jueves, 1 de junio de 2017

Espejito, espejito.


   Después de la inmersión,
pareciera que mis pechos
lloraban,
incitados por los bucles
de mis cabellos.

   Pero no de
tristeza;
y sin embargo
caudalosamente.

   Me miro
y me identifico, lejana.

   Ante los extremos,
mi blanca piel
y mis cabellos oscuros,
la ambigüedad
del verde-ceniza de mis ojos
me desconcierta.

   He crecido lento
aunque sin cambiar la dirección.

   He crecido lejos,  
y aún me faltan 2 cm para llegar
a la piel
que me corresponde.

   2 centímetros
que quizás sean
más de 100 días de mirarse
en los espejos.

   Hasta verme
por fin.

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