Fue bajo las humedades
externas que me encontré,
por fin, tras algunos días de bagabundeo
y de culpa.
Y por primera vez
aunque la cabeza lo hubiera repetido
hasta la saciedad,
pude comprender.
Que volver al centro
no es dejar de querer.
Y que el miedo y la sensación
de obligación,
son los peores enemigos
para el desarrollo de un afecto.
Sabía de este click,
pero nunca había escuchado el sonido.
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