domingo, 25 de noviembre de 2018

Enfrentamiento.


   Cuando me senté a escucharla, abrí mi corazón a enfrentarme
a descubrir el arte que amabas
y que yo odiaba, habiendo sentido siempre que tenía que competir contra él.
Que me abandonabas cada vez que decidías que el sonido envolviera la estancia.

   Puse un disco entero; decidí dedicarle mi tiempo aunque mi corazón temblaba de miedo
y mis músculos se tensaban de rabia.

   De pronto, como algunas veces suele sucederme,
a la cuarta obra se juntó todo, se alinearon los factores necesarios e, inesperada y gradualmente, se me conmovió el corazón;
alineándose, vibrando con todos esos factores, conmigo y con mi presente.
No pude evitar sonreír al pensar que justo la persona que no quería escuchar por ti
tenía la canción de mi momento.

   Una persona que sentí una amenaza completamente absurda
me dio el reposo que necesitaba, le dio música a las decisiones y los sentimientos que como bruma envuelven tu concepto, que aún me persigue.
Y, con ello, un paso más de distancia. Y entonces... paz.

  Poco a poco conquisto aquellos frutos que enriquecen los días pero que están envenenados de identidades que me lastiman.
Una vez los libero
nace una rama más en mi propio árbol.

   Y cada vez me hago más robusta.

   Ahora me acompaña el camino una banda sonora común, pero que al tiempo me distancia
y me permite respirar.
Terminará siendo un hábito enfrentarse al dolor y sanar.

sábado, 28 de abril de 2018

¡Café mamá!


   Cada vez que repaso mi cómic favorito,
me sumerjo en una historia que
es mía y no es mía.

   Me enamoro de unos ojos azules
que en realidad son marrones;
enredo mis dedos en cabellos cian
que son en verdad negros.

  Siento ahora el impulso de arrojarme
a unos brazos que están tan lejanos
como lo está la realidad de un simple trozo de papel.

   Y sin embargo, siento que esto
sería mi maldita perdición.

   Quererte tan lejos es lo único
que me salva; pues estoy segura de que,
si no fuera así, a la tercera
estaría vencida.

lunes, 19 de marzo de 2018

SER


 A dos tiernos días de la primavera
giro y giro como nunca giré siquiera en
mis clases de ballet,
y no puedo entender que los valles estén aún
con mantos blancos.

   Regreso sin otra cabeza que el corazón
a aquellos terrenos donde perdí;
el amor, la libertad, la seguridad, la esperanza,
la razón...

   No me reconozco, a la vez que
no hago más que verme a cada momento
con mayor claridad.

   Reconozco que estuve escondiendo mi
infierno a todos, a mí incluso. ¡perdí
así mi cielo!
y me puso la vida justo en el sitio
que yo siempre observé, pero sin enseñarme
a dejar de ser observadora.

   ¿Cuándo me volví milimetrada como reloj
cuando yo siempre fui un arroyo?

   Ahora la vida son mil preguntas
mientras me voy viendo envuelta por olas
y dejo atrás todos los manuales
que pretendí que me sirvieran.

   Quiero dejar de perseguir, y ser.

lunes, 19 de febrero de 2018

Hasta la primera amapola.


   Anoche yo ya estaba
decidida: "hasta finales del único
ciclo lunar oficial,
se cierran las compuertas."

   Ahora pienso que, tal vez,
la llegada de la primavera
sea más adecuada para reabrir.

   Hoy decidí también liberar
la incomodidad de mi boca;
pero queda ahora un agujero
bajo mis labios,
casi reflejo del que siento dentro
cada día.

   Supongo que ésta era la llave
de las compuertas, y el recordatorio
de que deben permanecer cerradas
hasta la primera amapola.

   Hasta mi nueva primavera.

domingo, 18 de febrero de 2018

En busca de paz sin ignorar.


   He tardado largo tiempo
en hacerme consciente de mi vivir
envuelto en una cortina
blanca y negra, jueza de mi ejercicio
de balanza. Y aún me cuesta
deshilacharla, para poder apreciar toda la
escala de grises

   En el mediodía silencioso,
me deslicé tranquila por entre las
siestas íberas,
y medité sobre el asunto.

   Este es un primer brote de
toda una línea de pensamientos ligados
a un sentir desesperanzado, en busca
constante de un motivo, o de unas cenizas
donde resurgir:


La paz interna es verdadera, y la
felicidad genuina, en tanto en cuanto
uno sea consciente de que el bienestar
externo que uno habita es un regalo en
en gran medida, pero que existen otras
muchas realidades menos libres y seguras,
y nuestra misión, como afortunados y 
artistas, es encontrar la manera, adecuada 
ésta a nuestra figura, en la que yo pueda
hacer algo para transformar alguna, o varias
de esas realidades para mejor.

No importan los tamaños, pues es igual de
necesario el tractor que recoge toda la arena,
como cada uno de los granos que componen
la montaña.

sábado, 17 de febrero de 2018

Inesperadamente colombiano.


   Primero fue la lectura que
yo misma niego
que tanto espero cada día.

   Después, en medio de polvo
y plumas, la banda sonora
de mi corta vida antes de adulta,
cuyo origen es el mismo.

   A continuación,
la ingesta del maíz en una de sus
miles de formas posibles
con mismo nombre; redondas como
el sol. Y con sabor a sol.

   Y por último, y totalmente
imprevisible junto con una compañía
gallego-belga, la pócima verde,
ácida y dulce;
el primer jugo probado del país,
y uno de mis más queridos.

   Hoy el día resultó
inesperadamente colombiano.

viernes, 16 de febrero de 2018

Primer con-tacto.


   En un blanco espacio fue
que la conocí. Sin saber de su grandeza
estuve con ella,
siendo mi persona pura y sincera.

   Por pura ignorancia, y me alegro,
pues la actitud del niño sin
filtros adultos siento que hace de uno
un ser más confiable.

   Me enseñó a encontrar La Imagen
entre todas las llaves voladoras
que pasaban, veloces, por delante de mi
mirar para adentro.

   Me dejó sola, en busca de Ella,
y cuando regresó con su estimulante,
me presentó cómo aquello era
semilla, y cuánto podía germinar.

   Y esa misma primera clase
fue semilla, tal cual mi imagen escrita
pudo haberlo sido, de un futuro apasionamiento
con una escritura sin cabida en mi pensar anterior.

   Distinta a los diferentes lenguajes
con los que yo había jugado,
pero que, de esta forma, completaba
el círculo que, con el cuerpo, comencé.

jueves, 15 de febrero de 2018

Y sólo son las 10.30 a.m.


   Me aferro a una rosa blanca
que corona esta mesa
como si esta fuera capaz de
mantenerme a presente.

   En el vendaval que azota
el aire que respiro.

   Mi pecho grita mudo
"¡que se eleven anclas, me
hundo!", y yo escucho,
pero tengo tanto sueño...

   Aún tras la noche, a la que
limpiamente fui entregada,
mis párpados pesan, y sólo son
las 10.30 de la mañana.

   No tengo fuerzas ni para
terminar la suculencia
que rompe mi ayuno, aunque
fuera previamente roto con
pequeñas y coloridas piedras
humanas.

   Hay tantos nuevos personajes,
y 3 escenarios en los que me
desplazo, ya no solo delante
o detrás.

   Por el centro es donde veo el desorden,
todo fuera de lugar; y ya no sirven
los apaños.

   Repito: ya no sirven
los apaños.

miércoles, 14 de febrero de 2018

La charla del abismo, en el jardín.


   El escenario es un jardín privado,
de un gran palacio de artes. El momento
la noche; los protagonistas,
los dos.

   Es esa primera noche, en realidad,
en la que tú me mostraste un pasado
muy fuera de lo común,
y mi cara fue la máscara del arlequino
casi muda, y abierta de sorpresa,
hasta llegar a aquél jardín.

   Una gran charla prosperó
en el escenario descrito, donde yo entendí
que contigo la balanza funcionaba
en los dos sentidos:

   La superficie trivial,
y el fondo del abismo. De uno, del otro,
de los dos.

   A veces es por eso que lloro,
tras varios días de latido intranquilo.

