martes, 27 de junio de 2017

Un pequeño Colibrí


   En México
fue que empezó el retorno
del sentido de su fugaz batir
a mi seno.

   En ese mísero instante
en que apenas vislumbré
su sombra,
recordé que estaba
muy, muy cerca de casa.

   Y recuerdo a su vez,
cuando me sobrevuela este recuerdo,
la neblinosa imagen
del cuarto de mamá,
las flores,
y el colibrí que, cada día,
venía a jugar con ellas.

   Lo había desterrado
de mis significados
debido a la inseguridad que es
creer que una cosa
no puede significar para todos.

   Lo desterré
por confiar más en el frío cerebro
que en mi sentir certero.

   México me hizo click.

   Y en medio de las vueltas de
ese huracán
vi florecer en vivos colores
la oportunidad de recuperarlo
en mí.

   Un tiempo después
apareció,
en reflejo de mis actos,
poco comunes,
una historia que me devolvió
ese nombre.

   Recuperé con ella
el título de portadora
de ese nombre;
y con ello, quién soy yo.

   Un pequeño colibrí.

domingo, 25 de junio de 2017

Y que la marea te termine de llevar.


   Era un hecho
que el clima era un espejo
de los sentires
de mi centro.

   Pero más lo fue
una tarde de junio
cuando el sol y la lluvia
bailaron juntos.

   Justo
como acontecía en mis
adentros.

   La pena amarga de un
adiós
y el alivio de una puerta
cerrada con llave, al fin.

   Tu última piedra
arrasó la ya única torre
que quedaba en pie
de mi fuerte de vana esperanza.

   Yo la pedí a gritos,
como ahora pido,
a gritos también,
que la marea se lleve
tus restos.

   Y que mi playa quede
lisa de nuevo,
para dibujar otra vez.

miércoles, 21 de junio de 2017

Poesías sin sal.


   Tantas veces
he cambiado de piel mis
hogares, que
tal veces sea ésta
mi dinámica aprendida.

   Tal vez sea solamente que,
ante la magnitud de este vuelo,
me esté yendo
mucho antes
de irme en realidad.

   Los parajes no son más que
selvas de cemento con aceras calientes,

   Los sentires se repiten siempre
los mismos, en bucles cada vez más pausados.

   Parecieron en su momento
lo único vivo
de esta selva, y eso
tornó mi poesía
insípida.

   No he dejado de cambiar
de ventanas donde poder sentarme a buscar
las especias que faltan para
sazonar esta mala poética,
sin éxito.

   Sin embargo,
hay un punto de la tarde donde
el aire se tiñe de rosado
y las golondrinas bailan asegurándome
que falta poco.

   Que no queda nada
para que vuele yo. Y, espero,
también mi poesía.

domingo, 18 de junio de 2017

Sin título.


   Fue una palomita blanca
de papel arrugado
que apareció sólo
cuando mi pecho estaba atorado.

   Me recordó a la tez clara
de la chica de porcelana,
de ojos color avellana
y largos cabellos dorados.

   Y con su recuerdo, vi el rostro
del paladín que hace rato,
por todos los medios trato,
de darle un olvido por otro...

   Por otro querer más certero,
pero de eso ya os he hablado.

   Mientras en este confesar sincero
ando, de forma liviana,
pienso, nunca me dije ¿qué quiero?
Mi fuerza se tornó fina lana,
que, por cada tentación de manzana,
le apareció un nuevo agujero.

   Habla el poeta más viejo
del dolor de ese amor sin respuesta,
pero nadie dice que apesta
también, ser tú un roto espejo
que no devuelve el querer
ni aún siendo amado entero.

   Es este el lamento más fiel
que en las horas vacías me sigue;
el pequeño vaso de hiel
que aún no sé no engullir.

   Sólo quiero un firme motivo
que me obligue a la fuerza a seguir.

   Caminando se hace el camino;
caminando se siente el latir,
y no es sino caminando
que quizá le encuentre un sentido
a vivir sin haberte querido.

sábado, 17 de junio de 2017

Mirar de aceituna.


   No.

   No voy a necesitar más
las caricias de un fantasma
para amarme,
porque la estima
provendrá de la ventana
que refleja
la más real de mis miradas.

