martes, 5 de septiembre de 2017

Equivalente a tu fumar incesante.


   En la oscuridad, aún
siendo de día,
una barra de chocolate tras otra
y la misma canción lenta
en bucle
y me di cuenta de que no estaba
tan lejos de tus
cigarrillos.

   El ruido interno al masticar,
esa sensación de saciado insaciable,
musical,
físico,
vital.

   No sé si sería más fácil dejar que
el silencio y el hambre me
engullan, así como
yo intento tapar todo el peso de
la nada con sus
opositores.

   Muchas veces me pregunto
cómo voy a vivir de mayor.

   Muchas veces,
si lograré sobrevivir sin estos momentos
necesarios de nada. De huir.

   Cambiados por facturas que pagar
noches sin dormir,
y esta compañía incesante que debo
hacerme a mí misma
y que tantas veces
olvido.

   Y ya no creo que sea una
cuestión de pereza.

   A la princesita creo
haberla matado ya.

   Y sin embargo, si
ya no es eso,
entonces ya no encuentro una razón;
y el peso de esa ausencia
se suma al vacío que
ahora,
después de vomitar,
me llena.


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