   Hoy me toca aprender a escuchar
mi propio abismo,
en soledad. Quizá me duela
no saber cuándo
volveré a poder compartirlo.




martes, 13 de febrero de 2018

A tiempo.


   Es neblinoso todo mi
en derredor, pues la mirada es
perpetua hacia dentro.

   Hacia fuera la escucha,
fina, como un topo sin otra guía
más que aquella.

   Y, en el centro, la
reflexión como punto
de encuentro.

                   

   Los tiempos han cambiado,
y van más deprisa; las herramientas
de antes ya no sirven.

   Los jóvenes corremos,
desesperados, como si no tuvieramos
toda la vida por delante.

   Y los mayores, observan
desconcertados el aceleramiento
vertiginoso del mundo.

                   

   Se torna cada vez más
difícil aprender a escuchar el
ritmo vital de uno.

   No caer en el ruido ensordecedor de la
masa confundida, que gira y gira sobre sí,
hacia ningún lado, mirando solamente sus manos.

   Yo tuve que esconderme,
y aún gira en mí, atronador, todo el
ritmo azorado.

                     

   Este regalo, el silencio,
es mi más preciado escenario
para la danza de la curación.

   Y el tiempo. El tiempo natural puedo
aprenderlo a mi tiempo, con sólo caminar
a la par que el paso de las estaciones.

   El invierno se me hace
eterno. Qué suerte, eso significa que
todavía estoy a tiempo.

miércoles, 31 de enero de 2018

Adelantar cuaderno.


   Es curioso,
porque hoy salí a jugar toda la mañana
y tenía 10 años,
y cuando volví a casa
a mi clase pintura, casi no podía volver.

   Cuando pude, estaba tranquila,
casi feliz. Casi feliz, porque la felicidad
no es un estar, sino un ser.

   Y me sentí tan, tan en paz, que derribé
el muro virtual que había impuesto,
y acepté, después,
que todo estaba bien con otro pasado.

   Aún así, inconscientemente, te seguí
buscando, como cada día.
Lo sé porque me doy cuenta de ello
casi a la par que ocurre.

   Pero hoy estoy tranquila,
casi feliz.Y supe que un día, quizá menos
lejano del que creo,
dejaría de buscarte.

   Y un tiempo después,
cuando descubra esta buena nueva,
con miedo,
pero quizás más alegría,
correría a llamarte para decirte:

   "¡Hola! no sé si me recuerdas. Ya soy libre,
ya no te necesito. Por eso puedo hablarte.
Quizás te gustaría adelantar cuaderno. A mi sí."

viernes, 26 de enero de 2018

Vocecita de hada.


   Se pasea por la atmósfera
de mis entrañas, liviana.

   Traducida en una balanza 
perfectamente equilibrada.

   Caigo en la tormenta
cuando queda descuidada;
en un ramaje oscuro,
en una senda olvidada.

   Aprendo a quedarme quietita,
como una niña silenciosa
capaz de admirar embobada
lo excepcional de cada cosa.

   Perlas de cristal en el pétalo
de una rosa, en la mañana.

   Más sencillo aún,
una casa ordenada.

   Ser capaz de apreciar simplemente
la caída eterna y preciosa
de un granito de arena 
no es tiempo que se escapa.

   Sino que escapas tú
al son de una mar serena.

   Hasta que al fin logras
oír tu voz anhelada:
tu vocecita de hada.

miércoles, 24 de enero de 2018

En quirófano.


   Hoy fue el primero de todo un ciclo lunar
de jornadas,
y me despedí esta mañana de 
mil significancias.

   Qué sorpresa ver 
que así había sido también tu mañana,
pero manifiesta en la nube, 

¡con destinatario y remitente! 
Qué detalle.

Encarnó el enojo de mi estómago,
escondido éste bajo la comprensión que, siempre,
me mantiene a 2 centímetros de 
mi piel.


   Quise ponerle nombre,
incluso jugar con el antónimo que le puse
a la verdad sin tamizar de tu sueño.

   Darle un nombre que no fuera el que
te ampara, pues no eres destino 
del proyectil de mi ira,
sino que mi enemigo adoptó tu forma;
tal como yo me temía.

