martes, 5 de septiembre de 2017

Fuego e hielo.


   Tarde me doy cuenta,
tras el velo de un recuerdo
nublado,
recuerdo nacido tan sólo
un instante atrás.

   Tarde soy consciente
de que fue fría mi apariencia
ocultando chisporroteos.

   Tal vez, si se fijaran
más detenidamente en mis ojos
verían que ardo por dentro.

   Creo que fue un error
sentarse delante de la puerta
pues a cada figura
le pongo tu nombre
y disperso mi centro.

   Hay horas en las que
cruzar la gelidez hacia afuera
me aterra, no vaya a
resbalarme en mi hielo
y no sepa volver;
de nuevo.

   Esperar se me antoja
terrible, cuando estoy mal colgada de mí.

   Pero, ¿qué espero
si no encontraré reposo más
que en mi propio
devenir?

   ¿Cuántas veces
me lo tengo que repetir?

Equivalente a tu fumar incesante.


   En la oscuridad, aún
siendo de día,
una barra de chocolate tras otra
y la misma canción lenta
en bucle
y me di cuenta de que no estaba
tan lejos de tus
cigarrillos.

   El ruido interno al masticar,
esa sensación de saciado insaciable,
musical,
físico,
vital.

   No sé si sería más fácil dejar que
el silencio y el hambre me
engullan, así como
yo intento tapar todo el peso de
la nada con sus
opositores.

   Muchas veces me pregunto
cómo voy a vivir de mayor.

   Muchas veces,
si lograré sobrevivir sin estos momentos
necesarios de nada. De huir.

   Cambiados por facturas que pagar
noches sin dormir,
y esta compañía incesante que debo
hacerme a mí misma
y que tantas veces
olvido.

   Y ya no creo que sea una
cuestión de pereza.

   A la princesita creo
haberla matado ya.

   Y sin embargo, si
ya no es eso,
entonces ya no encuentro una razón;
y el peso de esa ausencia
se suma al vacío que
ahora,
después de vomitar,
me llena.


lunes, 4 de septiembre de 2017

Vértigo.


   Otra vez,
con la maleza en los cabellos
y preguntándome
dónde fue que me dejé la brújula.

   Asomando mi cabeza
por encima de mi hombro
buscando loros coloridos
y olvidando por completo mi volar brío.

   Y cuando trato de huir,
sin querer salto al otro lado del río
en lugar de dejarme llevar
por la corriente.

   Y así,
de rivera en rivera.