Otra vez,
con la maleza en los cabellos
y preguntándome
dónde fue que me dejé la brújula.
Asomando mi cabeza
por encima de mi hombro
buscando loros coloridos
y olvidando por completo mi volar brío.
Y cuando trato de huir,
sin querer salto al otro lado del río
en lugar de dejarme llevar
por la corriente.
Y así,
de rivera en rivera.
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