miércoles, 15 de febrero de 2017

Revuelto de sal, mandíbulas y hambre.

   Tromentas solares
que preceden llantos amargos.
Amargos como el mate de esa tierra que me parió,
solares como las danzas de la tierra que me crió.

   Tengo excesos de sal
que me invitan al sueño,
aunque rehúso en pos de la poesía.

   Mi terrible pánico escénico
es impedimento del saber estar conmigo misma.
Me siento anudada en cuanto me enfoco.

   Y no sé cuántas montañas de segundos
durará esta calma inusual,
que ha venido a compartir conmigo el silencio de esta habitación.

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario