jueves, 23 de febrero de 2017

Alas que busco.

   Tengo el mar caliente en la cara
y la cera de mis oídos acelera su tapón
porque no quiero escucharte más.

   No quiero oír a través del pasillo amplificado
ni una noche más
tus desprecios.

   Basta que empiece a acariciar
las riendas de mi vida,
para que el volcán de tu emociones te ciegue.

   ¿Realmente tu cabeza piensa
que si pudiera morar bajo otro tejado de paja
seguiría dormida en mi queja?

   ¿Va a ser la sal
la manta que me tape cada día
en este hogar?

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