Pero así estoy, 
al fin,
con la cólera en la garganta, y 
escupiendo su veneno.

martes, 23 de enero de 2018

En contra de la ley.


   Siento con frecuencia que debo
escribir acertijos
para que mi cabeza cansada
deje ya de perseguirme con
la toga y el martillo.

   Cada hada que querría hacer
tinta virtual, y cuya perpetuidad anhelo,
se ve amenazada por la ley.

   Y me rehúye, como pirata condenado,
cada posible aliento de musa
con que transformar lo feérico en frases
cantantes.

  En coros que susurran en las cabezas
de quienes me hojean.

   A esa ley, tal vez, le atenace el miedo
a liquidar el entusiasmo embrión,
a despachar sin asomo de piedad el más pequeño
suspiro que, mi cuerpo cansado,
pudiera sostener en la danza de polvo en que
se encuentra suspendido.

   Cuánto alboroto sólo por poesía.

domingo, 21 de enero de 2018

A escondidas.


   Estoy delante,
otra vez, de esta falsa carta
sin construir, a escondidas.

   Porque pretendo dejar salir esa
mitad que me corroe y se diluye con su
espejo, sin que descubra ésta su destierro.

   Un meta espejo, que se va reflejando
infinito, y no me permite discernirte,
peligrando la pureza.

  No puedo alargar mi
brazo y aludirte de forma
manifiesta.

   No aún, que todavía está
la porción sana torcida,
mezclada a una mitad tan peligrosa.

                       *

   En cada aguacate que fragmento,
así como el humor que profeso,
están mezcladas esas dos mitades,
y te extraño con cuidado, y bien atenta;
en ocasiones no distingo por cual de ellas
es que prospera mi llanto...
pero un instante, cuando ella esté distraída
escribiré en la hoja en blanco
"Tranquilo, no te arrojé,
te tengo escondido en mi arboleda".

martes, 16 de enero de 2018

Microrrelato de cuna.


D:  Bueno, pues cuando te vayas a dormir,
imagíname del lado izquierdo
(es decir, el lado de afuera de tu cama),
o sea, mi lado, con los brazos abiertitos,
y te arrunchas y te consiento la cara suaaave,
muy suave, por las sienes, el cabello,
tus pómulos, los morritos que pones,
tu mandíbula, tus ojos, en el entrecejo,
hasta que te vas quedando dormidito.

                       (Silencio)

M:  Mmmm ¿y cuando este quedándome dormidito...?

D:  ¿Continúo?

M:  Por favor y gracias.

D:  Cuando te estés quedando dormidito,
te moveré y te dejaré de lado mirando a la pared,
(porque mi brazo ya se habrá quedado dormido de
tanto apoyarse tu peso en él), y te haré caricitas por la
espalda con los dedos como garras, hasta que
ya, definitivamente, te duermes. En ese momento,
paro, te abrazo, y espero al sueño con la frente apoyada
entre tus omóplatos y los ojos cerrados.

D:   ¿Te gustó?

M:  Lo amé.

D:   Si te sirve para dormir feliz, úsalo.
Lo he escrito para ello.

viernes, 12 de enero de 2018

Ansi-Edad


   Es una cabeza fuera
de sí, y fuera de no.

   Fuera,
en definitiva.

   Es un corazón lejano
que casi puedes ver de lejos.

   Cómo palpita.

   Es el temblor de mis
extremi-edades.

   Que apenas
caminan.

   Es neblina cerebral;
Es una cortina.

   Es flotar medio llena,
o medio vacía.

lunes, 8 de enero de 2018

Todo amaina.


   Yo sé
la teoría.

   Yo sé que todo 
amaina.

   Pero en la calma,
¿cuál es la acción que
debería
culminar un mar 
que brama?

   Cómo acostumbrarse,
tras una larga 
temporada,
a otro oleaje.

   Percibir la
nueva etapa
sin soltar el equipaje;
sin soltarnos.

   El silencio es muy
pesado.

   Y cuando trato
de aferrarme al mástil,
veo que no hay
barco.

   Mi tierra dejó de ser
fértil. Y no tengo 
un manual de
jardinería.
 
   Repito, yo me 
sé la teoría.

   Pero no sé ejercer
en lo práctico.