domingo, 18 de junio de 2017

Sin título.


   Fue una palomita blanca
de papel arrugado
que apareció sólo
cuando mi pecho estaba atorado.

   Me recordó a la tez clara
de la chica de porcelana,
de ojos color avellana
y largos cabellos dorados.

   Y con su recuerdo, vi el rostro
del paladín que hace rato,
por todos los medios trato,
de darle un olvido por otro...

   Por otro querer más certero,
pero de eso ya os he hablado.

   Mientras en este confesar sincero
ando, de forma liviana,
pienso, nunca me dije ¿qué quiero?
Mi fuerza se tornó fina lana,
que, por cada tentación de manzana,
le apareció un nuevo agujero.

   Habla el poeta más viejo
del dolor de ese amor sin respuesta,
pero nadie dice que apesta
también, ser tú un roto espejo
que no devuelve el querer
ni aún siendo amado entero.

   Es este el lamento más fiel
que en las horas vacías me sigue;
el pequeño vaso de hiel
que aún no sé no engullir.

   Sólo quiero un firme motivo
que me obligue a la fuerza a seguir.

   Caminando se hace el camino;
caminando se siente el latir,
y no es sino caminando
que quizá le encuentre un sentido
a vivir sin haberte querido.

2 comentarios:

  1. Me ha removido. Me siento muy identificada. Que falta hace que alguien hable del sufrimiento de ser ese espejo roto que no refleja el amor y no solo del que no lo recibe.

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    1. Elena: muchas gracias por leer y, sobretodo, por transmitirme aquello que piensas respecto del Poema en general.

      Me hace inmensamente feliz que hayas sentido con él.

      ¡Un saludo!

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