lunes, 19 de febrero de 2018

Hasta la primera amapola.


   Anoche yo ya estaba
decidida: "hasta finales del único
ciclo lunar oficial,
se cierran las compuertas."

   Ahora pienso que, tal vez,
la llegada de la primavera
sea más adecuada para reabrir.

   Hoy decidí también liberar
la incomodidad de mi boca;
pero queda ahora un agujero
bajo mis labios,
casi reflejo del que siento dentro
cada día.

   Supongo que ésta era la llave
de las compuertas, y el recordatorio
de que deben permanecer cerradas
hasta la primera amapola.

   Hasta mi nueva primavera.

domingo, 18 de febrero de 2018

En busca de paz sin ignorar.


   He tardado largo tiempo
en hacerme consciente de mi vivir
envuelto en una cortina
blanca y negra, jueza de mi ejercicio
de balanza. Y aún me cuesta
deshilacharla, para poder apreciar toda la
escala de grises

   En el mediodía silencioso,
me deslicé tranquila por entre las
siestas íberas,
y medité sobre el asunto.

   Este es un primer brote de
toda una línea de pensamientos ligados
a un sentir desesperanzado, en busca
constante de un motivo, o de unas cenizas
donde resurgir:


La paz interna es verdadera, y la
felicidad genuina, en tanto en cuanto
uno sea consciente de que el bienestar
externo que uno habita es un regalo en
en gran medida, pero que existen otras
muchas realidades menos libres y seguras,
y nuestra misión, como afortunados y 
artistas, es encontrar la manera, adecuada 
ésta a nuestra figura, en la que yo pueda
hacer algo para transformar alguna, o varias
de esas realidades para mejor.

No importan los tamaños, pues es igual de
necesario el tractor que recoge toda la arena,
como cada uno de los granos que componen
la montaña.

sábado, 17 de febrero de 2018

Inesperadamente colombiano.


   Primero fue la lectura que
yo misma niego
que tanto espero cada día.

   Después, en medio de polvo
y plumas, la banda sonora
de mi corta vida antes de adulta,
cuyo origen es el mismo.

   A continuación,
la ingesta del maíz en una de sus
miles de formas posibles
con mismo nombre; redondas como
el sol. Y con sabor a sol.

   Y por último, y totalmente
imprevisible junto con una compañía
gallego-belga, la pócima verde,
ácida y dulce;
el primer jugo probado del país,
y uno de mis más queridos.

   Hoy el día resultó
inesperadamente colombiano.

viernes, 16 de febrero de 2018

Primer con-tacto.


   En un blanco espacio fue
que la conocí. Sin saber de su grandeza
estuve con ella,
siendo mi persona pura y sincera.

   Por pura ignorancia, y me alegro,
pues la actitud del niño sin
filtros adultos siento que hace de uno
un ser más confiable.

   Me enseñó a encontrar La Imagen
entre todas las llaves voladoras
que pasaban, veloces, por delante de mi
mirar para adentro.

   Me dejó sola, en busca de Ella,
y cuando regresó con su estimulante,
me presentó cómo aquello era
semilla, y cuánto podía germinar.

   Y esa misma primera clase
fue semilla, tal cual mi imagen escrita
pudo haberlo sido, de un futuro apasionamiento
con una escritura sin cabida en mi pensar anterior.

   Distinta a los diferentes lenguajes
con los que yo había jugado,
pero que, de esta forma, completaba
el círculo que, con el cuerpo, comencé.

jueves, 15 de febrero de 2018

Y sólo son las 10.30 a.m.


   Me aferro a una rosa blanca
que corona esta mesa
como si esta fuera capaz de
mantenerme a presente.

   En el vendaval que azota
el aire que respiro.

   Mi pecho grita mudo
"¡que se eleven anclas, me
hundo!", y yo escucho,
pero tengo tanto sueño...

   Aún tras la noche, a la que
limpiamente fui entregada,
mis párpados pesan, y sólo son
las 10.30 de la mañana.

   No tengo fuerzas ni para
terminar la suculencia
que rompe mi ayuno, aunque
fuera previamente roto con
pequeñas y coloridas piedras
humanas.

   Hay tantos nuevos personajes,
y 3 escenarios en los que me
desplazo, ya no solo delante
o detrás.

   Por el centro es donde veo el desorden,
todo fuera de lugar; y ya no sirven
los apaños.

   Repito: ya no sirven
los apaños.

miércoles, 14 de febrero de 2018

La charla del abismo, en el jardín.


   El escenario es un jardín privado,
de un gran palacio de artes. El momento
la noche; los protagonistas,
los dos.

   Es esa primera noche, en realidad,
en la que tú me mostraste un pasado
muy fuera de lo común,
y mi cara fue la máscara del arlequino
casi muda, y abierta de sorpresa,
hasta llegar a aquél jardín.

   Una gran charla prosperó
en el escenario descrito, donde yo entendí
que contigo la balanza funcionaba
en los dos sentidos:

   La superficie trivial,
y el fondo del abismo. De uno, del otro,
de los dos.

   A veces es por eso que lloro,
tras varios días de latido intranquilo.

   Hoy me toca aprender a escuchar
mi propio abismo,
en soledad. Quizá me duela
no saber cuándo
volveré a poder compartirlo.




martes, 13 de febrero de 2018

A tiempo.


   Es neblinoso todo mi
en derredor, pues la mirada es
perpetua hacia dentro.

   Hacia fuera la escucha,
fina, como un topo sin otra guía
más que aquella.

   Y, en el centro, la
reflexión como punto
de encuentro.

                   

   Los tiempos han cambiado,
y van más deprisa; las herramientas
de antes ya no sirven.

   Los jóvenes corremos,
desesperados, como si no tuvieramos
toda la vida por delante.

   Y los mayores, observan
desconcertados el aceleramiento
vertiginoso del mundo.

                   

   Se torna cada vez más
difícil aprender a escuchar el
ritmo vital de uno.

   No caer en el ruido ensordecedor de la
masa confundida, que gira y gira sobre sí,
hacia ningún lado, mirando solamente sus manos.

   Yo tuve que esconderme,
y aún gira en mí, atronador, todo el
ritmo azorado.

                     

   Este regalo, el silencio,
es mi más preciado escenario
para la danza de la curación.

   Y el tiempo. El tiempo natural puedo
aprenderlo a mi tiempo, con sólo caminar
a la par que el paso de las estaciones.

   El invierno se me hace
eterno. Qué suerte, eso significa que
todavía estoy a tiempo.