jueves, 21 de junio de 2012

Lágrimas de fuego.

Ardientes cual cataratas de lava recorren con rapidez las colinas de tus mejillas.
Un temblor incontrolado similar a un terremoto, cuyo epicentro son tus manos, domina tus extremidades.
Una llamarada fugaz recorre todo tu cuerpo abrasando tus órganos y de tus poros sale vapor. 
Sientes en tu cráneo una presión por los dos lados de la sien que no hace más que aumentar tu ira.

Después de varios minutos en esta situación constante, tu cuerpo no aguanta más y todo se relaja. 
Con el cuerpo recostado boca arriba, apoyado en una cálida cama, miras el techo sin mirarlo realmente. Observas extasiado la nada mientras tu cuerpo se va sumiendo poco a poco en un sueño cálido, irremediable, que te acoge y tu avanzas sin pensarlo hacia él. Tus ojos se van cerrando y te duermes profundamente.

Cuando despiertas ves cómo la luz lo ilumina todo.

domingo, 3 de junio de 2012

Tu hogar.

Un día de verano cualquiera, vació y solitario., te encuentras en un banco bajo el sol abrasador y mientras sientes que sus rayos van dorando tu piel y disfrutas del viento que acaricia tus cabellos y alivia tu calor, miras al cielo.
Está despejado, es azul celeste y apenas tiene unas pequeñas motitas de algodón que flotan suavemente deslizándose por él. Entonces una línea blanca atraviesa despacio el cielo. Es el rastro que deja un avión. Lo miras. Piensas: quiero irme; está no es mi casa, no es mi hogar. Quiero marcharme.
Entonces reflexionas a dónde te irías. Piensas: Perú, Rusia, Dinamarca, China, Australia, Inglaterra, Noruega, África, Suiza...
Te levantas del banco y vas caminado hacia tu casa, sin prisa pero sin calma; piensas cómo sería tu vida en todos esos países exóticos y diferentes. Piensas en cómo sería no ver a tu familia, que tus amigos estuvieran lejos, en las dificultades de idioma. Vas descartando uno a uno los países hasta que te quedas sin ninguno. Abres la puerta de tu casa y el fresquito de la sombra te recibe dándote la bienvenida. Subes a tu habitación. Te tumbas en tu cama, miras todos tus objetos adquiridos a lo largo de tu vida.
"Este es mi hogar".