viernes, 16 de febrero de 2018

Primer con-tacto.


   En un blanco espacio fue
que la conocí. Sin saber de su grandeza
estuve con ella,
siendo mi persona pura y sincera.

   Por pura ignorancia, y me alegro,
pues la actitud del niño sin
filtros adultos siento que hace de uno
un ser más confiable.

   Me enseñó a encontrar La Imagen
entre todas las llaves voladoras
que pasaban, veloces, por delante de mi
mirar para adentro.

   Me dejó sola, en busca de Ella,
y cuando regresó con su estimulante,
me presentó cómo aquello era
semilla, y cuánto podía germinar.

   Y esa misma primera clase
fue semilla, tal cual mi imagen escrita
pudo haberlo sido, de un futuro apasionamiento
con una escritura sin cabida en mi pensar anterior.

   Distinta a los diferentes lenguajes
con los que yo había jugado,
pero que, de esta forma, completaba
el círculo que, con el cuerpo, comencé.

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