   Esa ceniza musgosa,
que me mira curiosa
cuando me miro,
me deja embaucada, y ahora
comprendo
que embauque a otros.

   Porque no se trata,
sólo, del misterio de sus aguas cenagosas;
y va más allá del delicado aleteo
de las pestañas.

   Es algo que se esconde
en el relucir precoz de sus ondas.

   Pero pareciera
que tuviera siempre que esperar
a la mitad de la tormenta,
y al filo del relámpago último
para recordar de nuevo
que el espejo
refleja esas dos aceitunas que esperan
para mirarme.

jueves, 15 de junio de 2017

Un ramillete o Micropoemas.


#1

   Me sorprende todavía
ser reacia
a dejarme transformar por las cosas,
cuando mi naturaleza cambiante
es una de las pocas verdades absolutas
de mi esencia.


#2

   Es casi un alivio
cuando el tiempo se adecua
al estado de ánimo
que transito.


#3

   De vez en cuando
el malestar,
al estar con otros,
se traduce en una excesiva brevedad
en la estancia
conmigo.


#4

   El enloquecido vuelo
de todas estas golondrinas
me recuerda mucho
al alboroto en mi cabeza;
también me recuerda
que, en breves,
partiré.


#5

   Ante cerebros esculturales,
mis talentos contienen
el aliento;
y yo,
por supuesto,
me asfixio.


#6

   Me pareció
ver oscilar
el último brazo del sol
que se alargaba sobre las montañas.
 Al parecer no tiemblo
sola.


#7

   Vi apoyarse
en mi hombro desnudo
el soplo dorado
de un día que se acaba.


miércoles, 14 de junio de 2017

Quemando un error.


   Se me cansan los brazos
después de un tiempo
manteniendo
los fragmentos que soy yo
todos juntos.

   Y lo siento,
pero hoy estoy enfadada
conmigo.

   Y me merezco darme
la regañina;
y me merezco
llorar la culpa.

   Y si ahora
tengo que cargar conmigo
es porque
estos últimos años
no le dediqué ni un momento
a la costura.

   Y si ahora
me sangran los dedos
es por no haber hecho callo
durante todos estos
años.

   Todas estas cadenas que
aprietan y queman mi pecho
es menester que
lo hagan.

   Y es menester que
agonice en ello.

   Quiero arder tanto
que la cicatriz sea
eternamente sensible.

   Para que,
si llegara tan siquiera a pensarlo,
me queme tanto el pecho
que no vuelva a cometer jamás
este maldito error.

lunes, 12 de junio de 2017

Nadie tiene tiempo para la poesía.


   Ya nadie tiene tiempo
para la poesía.

   Apenas aquellas personas
que se asfixian
sin ella.

   Todos corren
con sus instantáneas a
todos lados.

   Su café instantáneo,
su metro cada 3 minutos,
la satisfacción inmediata
al alcance
de tu móvil.

   Ya nadie tiene tiempo
para respirar las palabras,
y mucho menos para leerlas.

    Nadie tiene tiempo
que perder,
y todo el mundo
pierde la vida en ello.

   Apenas quedamos
de los que bebemos del sol.

   Aquellos que
somos capaces de
vivir un día entero
sin fotografiar
cualquier maldito
instante.

   Aquellos
para los que un instante
tiene el valor de saberlo
irrepetible.

   Y que nosotros
no somos más que un instante
en el suspiro
del universo.

Gafitas de realidad.


   Estoy por ir a verme
la vista,
no sea que no vea las señales
por cegata,
y no por tonta.

   Quizá esas manchas
borrosas de sensaciones
con un buen par de anteojos
serían claras
direcciones.

   Imagino,
en lugar de un
"tal vez podríamos llamarle"
un rotundo
"tú sigue recto y sin mirar".

   En lugar de una
corazonada,
un cartel enorme con
flechas y
luces de neón.

   Que vergüenza poseer
el don de la racionalidad
y ser el único animal capaz
de ver sólo
aquello que quiere ver.

 

domingo, 11 de junio de 2017

Nube sensible.


   Hace un tiempo
escribí
acerca de un huequito
que me acompañaba
debido a la
ausencia.

   Hoy
quiero hablar de
un pequeño pedazo de nube
que se me enganchó,
sin querer,
en la riñonera
y que no logro quitar.

   Y ahí permanece.
conmigo, allá adonde voy.

   Por las noches,
no sé cómo,
se enreda en mi pelo
mojando mi almohada
aquellas veces que
vuelves.

   Siempre sin permiso,
siempre necesariamente.

   Mil botones
que se esconden en el
día a día
accionan el llanto
de mi nube sensible.

   Ya no quiero poner
barreras. Ni muros, ni tapones...
Ya no quiero ser más
una presa.

   Que corra el agua
hasta que se agote.

   Hasta que la corriente
arrastre las espinas
que olvido
y, de tanto en tanto,
me recuerdan
que, todavía,
duele.

sábado, 10 de junio de 2017

Un buen portazo.


   Hoy, tras estos días sintiendo,
lo supe.
No se irán
porque yo quiera.

    Los colibríes regresaron,
y los tuyos sólo son tristezas.

   Un cero a la izquierda
ha gozado de más atenciones,
si era parte de un código
de videojuegos.

   Y estoy cansada de tu
hipermetropía emocional.

   Y lo estuve
mucho más tiempo del que habría
sido capaz
si me quisiera como es debido.

   Tomé la decisión de
ser concreta,
y un montón de adjetivos más
sobre la persona que quiero ser.

   Hoy, tuve el valor completo
de cerrarte las puertas.
 
   Quizás sea consecuencia
de la neblina irritante que deambulaba
entre el so y el
tan característicos tuyos. 

   Creo poder ser optimista ahora,
una optimista concreta. Un ser concreto.

   Un duende dijo una vez
"Soy mi mejor arma para salir de esta."
¿Cuándo no ha tenido razón
la magia?

jueves, 8 de junio de 2017

Poema desordenado.


   Sigo sin entender porqué
estos chaparrones de primavera
que hacen mares de aguas pesadas
como anclas.

   Estas últimas poesías
lucen plagadas de palabras
como si fuera la marabunta de éstas
a llenar este hueco enorme.

   Quiero dejar de escribir sobre ello,
como esperanza vana de tardar menos,
en un futuro,
en volver a escribir acerca de algo
que quizás no haya nunca más.

   Quiero decirte adiós más deprisa
para poder decirte hola antes...

   Mis mareas se calman a momentos,
y aunque su ritmo permanece,
es tan veloz en su arrullo que a veces soy yo
la que se acelera.

   Los anillos de mi centro se acumulan
y cuanto más blandita estoy por fuera
está más fuerte mi tronco:
y mis raíces;
y mis ramas y hojas.

   Y a veces es así como me percibo
a mi misma:
como un montón de ideas
unidas en un hilvanado débil.

   Igual que este poema desordenado,
que no busca más que vomitar algunas
de estas imágenes que se me atoran
cuando veo borroso
y que no he logrado bordar de forma bella.

   Pero poco me importa,
porque al final, este poema también
es para mí.

miércoles, 7 de junio de 2017

Inviegno.


   Me siento ligera
aunque me reviente el vientre
de tanta consistencia.

   Una nueva fórmula
con unos detalles sensoriales
de los cuales carece la fórmula principal,
la fórmula estándar.

   Esta noche
tan sólo jugué
un conocido preparado
de semillas africanas concentradas.

   Sin contenido previamente vivo,
ni procedente de su existencia.

   Las pupilas de la boca
se dilataron
y los cabellos de brazo y nuca
se erizan como si fuera invierno.

   Este mundo me es nuevo
y mi compromiso es cada vez mayor.

   Cómo no voy a estar de tu parte
si tu promesa de devolverme
el perdido placer de mis papilas
lo cumples.

    Cómo negarme a tanto placer
si, además, no lastimo con él.

 

martes, 6 de junio de 2017

Decir adiós al "ranchito".


   Me quedé al otro lado
de la verja,
mirando el ranchito
del que acababa de salir.

   Sospecho
que me quedaré mirándolo,
quieta,
algunos días aún.

   Lo miro acongojada;
tiene todo lo que siempre he soñado:
un laguito, una hamaca,
árboles frutales,
un par de niños correteando
y una puesta de sol...

   Algo en mí cambió
para que "lo que siempre he soñado",
una parte de mí,
ya no lo sueñe más.

