martes, 5 de septiembre de 2017

Fuego e hielo.


   Tarde me doy cuenta,
tras el velo de un recuerdo
nublado,
recuerdo nacido tan sólo
un instante atrás.

   Tarde soy consciente
de que fue fría mi apariencia
ocultando chisporroteos.

   Tal vez, si se fijaran
más detenidamente en mis ojos
verían que ardo por dentro.

   Creo que fue un error
sentarse delante de la puerta
pues a cada figura
le pongo tu nombre
y disperso mi centro.

   Hay horas en las que
cruzar la gelidez hacia afuera
me aterra, no vaya a
resbalarme en mi hielo
y no sepa volver;
de nuevo.

   Esperar se me antoja
terrible, cuando estoy mal colgada de mí.

   Pero, ¿qué espero
si no encontraré reposo más
que en mi propio
devenir?

   ¿Cuántas veces
me lo tengo que repetir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario