domingo, 12 de febrero de 2017

Un consomé de fuego para este frío en los pies.


   Cuando me puse a cocinar
me pregunté por qué cortar las cebollas en mi casa
no era igual que cortarlas en la tuya.

   Mientras burbujeaba el tomate, candente, lo miré
y lloví sobre él pimentón, tabasco, y más especias ardorosas...
Una poderosa nostalgia me arrastró a un consomé
a miles de kilómetros de aquí, contigo, un mediodía de octubre.

   Como si conseguir revivir ese calor en el paladar
fuera a devolverme la felicidad extraña que embadurnó aquél momento ebrio.
Estoy queriendo huir del tic tac insulso de este invierno en Madrid.

   Quizá esto suceda por sentirte tan remoto
como lo estuviste hace apenas poco más de un mes...
y cada mañana se me corta el aire en la garganta
cuando noto de nuevo cómo mi prioridad no se enfoca en el ente que soy
sino que se desperdiga en tus ojos que siento distantes.

    Hoy tengo una tristeza tan onda,
que ya ni siquiera tengo ganas de buscarte.

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