero en ella a las amapolas.
   Te quiero en el invierno, en el verano, el la primavera y en mi otoño dorado.
   Te quiero en silencio.
   Te quiero (y sé que te quiero) porque me quiero a mí.
   Y sólo así podría quererte.
   Justito detrás de mí.
   El siguiente en la cola.
   Sólo así... podría quererte bien.


Con mi aliento limpio en tu nuca, 
respirar el sueño en tu abrazo nocturno,
y sonreír la suavidad de tu piel.

miércoles, 29 de marzo de 2017

El niño de Sol.


   No importa cuánto tiempo pase,
el poder de esa nana al piano
jamás huirá.
   Y eso me complace.

   ¿Sabes por qué?
porque, he descubierto,
que no murió.
   Sigue allí escondido.

   El recuerdo húmedamente nostálgico
está guardado en mi corazón,
y la llave es esta canción.
   Hoy lo supe.

   Hoy supe porqué todo mi pecho
se encoge aunque
los años pasen.
   Aunque tú hayas cambiado.

   El niño, ese niño de sol
del que yo me enamoré
y con quien yo compartí
el sueño de una noche de verano.

   El niño de sol
permanece encerrado en la caja de música
y nunca nada había sido tan hermoso
como darme cuenta.

   El recuerdo más intenso y bello
de mi vida,
el abrazo azul de ese niño de sol.
   Fue el mejor regalo que pudiste darme.

   Mi más doloroso duelo
no fue saber que no me amabas,
sino creer que ese niño ya no estaba.
   Darlo por perdido en la oscura eternidad.

   Pero no.
Te guardé aquí, en mis costillas,
y hoy lo sé.
   Aunque aprecie con el alma quien tú eres ahora.

   Quizá, con 90 años,
un atardecer en el lago de mi casa de campo,
esta melodía en el piano,
y revivir la sonrisa dorada de ese niño de sol.

   Si hay algo de lo que estoy segura,
ahora, con 22 años,
es que ese niño será eterno.
 
   Que desapareciera fue, quizás también,
otro regalo; porque,
en el pubescente anhelo de una vida plena,
la nostalgia que ahora siento
es lo único que puede confirmarme
que, de veras, la vida es real.

   Porque nunca estuve tan viva
como cuando jugué, en aquél entonces,
con el niño de sol.

https://www.youtube.com/watch?v=R4JrtfPecC4

martes, 28 de marzo de 2017

Carta a Luz.


   Cayeron unos lagrimones
cuando rebané la naranja
de esta mañana.

   Un anaranjado espejo
de mi conflicto
del ánima.

   Un debate entre quién fui
si es egoísmo
o elección.

  Terminaré odiándome
si continúo
sintiéndome violenta.

  Anhelo un futuro
donde no tienes cabida,
desintencionadamente.

   Tan sólo...
creo que te he convertido
en algo que no eres.

   No eres mi solución
a la soledad,
ni al abandono.

   No eres el calor
del reposar
de mis noches.

   No eres un ser humano.
No eres más que el reflejo
de mis carencias.

   Y no quiero negarlas
pero no quiero
tormento mío.

   Ni tormento tuyo.

lunes, 20 de marzo de 2017

Robándome madrugadas.


   Me contaron que
hace tiempo,
robaba las madrugadas
porque era tiempo
que me pertenecía.
   Que llamaba,
al grito salado del infante,
exigiendo lo que era mío
y ofreciendo calma
una vez recuperado.
   Ahora he crecido,
y tras tantos años
de viaje,
y con el tiempo
sin apenas un respiro,
soy yo la que se roba
sus propias madrugadas
aunque al día siguiente
me duerma por las esquinas.
   En el silencio
de la noche dormida,
mi insomnio me invita
a una íntima cita conmigo.
   Y creo que hoy por hoy
no hay momento del día
que haya más paz
que en éste,
fundida en el abrazo
de estar conmigo a solas,
de estar conmigo misma.
   Aunque al sol
del siguiente día
me duerma por las esquinas.

domingo, 19 de marzo de 2017

El carbón de nuestra locomotora.


   Tras 5 jornadas de silencio
vuelvo porque fue una promesa
y no deja de ser esta
una buena razón para seguir.

   Parece que las ganas lo son todo
y que la motivación es la fuente,
en una obra arquitectónica
cuyo pilar es el acomodamiento.

   Creo que te has olvidado,
ciudadano medio,
de que la constancia no está ligada
a las ganas de hacerlo.

  Estamos olvidando
que la motivación no es únicamente externa,
sino que a veces debemos ser
nuestro gatillo, nuestro dedo y nuestra bala.

   Tras casi 23 otoños
percibí hace bien poco
la amable sorpresa que resulta
el avistamiento de logros de desarrollo invisible.

   Meses y meses iluminando con el foco
una parte del escenario,
y en la oscuridad del resto
trabajaban sin descanso fragmentos de atrezzo.

   Y, de golpe,
esos elementos trabajados
sin pausa y sin juicios,
dieron frutos sanos

   Pausas para un breve descanso
juicios críticos no faltos de amor,
dormir bien, agua y fruta.
Y así convivir con los focos principales

   Tal y como dijo
una duendecilla amiga mía
'soy la mejor arma para salir de esta.'

martes, 14 de marzo de 2017

Pidóm Pidóm.


   Tengo vértigo
y hace viento.
   Tengo zapatos resbaladizos
y una gravilla traicionera
bajo mis pies descalzos.
   Veo miles de espejitos
que aparecen y se van,
y te veo y no te veo,
y me veo apenas.
   La luna me ofende a escondidas
para que vaya llorando
a su estrellado consuelo.
   Los témpanos
de mis pies
no se calientan ni aunque
lleve 8 medias naranjas.
   Ebriedad y sobriedad
que juegan al tira y afloja.
   Mi corazón
está mudando de piel,
porque se cansó de ésta,
gastada, asustada...
   El borde del precipicio
del cañón del colorado;
sentirme menos sola
en horizontes naranjas.
   Estoy dejándolo con mi miedo,
mi miedo a quedarme sola
por perseguir a otros
que no son mi propia compañía,
que no son yo.
   Quiero seguir
en las baldosas amarillas,
si es que éstas
me llevan a casa.
   Totó,
volvamos a Kansas.

domingo, 12 de marzo de 2017

Caminar conmigo.


   Me cansé de la inacción.
No voy a adelantarme
a mi papel de madre
por un sencillo motivo:
porque puedo.

   No voy a perseguir
la languidez de tus acciones;
no voy a pinchar más
tu globo de comodidad
para que crezcamos a la par.

   Ya este conflicto
de Titanes en el colgante
de mi esternón
no tiene traductor
y yo no puedo elegir bando.

   Mi paciencia
se redujo en cuanto
se ha sentido desatada
de cualquier cosa
que pudiera significar necesidad.

   Es ahora
del tamaño de mi realidad
y su función
apaciguar mi ira
cuando no me quiero.

   Me siento funambulista
sobre un inestable pabilo
sin poder de decisión
hasta cruzarlo,
con amenaza de todo arder.

   Sí que asusta
estar al filo de la libertad
tras tanto tiempo
arropada por barrotes.

sábado, 11 de marzo de 2017

JSLJ.

   Repito la misma poesía
porque sólo bordeo
el pensar de los días,
y me duermo
las luces de sol, para
acallar lo que me pone triste.

   Pero ayer
en la urbanización fantasma,
petrificadas mis emociones
viejas allí,
un reflejo mío
me hizo hablar.

   Me recordó que no importa
el tiempo que pase;
una espina clavada
se debe sacar,
y la herida
debe limpiarse y curar.

   Parece que aún te tengo
como espina doliente,
Creyendo que el tiempo
y otros amores
habían hecho sanar por sí sola
tu herida profunda.

   Ya me he dado cuenta
de que no es así.
Quizás no te lloré lo que debía.
Quizás no te lloré como debía...
Quizás.

   No me dueles como memoria.
Tan sólo me pesa
este mal sellado.
La cremallera se cerró a medias
dejando enganchado un trozo
malherido en el recuerdo de la piel.

   Nuestra lucha fue
menos fuerte
que nuestra juventud
y menos sabia
que la experiencia;
aquella que no teníamos.

   Ojalá existiera una ventanita
donde espiar
si me recuerdas con cariño,
o tan sólo
soy un nubarrón
que no quieres recordar.

   Por mi parte
desde esta ventanita que es
mi poesía,
querría darte a saber que te recuerdo
como aquello que, un día,
quise más que a mí misma.

   Siendo quizás ese el error,
el camino directo
hacia el laberinto
donde terminé,
sin que mi intención fuera
jamás destruirte.

   Eres un párrafo
en mi historia,
y soy consciente de que
eso no desaparecerá,
ni querría que
eso pase.

   Y yo
soy otro párrafo en
la tuya,
mal que te pese.

jueves, 9 de marzo de 2017

A la siguiente.


   Se desentierra como planta,
poco a poco,
una idea cada vez más presente:
es importante ser feliz
en los sueños rotos.

   Seguir con las piezas
y volver a montarlas
con otra forma.

   Confundimos demasiado a menudo
ilusiones con anhelos,
y cuando las primeras se rompen
ya damos por perdidos
los segundos.

   Pero es que
duele mucho fiarse de nuevo.
A nadie le gusta que lo mismo duela dos veces.

   Pero...
¿Cómo rendirse sin saber
si a la siguiente ya toca?

miércoles, 8 de marzo de 2017

Día 8 de cualquier mes.


   Hoy es el día
como deberían ser
todos nuestros días.
   Teniendo la importancia
que deberíamos
tener siempre.
   Con las amapolas
llenando de intensidad
los mediodías.
   Con los almendros
expulsando ya
las nieves y los vientos.
   Hoy es el día
de la mujer que trabaja
porque este día no sea necesario.
   Porque la igualdad
sea normalidad
y no algo que celebrar.
   Ya llegará el tiempo,
aunque no llegue viva a él,
en que habrá personas
más allá de géneros.
   Más allá
de actitudes asignadas,
de colores o actividades.
   Y el amor tomará otro rumbo;
el sexo quizá sera diferente,
pero los besos
serán siempre iguales.
   Porque seguimos siendo humanos
con dos brazos,
dos piernas,
genitales, tronco, cabeza...
   Cada vez más longevos,
y cada vez más libres.

martes, 7 de marzo de 2017

Alicia es del país de tus martillazos.

