martes, 28 de febrero de 2017

La libertad de la hierba en mi cuerpo.


   En el momento en que la tierra gire dos veces
a partir de ahora,
será entonces cuando me enfrente.

   He dejado crecer la naturaleza
en las axilas de mis brazos y piernas,
pero soy incapaz aún de lucirla sin avergonzarme.

   No importa que neutralice el perfume,
es la frondosidad en sí lo que los otros juzgan.

   Como si no fuera parte de nuestra piel,
como si no tuviera razón de ser,
como si las curvas de mi cuerpo fueran eclipsadas por ese abrigo
y mi esencia femenina desapareciera en su sombra.

   Sabedor de que tendré que subirme al Ring,
mi cuerpo ya empieza a incomodarse
y busca estrategias para no tener que asumir
que romperé la mente de algunas
cuya mirada
azotará mi libertad.

    Pero esta pelea
es lo mejor que puedo hacer por mí
y por la libertad de muchas otras mujeres.

   Hasta que no sea capaz de mirar mis bucles corporales
sin el yugo del S. XXI como lente,
no decidiré qué me resulta más bello:
si césped o maleza.

lunes, 27 de febrero de 2017

Dança.

   Era un dolorido arcoíris en mi espalda
pero valía la pena los colores sufridos.

   Y con el miedo al filo de mis caderas,
tenso está el arco del comienzo de mis muslos.

   Pero todo eso no importa
si después se me olvida el tiempo
en la acción caracolada de mi cuerpo.

   Es mi sino:
tan sólo quiero danzar;
aunque sea todas las danzas 
del mundo.

   

domingo, 26 de febrero de 2017

Y volver.

   Es vertiginosa la altura
del slack-line que resulta
el sentirse 3 pasos por delante de tu cuerpo.

   Sentirse más futura
que presente.

   Aspirando la dominación de la vida
como una moira que ansía
controlar todas las almas
del gran telar.

   Solté por fin todos los hilos
y dormí la mañana,
ordenando así las decisiones en el sueño.

   Los ojos me pesaron como plomo
cuando decidí despertar.

   Pero ¡qué importaba!
como boomerang yo había vuelto
y fui capaz de volver a enfocar
como si hubiera encontrado mis gafas del momento.

   Me siento rara,
pero al menos me siento.

viernes, 24 de febrero de 2017

No son enemigas.

   Por el lazo de mi garganta,
enmudecida,
resbala la razón de mi aflicción.

   Me cubriría de tierra
para ver si mis inseguridades
se pudren convirtiéndose en abono,
o en algo que sirva.

   Creo que no hay un momento en mi vida
en que mi corazón y mi cerebro discutan tan fuerte,
y con balanceada violencia.

    Todos mis deseos
impulsados por el odio no son más que delirios
de mi corazón malherido.

   Y aunque la reflexión consciente
logre apaciguar las injurias de mi niña triste,
ya pueda morirme de hambre
que no hay bocado que se deslice por el tobogán.

   No hay niña
que quiera deslizarse por un tobogán.

   Esta presión en el miocardio
es el recuerdo
de un narciso repetidamente aplastado a pedradas
a partir de mis 9 veranos.

    Sé que no hay nada que decirte,
y nada hay que quisiera contarte.

   Tan sólo desearía ser
lo suficientemente diosa mía
para que me importaran un puto bledo
féminas contiguas.

jueves, 23 de febrero de 2017

Alas que busco.

   Tengo el mar caliente en la cara
y la cera de mis oídos acelera su tapón
porque no quiero escucharte más.

   No quiero oír a través del pasillo amplificado
ni una noche más
tus desprecios.

   Basta que empiece a acariciar
las riendas de mi vida,
para que el volcán de tu emociones te ciegue.

   ¿Realmente tu cabeza piensa
que si pudiera morar bajo otro tejado de paja
seguiría dormida en mi queja?

   ¿Va a ser la sal
la manta que me tape cada día
en este hogar?

martes, 21 de febrero de 2017

El castillo de arena.

   Este dolor que se expande a lo largo de mis andares
no me da sino alegrías,
significante de que estoy asumiendo
lo que ansío, sin juicios.
   Pues, tras varios intentos
de asumir artes hermanas por desconfiar de mí,
he optado por ser fiel,
aún a riesgo de la mediocridad.
   Un latido aliviado, sin embargo,
me dice en voz bajita que no estoy en el error,
que no existirá mediocridad
si cada día el cuerpo camina
hacia ese fuego fatuo mío.
   Mientras yo le acompañe de la mano,
con una candela paciente.
   Me aferraba antaño,
creyéndome enamorada,
a aquellas personas que poseían lo que yo anhelo,
sin distinguir que lo que amaba
no era a ellas,
sino su capacidad de asumir ser
lo que yo quería, pero no creía poder alcanzar.
   A día de hoy
supe darme el lujo de estar tan perdida
que disfruté de varias lunas para escuchar mis sentires
por encima de la dictadora.
   Y qué sorpresa saber
que no estaba perdida, sino sin construir.
   Me he ido encontrando
unos granitos de arena estos días.
   Creo que mi castillo comienza por aquí.

lunes, 20 de febrero de 2017

¡BANG!

   ¿No resulta curioso
que habiendo tanto ruido
en algunas partes del mundo
pueda haber tanta paz silenciosa
en otras?

   si el ruido
de las balas,
zumbando por el aire
y penetrando cuerpos húmedos
pudiera escucharse mientras duermes
en tu lecho cálido,
ningún presidente dormiría tranquilo.

   Si los gritos
se escucharan
cada vez que abres el grifo
de tu cómoda vida de primer mundo
saldríamos todos a la calle
a exigir justicia.

   El silencio,
a veces,
pesa lo suficiente como para acallar conciencias.

domingo, 19 de febrero de 2017

Hoy estoy más limpia que ayer.

   De repente,
se me oscureció la tarde de seriedad.

   Un espejo solitario de noche sin estrellas,
y una herida que duele en el presente y que golpea al pasado.

   Una gata inconstante por un lado,
de uñas al filo de la palabra.

   Por otro una esfinge de sal reseca
y de risa vacía.

   Mientras, yo trato de hacerme un hueco
en esta caverna oscura, aunque cada vez más limpia.

   Voy construyendo mis días
a mi compás.

   No me pasa nada,
y me pasa todo.

   El miedo no me habla
hace rato ya, este momento es otro diferente.

   Tan sólo paciencia,
que ya raya el alba.

Llegar a fémina sin germinar.

   Y después de que los pinceles
se paseen por el lienzo, rostro mío,
y me veo entonces como el cuadro que yo quiero
pienso y me percato,
cuando yo era niña
de mayor quería ser mujer.

   Con sinuosidad de guitarra
e intensidad de cereza.

   Pero las etapas no han sido nunca de mi agrado
y mi niñez y adolescencia
fueron relojes de arena de caída interminable.

   Quería ser mujer porque quería ser belleza;
veía en ese acto
el momento en el que serían mis anhelos.
   Mi canto embobaría a millares,
y mi danza desperdigaría desde mi seno
los sentires por el mundo.

   Princesa perezosa,
creía que el pasar del tiempo era suficiente.
   Quería ser manzana antes de ser planta,
antes de ser hoja,
antes de ser flor.

   Quería llegar a ser
sin la tragedia de crecer.

viernes, 17 de febrero de 2017

Maternal.

   Las ideas revolotean
por el límite de mi bóbeda craneal
debatiéndose entre ellas los valores
de la flor de mi vientre maternal.

   Querría tener la experiencia
de ser dos en una sola piel,
y que los latidos se duplicaran como contrapunto fiel.

   Pero en la aurora
una verdad de papel y tinta ha abierto una ventana
y mis previas ideas resisten la corriente de forma vana.

   Hay duendecillos esperando
lo que sé, en algún futuro, terminaré buscando.

   ¿Porqué no tener a Africa jugando en mi cocina?
y decirle que ella es tierra,
y que yo soy harina.

jueves, 16 de febrero de 2017

Tener claro, sino lo que sí, lo que no quiero.

   Me niego a cohexistir con dos desórdenes en mi vida,
con la ropa por lo suelos
y las ideas ambulantes en el viento de mi cabeza.
   Me niego a salpicar de muerte mi alimento,
ya sea con chorizo en las lentejas
o con la esclavitud de las abejas disuelta en mi taza de té.
   Me niego a consumirme en la virtualidad,
con la mirada perdida del vivir real
y con el cuello dolorido de mirar sólo hacia abajo.
   Me niego a resignarme por miedo a morir de hambre,
sólo porque este país le dé la espalda
a un oficio igual de honrado como es ser artista.
   Me niego a no sentirme libre
de caminar sola por las luces de la ciudad nocturna
por haber nacido con vagina.
   Me niego a vivir ignorante,
aún cuando pudiera ser más feliz,
si un niño tiene que caminar 6 kilómetros para ir a la escuela.
   Me niego a culpar a los otros
de arruinarme los días
cuando el poder de transformarlos está en mis manos.
   Me niego a ser inconsciente
de que la educación no termina nunca,
si no que a partir de un momento dado nos toca auto-educarnos.
   Me niego quererme menos
en pos de amar más a otros,
sintiéndome pequeña cuando la soledad me asola.
   Me niego a no ser de barro,
para poder modelarme
a lo largo de mi recorrido en esta vida.
   Me niego a amar a medias
aunque pueda morir en el intento,
aunque coser el corazón si sale mal duela infiernos.
   Me niego no cambiarle la vida a los demás
así como permito que me influyan las personas
y ser así la mujer más rica.
 
   Me niego a vivir
sin aceptar las consecuencias.
Porque no hacerlo, es vivir a medias.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Revuelto de sal, mandíbulas y hambre.

   Tromentas solares
que preceden llantos amargos.
Amargos como el mate de esa tierra que me parió,
solares como las danzas de la tierra que me crió.

   Tengo excesos de sal
que me invitan al sueño,
aunque rehúso en pos de la poesía.

   Mi terrible pánico escénico
es impedimento del saber estar conmigo misma.
Me siento anudada en cuanto me enfoco.

   Y no sé cuántas montañas de segundos
durará esta calma inusual,
que ha venido a compartir conmigo el silencio de esta habitación.

   

lunes, 13 de febrero de 2017

Alegría táctil.

   En un enfermizo mundo
donde la alegría de plástico enmascara
a las gentes,
sólo aquél que se amigó con su
vacío,
tendrá el valor de leer las tristezas que
yo escriba.

   Las tristezas no son bienvenidas
en esta era de pantallas,
como si no nos acecharan, esperando que despeguemos la vista de nuestra adicción.
Si nos dejamos llevar por el sol,
¿Por qué no dejarnos llevar por la lluvia?
No es sano comer sólo lo que nos gusta.

   Al menos tenemos consuelo en la
empatía del cielo con nuestro ánimo.
Nos jactamos de independencia
y nuestro buen humor es directamente proporcional
a la velocidad de la red.
Pero no somos más que eso:
sardinas apretadas en una gran red de consumismo.

   Creemos consumir,
cuando en realidad nos vamos consumiendo
como las últimas brasas de una espléndida hoguera
que fue un tiempo anterior.

   Anhelamos una aceptación que se manifiesta
a través de variados emoticonos,
que nos proporcionan un efímero estado de paz.
Pero con ello no hacemos más que hacer del mundo
un lugar aún más triste.

domingo, 12 de febrero de 2017

Un consomé de fuego para este frío en los pies.


   Cuando me puse a cocinar
me pregunté por qué cortar las cebollas en mi casa
no era igual que cortarlas en la tuya.

   Mientras burbujeaba el tomate, candente, lo miré
y lloví sobre él pimentón, tabasco, y más especias ardorosas...
Una poderosa nostalgia me arrastró a un consomé
a miles de kilómetros de aquí, contigo, un mediodía de octubre.

   Como si conseguir revivir ese calor en el paladar
fuera a devolverme la felicidad extraña que embadurnó aquél momento ebrio.
Estoy queriendo huir del tic tac insulso de este invierno en Madrid.

   Quizá esto suceda por sentirte tan remoto
como lo estuviste hace apenas poco más de un mes...
y cada mañana se me corta el aire en la garganta
cuando noto de nuevo cómo mi prioridad no se enfoca en el ente que soy
sino que se desperdiga en tus ojos que siento distantes.

    Hoy tengo una tristeza tan onda,
que ya ni siquiera tengo ganas de buscarte.

Este, mi estimado invierno.


   Cada invierno se repite en mi ventana
la misma estatuilla natural e inconstante de Art Nouveau.
Un ramaje enrevesado, repleto de perlitas de cristal.

   Este invierno se presentó muy crudo
y, en el temblor perseverante de mi cuerpo, mi columna serpentea
mientras que mi piel se muestra como una gallina desplumada.

   He encontrado una armonía similar en mis espasmos
a la húmeda danza de las casi esferas fulgentes.
Y me siento menos sola.

   Ojalá que todos los días fuera tan sencillo
hamacarse en la mansa abstracción de estar con una misma
de la misma forma en que ahora me pierdo mirando lloviznar.

   El invierno se me antoja como el vivir una crisis existencial
por un período de 3 tristes meses.
Es la estación individual del ser humano.

   Y qué pronto se nos olvida entre todo este humo y cemento,
en este gris, mojado, mustio...
que debajo de nuestros pies la primavera está cogiendo carrerilla.

   Si alguna vez existió una feliz época
donde el invierno no fuera taciturno cada año, esa fue la niñez,
donde mojarse con la lluvia era nuestros orgasmos de adulto.

   El invierno nos obliga a mirarnos en su espejo de soledad invertida,
sin saber nosotros leer ese lenguaje.
Cuando aprendamos, estar en invierno será como estar en casa.

sábado, 11 de febrero de 2017

Separa·dos

 
   Nada más atravesar el umbral
la primera bocanada empapó mis pulmones.
Sé que tú también lo sentiste,
que ambos pudimos respirar.

   Y aunque lloví todo el camino
la culpa de pesarte no anudó mi garganta
y la sal limpió el óxido de estos días
acumulado entre mis poros.

   Más allá de mis esfuerzos por extraer
lo venenoso en mi mordida,
posees un contraveneno en tu más genuino y templado afecto,
y no dudaría en postrarme a quien te ha creado tan apacible.

   Sin embargo, a estas alturas, late una sensación alarmante
sobre tu pérdida próxima, en mi pecho consumido;
resultó una triste sorpresa percatarme:
más perdida estoy yo de lo que podría perderte.


viernes, 10 de febrero de 2017

Los factores del estímulo.


   Fueron 4 horas de sueño enlatado
y al despertar el espejo me indicó,
a través de la sal de la comisura de mis ojos,
que me había dormido con mucha tristeza.

   Tras una larga plática en la aurora encapotada
acerca de los motivos del peso de yunque en mi esternón,
emprendí un camino fantasmal, sumergida en mi cabeza,
dirección "el origen del metal que me consume".

   Mi fe es robusta,
y la señal de que ésta ceda al peso sin disputa
indica un fallo grave en la reciprocidad del mundo
a mi hacer, motivo de mi pena.

   Una cantidad mayor de vueltas de las manecillas
hincada en la acción reposada,
y un reencuentro íntimo con mi placer alimentario
y tal vez encuentre una linterna para atravesar este palacio frío.

   En algún momento abriré una puerta
y encontraré de frente la belleza salvaje de un jardín inglés; el mío.
El atajo, sin embargo, pasando por mi biblioteca,
me aportó saber que, como ser de gentes, llegaré más tarde si voy sola.

    Dispongo que 48 horas dispuestas en bocanadas,
y cuando el último grano de arena caiga y repique su campanada,
es preciso que haya localizado entonces mi candela.

jueves, 9 de febrero de 2017

Ciudades grises de humo.

   La cuidad está regada
de humos perdidos,
y las palomas, magulladas y roñosas,
son el claro eco del ferozmente paulatino envenenamiento.

    Ni tan siquiera una oleada masiva de aves negras
conduce la atención del ciudadano medio
al miedo; y, la carencia de este,
omite la pregunta ¿por qué? dentro de sí.

   El tiempo barrió de mi cabeza,
así como el otoño barre las hojas con el viento,
a esta altura vital mía,
cualquier estrategia de saneamiento fructífero e individual.

   Y también, casi,
cualquier esperanza en la empatía humana hacia lo natural.
   

miércoles, 8 de febrero de 2017

Horas de sueño (faltas).

   El cúmulo de fatiga
manifestó ayer su desacuerdo
con la rutina insana
que mantengo.

   Limitado exprectro de horas
para conciliar el sueño,
y, para que engañarse,
para alimentarme no pongo ya empeño.

   Como dije,
manifestó este ayer su rebeldía
a través de un picazón intenso
algo más arriba del picardías.

   Y hoy ¡siguió su rabieta!
manchando de molestia un párpado,
dandole el color, a mi mirar blanco,
de la sangre que sale a veces de mi grieta.

   Imagino que mañana
me castigará con otra incomodidad,
pues parece que no aprendo
a dormir temprano, la verdad.

martes, 7 de febrero de 2017

Celos del blanco que se eleva en espiral.

   Si me besaras con la misma presencia
con que posas en tus labios las afiladas damas del humo,
creeme que mis orgasmos serían meramente labiales.

    Yo también me debilito un instante
cuando su perfume empaña en fugaz brisa en derredor.

   Quizá estos celos
por no ser una convidada tuya de ese rango
sean los culpables del tabique emocional que de ti a mi sentir separa.

   Y mis suspiros no son más que
la prueba sonora correspondiente a tenerme cautivada una presencia que es fantasma de la tuya.


lunes, 6 de febrero de 2017

Cotidianidad.

   El miedo atenaza debajo de esta fina piel mía,
que ni abriga ni ná.

   Recordándome que aún no aprendí a defender
mis más ocultas necesidades, por miedo al no fatal.

   Cuánto he tardado en reconocerte como espejo,
minino atigrado del constante lamento.

   Sin querer darme cuenta de que
como hijo adoptivo tú mamaste mi actitud.

   Te miro, y en el mirar tierno
descubro pesados mis párpados y pestañas.

   Quizá deba unirme al encanto de tus bigotes dormidos.
Y dormir, otra vez, menos horas de las que necesito.

   Tranquila, el paso de la expresión de mi necesidad ya fue dado,
pero no deben asustarme las lágrimas, pues sólo salen con un pelín con retraso.

   Y después de tantos días compartiendo el mismo aire,
aunque goce de un espacio acorde a mi aura, extraño el calor de tu abrazo nocturno.

   Nunca supe despedirme bien,
ni siquiera de un día que se acaba.

domingo, 5 de febrero de 2017

La introspección que es acción.

Algunas veces, en el silencio ficticio,
máscara ilusoria del bombeo ansioso en mi pecho, 
me planteo preguntas cuya respuesta es ya bien sabida
por el simple motivo de que ya no sé qué más preguntar.

En ese momento el frío se vuelve áspero,
pero las mantas no se han inventado para atravesar la piel,
y, en su rasposa compañía,
intento dialogar con mi estómago anudado.