   Se me parte un nuevo trozo del alma
cada vez que tengo que decirle
nuevamente
"adiós".

   Porque fueron varios ya;
a algunos árboles frutales
a los niños,
e incluso a la puesta del sol
en el lago.

   Tengo miedo de girarme,
y que tras mi espalda, el negro del no mirar
engulla el terreno querido.

   Tengo miedo, porque sé
que será así.

   Te voy a extrañar tanto...
siento no haber sido feliz aquí,
y todavía no sé porqué
y quizá nunca lo sepa.

   De mis lágrimas de despedida
crecerá una enredadera y un rosal con espinas
que lo cubrirán todo;
pasarán 100 años,
y espero que para entonces recorrer las ruinas,
porque serán ruinas,
no me duela más.

   Queda muy poco para que me aleje ya,
sin retorno,
de tu valla de madera.

   Quizá sólo
un par de lágrimas más.

lunes, 5 de junio de 2017

Más despierta.


   Últimamente
tengo los pies fríos
al dormir.

   Será, quizás,
un acto reflejo, de defensa,
y que todo el calor
esté acumulado en mi sentir.

   Últimamente
los sueños dicen más de mí
que mi consciencia despierta.

   Quizás sea más libre
allí;
quizás haya menos barreras.

   Cada vez más
vivo con menos certezas.

   Cada día que pasa
hay menos reglas a seguir.

   Cada día que pasa
estoy más
y menos quieta.


domingo, 4 de junio de 2017

Mi jardín secreto.


   Esta mañana
me guardé una pluma blanca
y olvidé
que la tenía.

   Como si hubiese olvidado
mis alas;
como cada día.

   Frecuentemente olvido
que hay dientes de león
que crecieron en mis adentros
con heridas.

   Son esas cicatrices,
invisibles,
las que cada tanto
me inspiran.

 Algunas todavía sangran,
y otras no son más que raíces
que atraviesan la piel del alma en forma
de fugaz recuerdo triste,
que viene
y se va cuando termina.

   Pero estoy contenta
porque tengo la azada y el rastrillo,
una pala y carretilla.

   ¡Incluso he adquirido un
libro de jardinería!

   Pero creo que va a ser
más complicado,
porque viene con todas las hojas
vacías.


El rugido de las bestias.


   De pronto
se inundó la ciudad
de alaridos y berridos
de las bestias.

   Pareciera que
acababa de atracar
un barco
hasta las trancas de vikingos
ansiosos ya de acción.

   El grito atacante
del macho que defiende
lo que es suyo.

   Que celebra
la victoria necesaria de...
¿Qué diríais?
¿Derechos?
¿Libertades?

  Qué va,
era sólo un Gol.

viernes, 2 de junio de 2017

Un pedacito de puzzle.


   De golpe
tuve un encuentro con su
pasado;
esa realidad que,
me contó,
aborrecía actualmente.

   Los cabellos,
metales por el cuerpo
el caos y el desparpajo
como símbolo de
libertad.

   Tan sólo he
deseado
que él ya no sea
esto.

   Y yo,
que quizá hubiera
encontrado algún atractivo estético
en ello...
ahora sé que esto
tampoco es para mí.

   Creo entender
qué era a lo que
se refería
entonces.

   Aunque ahora
ya no importe.

   O no debiera
importarme.

   Aunque ese fragmento
que yo protegía
siga vigente
en mi nuevo
desacuerdo.

   En realidad
qué más da
todo esto.

jueves, 1 de junio de 2017

Espejito, espejito.


   Después de la inmersión,
pareciera que mis pechos
lloraban,
incitados por los bucles
de mis cabellos.

   Pero no de
tristeza;
y sin embargo
caudalosamente.

   Me miro
y me identifico, lejana.

   Ante los extremos,
mi blanca piel
y mis cabellos oscuros,
la ambigüedad
del verde-ceniza de mis ojos
me desconcierta.

   He crecido lento
aunque sin cambiar la dirección.

   He crecido lejos,  
y aún me faltan 2 cm para llegar
a la piel
que me corresponde.

   2 centímetros
que quizás sean
más de 100 días de mirarse
en los espejos.

   Hasta verme
por fin.