 
   Querría convertirte en poesía
para acallar
todo lo que quiero gritarte
y que se me atraganta
como el hueso de una aceituna.

   Pero no despido
más que injurias
de dolores mezclados
y me cuesta ser clara
en esta papilla de lamentos.

   Querría que sufrieras
en tus días
el dolor mismo que causas,
y por ti mismo producido
para que de este modo entendieras...

   Que hay más
de un odio escondido
en las dobleces de la falsa piel
de algunos
cuya naturaleza humana
les hace mantenerte como herramienta.

   Pero seamos realistas,
si no te ha logrado cambiar nadie ya,
si no te ha cambiado el amor,
entonces nada hay de ti
que quiera mantener cuando me vaya.

   Ni siquiera tu herramienta
no seré hipócrita,
la vida es muy corta
como para vivir en mentiras
ya sea la tuya o la mía.

   Tan sólo me apena
tener que centrarme en que tus golpes
duelan sólo como un golpe de almohada,
con lo fácil
que es hacer las cosas más fáciles.

   Que haga uso de la máscara
en tu presencia
no será más que un acto de supervivencia,
y no excusaré mi nula veracidad contigo.
Yo ya tengo suficientes dragones
que enfrentar.

lunes, 6 de marzo de 2017

Temblando en la aurora.

   Me doy cuenta de que me agobia
estar tan pendiente de la tela,
y no recibir nada de ella.
 
   Las cosas toman cauce
pero el estómago pesa
y el esófago se enreda como los cascos
en mi riñonera.

   Cientos de minutos vacíos
a cambio de mi angustia,
esa es mi negociación.

   Para escuchar el latido
de mi salvia,
que está empezando a hacerse oír,
dentro de un pecho donde cada vez
cabe más aire.

   Nunca estaré sola
mientras las palabras existan.

   Y, a la vera de este palacio,
cuerpo mío,
está creciendo un gigantesco rosal que me protege
para dormir tranquila temporalmente
y allí esperar, como Aurora,
mi propio beso para despertar,
una vez mi germinar haya terminado.

domingo, 5 de marzo de 2017

Calor que abraza.

   Maldita la arena
reseca en mis ojos
la mañana siguiente de una noche de lluvia.

   No sé porqué sigo intentándolo;
no sé porqué no me leo más.
Porqué no me hago más caso.

   Yo sé de mis fallos actitudinales
y si no los sé,
espero que se me informe de ellos.

   Cuantas veces he gritado
que no quiero hablar con una flor,
sino con un ser humano.

   Este cambio me está asustando
pero más rabia tengo en el pecho que miedo.

   Como espada candente
que me abrasa los pulmones
y me asfixia en su humareda.

   Qué miedo da que no quiera vuelta atrás,
aún sin saber qué hay adelante.

sábado, 4 de marzo de 2017

La ropa tirada por el piso... y me da igual.

 
   No hace muchas lunas
que se me abrieron otros ojos,
todavía verdes
pero que otean distinto.
   El núcleo de mi tierra
vuelve a estar en mí.
 
   Cuanto más cerca
están mis pasos de ese epicentro mío
más se alarga el tiempo
que yo me creí extraviada.
   Cuanto más se acerca
mi estado al presente,
más se desempañan mis recuerdos
más lejanos.

   Durante tanto rato
me he sentido una joven de 40,
que mi miedo a la muerte
no era más que la rabia
de sentir
que no he vivido realmente.

   Viviendo,
con las lentes del momento
empañadas,
mi conexión con mi pasado
desenchufada,
Y mi visión del futuro
como un reflejo en el vaso del agua sucia de un pintor.

   Supe que me estaba ordenando por dentro
cuando el desorden de mi habitación
dejó de ser relevante.

viernes, 3 de marzo de 2017

En(tre) vueltas de páginas.


   ¡De sopetón!
y sin aviso,
hojeando páginas de anteriores capítulos
de mi línea existencial
fue la primera vez
que no me sentí ajena a mi historia.

   Fui espontáneamente capaz
de encarnar una de las tantas y
pasadas personas que fui,
y los recuerdos se alzaron
teñidos de realismo;
de realidad.

   De pronto,
no tenía en blanco mis páginas anteriores
sino un libro de cuentos
meticulosa y exquisitamente ilustrado.

   Vivo, como el poema más sentido de Lorca.
Ordenado, como la geometría en el lienzo de Kandinsky.
Excéntrico, como la acción performativa de Yoko Ono.

   De pronto,
no me sentí huérfana de pasado,
ni mendiga de una historia concreta.

   Las letras de mi DNI
tomaron forma
y tuvieron un sentido;
y mis pómulos rosados, un origen.
Durante un largo rato
no me sentí fantasma.

   Durante un largo rato,
sentí que había existido.