Qué provoca la vuelta a la pregunta primera no lo sé.
Tal vez mi inconsciencia sepa mejor que yo
el tamaño de la respuesta de aquello que realmente quiero preguntar,
y prefiera ocultarse entre los juncos de superfluos interrogantes.

Una parte se niega a cooperar siendo doble tarea al no dejar ni rastro,
y en ese forcejeo donde ninguno cede
los segundos pasan convirtiéndose en tiempo perdido.
Esa triste burla del sino donde nos extraviamos en nuestro fuero interno
mientras el tiempo prosigue sin nosotros.

sábado, 4 de febrero de 2017

De camino a casa.

Primer Bus

   Yo preciso del feliz reencuentro con la estación oscura. No es una utopía, hoy lo veo.
   Una alegría perdida se me anega en el pecho al sentirme, de nuevo, abrazada por los nubarrones y no asfixiada por su gris.
   Ese gris que templa el alma, que incita al envolvimiento del cavilar sereno, invitándome a un reencuentro con mi historia. La historia de mi niñez.

Horas después, segundo Bus

   Mientras en mi cabeza discutía sobre Lorca, me di cuenta de que no iba sola en el autobús.
   Son constantes los estallidos de estas burbujas mías del pensar, y son perecederos los momentos en que las mismas no me envuelven de nuevo.
   Un confluir entre realidad y mente al ritmo de la danza de un tiovivo.
   Sólo que ya no soy tan niña, y mis pensamientos son quizá demasiado pesados para montar en alguno de esos caballitos otra vez.
   

viernes, 3 de febrero de 2017

Cómo.

Cada vez olvido menos que las cosas ya no se empiezan, ni se acaban,
tan sólo forman parte de la única línea contínua, y nunca desaparecen del todo.
Cómo no temer entonces el final cuando es exactamente eso,
el final.

Hace tiempo que no veía mi línea difusa como ahora.
La frente cae por su propio peso y mi estómago traga sin interés.
Y sé que repito siempre lo mismo, pero es que es lo mismo, sin ser lo mismo.
Como un Dejà vu. Es la espiral.

Aborrezco el círculo donde
mi necesidad es tu cercanía que me asfixia, para no asfixiarme así con el vacío de mi soledad.
O con el ruido de mi cabeza.
Todos tenemos ruido en la cabeza.

Todos sabemos que, al final, da igual a donde vayas,
porque la magia termina estando en la mirada que os lanzásteis dos desconocidos en el metro,
y cuyos rostros quedarán olvidados, vivos sólo en ese segundo.
La magia está en lo que ocurre mientras vas y mientras vuelves.

No es a dónde vas. Es cómo vas.

jueves, 2 de febrero de 2017

Pedagoga del mirar, eso quisiera...

Hoy,
Sencillamente,
No tengo ganas de escribir.

Y,
Si escribo,
Es por no romper mi pacto.

Sólo decir,
Que la vida se pasa muy deprisa.
Los días son un rayo.

Y me descubro
Tratando de iluminarte como uno de ellos.
Pero te veo opaco.

Querría
Tener la capacidad
De enseñarte que puedes ser brillante.

Querría
Saber traspasarte
La visión mía de los días del mundo.

Querría
Explicarte
Toda la luz cegadora que yo veo y por la que no muero a diario con tanta miseria humana.

Quisiera cederte mis ojos verdes
Y que vieras prados
En lugar de tierra seca, maloliente y castaña.

Si me das la mano, abierto,
Te prometo que vas a vibrar tan sólo
Con el latido de las mías.

Y no querrás
Olvidar jamás
La forma en que descubriste que se podía mirar la vida.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Sinsentido.

Dormir con su desolación al otro lado de la puerta se hizo imposible.
Cómo no negar, entonces, la autoridad del reloj al alba.
Lo cierto es que más allá de mi angustia poco tiene autoridad en estos tiempos.

En un coloquio en tu no presencia pude avistar las gaviotas en el cielo encapotado.
De Madrid centro.

Si es que a veces la poesía me viene sin sentido.