jueves, 31 de agosto de 2017

Un pasito más.


   Fue bajo las humedades
externas que me encontré,
por fin, tras algunos días de bagabundeo
y de culpa.

   Y por primera vez
aunque la cabeza lo hubiera repetido
hasta la saciedad,
pude comprender.

   Que volver al centro
no es dejar de querer.

   Y que el miedo y la sensación
de obligación,
son los peores enemigos
para el desarrollo de un afecto.

   Sabía de este click,
pero nunca había escuchado el sonido.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Acompañando mudas de piel.


   Siempre me quedo mirando
tu aromática,
incluso cuando no está.

   Anoche hubo más tormenta
dentro,
que la que cayó en la ciudad realmente.

   Dentro de dos miradas verdosas
cuyos interrogantes se movían
más rápido que las lenguas.

   Podría haberse derrumbado todo,
que no era más que
cinco jornadas de intensidad.

   Pero bombardeaste tus muros,
y pudo llover
y calmar mi esfuerzo quemado.

   Y gran parte del temor
quedó sepultado bajo
el encuentro.

   Me hace inmensamente feliz
tener un compañero
en esta muda de piel.

   Tener la oportunidad
de volver a
aprender.

sábado, 26 de agosto de 2017

Todos estamos rotos.


   Y no se trata
de algo tan simplista
como el concepto
"pesimismo".

   Sino de la
verdad plena
del ser viviente y pensante.

   Nacimos nuevos
y nos rompemos
a lo largo del camino.

   Nuestra cabeza inconsciente
busca constantemente
evitar el quiebre,
pero está equivocada.

   No se trata de evitar,
se trata de curar;
hay que romperse, sanar
y permitir la rotura de nuevo.

   Porque así
funciona el crecimiento.

   La planta,
para ser tal,
primero rompió
la cáscara de su semilla.

En blanco, pero llena.


   Si me pongo a pensar
la pared se vuelve blanca.

   Siempre tratando de encontrar
las palabras, y ahora...
sencillamente es tan grande
que no tiene sentido.

   En este caso
quizá sea apreciarte como
a una majestuosa montaña.

   Como aquella en cuya ladera
moro.

   Fue como nadar en un lago
de Austria, de noche;
con cierto miedo,
pero sabiéndome existente.

   Da igual lo que diga,
todo me sabe a poesía barata,
y nada me llega
que me satisfaga
a la hora de
retratar este encuentro.

lunes, 21 de agosto de 2017

Silencio en el medio del ruido.


   Vine aquí a sentarme
con la esperanza de
atenuar
un poco el ruido.

   Pero esta gran ciudad
está empapada,
y los árboles no son
suficientes.

   Aquí hay verde de
mil formas
y quizás la singularidad
me distraiga un poco
del ensordecimiento.

   Me sorprende.

   Siento que, hasta
hoy, no he parado un momento,
zarandeada por el ajetreo
de la metrópoli.

   Buscando el silencio,
y cuando lo encuentro
se arremolina el ruido que
fui incapaz de oír,
a causa de este
mayor.

   Supongo que todos los
parques comparten
la misma invitación a la
intimidad.

   Y te envuelven, haciéndote
sentir como en casa;
en el mismo centro
de ti.

domingo, 13 de agosto de 2017

Diversos remolinos.


   Por dejar volar el centro
afuera,
y jugar con ese fuego,
me quemé.

   Y el día ya puede ser
el más hermoso,
que por mí ardería
toda la fe,
y gran parte de los hombres.

   Ya es la segunda vez
en esta misma jornada,
que adquiero azúcar en cantidades
que no suelo.

   Y ahora mi estómago
me recrimina.

   Cada día, desde que llegué aquí,
ha crecido una mala hierva
en mi pecho,
con cada mirada descarada y masculina.

   Y hoy, esa hierva se quemó,
y me hizo llorar.

   Porque era llorar o desatar la lengua
y con ello, tal vez,
por factor externo,
mi piel se tornara violeta.

   Prefiero vivir la tormenta
estando dentro de ella, si toca,
que andar persiguiéndome
por las esquinas,
como al conejo blanco.

   Este día tengo frío,
y calor y rabia,
y una advertencia en el dedo,
así como humedades en
los ojos.

   No quiero más condiciones,
y menos provinientes
de un poeta del aire
que se permite ser libre
¿pero no a mí?

   Aprender a decir adiós
a las cosas pequeñas
también es
importante.

jueves, 10 de agosto de 2017

Volver es en todos los aspectos.


   Tantísimas lunas han pasado
desde que escapó la
capacidad de que este halo existiera
y me acompañara en el vuelo de la pluma
que, lo siento,
pero no voy a renunciar.

   Me es igual que seas protagonista
y no quieras serlo,
yo ya dejé entrar al vampiro.

   No asumiré como mío
el miedo, cuando ya tuve ese fardo
constante en la tensión de mis
músculos,
donde hay eco aún
cuando recuerdan.

   Seré la reina de todo este extenso
sentir que se conforma
lento, y con un origen, aunque obvio,
cada vez menos pesada
su razón en sí.

   Tan sólo me pesa este reino;
pero qué delicia como pesa.

   Dejaré que me acompañes
si es esto inevitable,
pero mermado tu poder
al límite.

   Las horas volverán a ser
las que deben ser, y no habrá más cálculos.

   Habrá solamente silencio
hasta que se acomoden las arenas
en caída,
y no pase los días en sol que es luna
y viceversa.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Busco pies de plomo.


   El pie izquierdo en presente
y el derecho anclado profundo en mi
frente interna.

   Que gira, y tuerce el todo,
torciendo, quizás,
un poco de mi presente, también...

   Siento que debo abstenerme al ruido para,
unos días de trompicones más tarde,
volver a pisar Bogotá.

   Pero no sé qué construir
ahora, con estos fragmentos quebrados.

   Y la duda sobre si la niebla se cierne
realmente sobre mi visión objetiva
sólo entorpece mi primer paso.

   Nunca sé cuándo,
ni cuánto,
ni si debo quedarme parada.

   Quisiera caminar,
dejar de sostener el pensamiento,
y sostener en pausas la respiración.

   Y recobrar el oxígeno que me roban
estas altas montañas... y un poco el pensarte, también.


martes, 8 de agosto de 2017

Sentir con casi 23.


   Me arrastra apacible
aunque algo triste
esa canción, al ojo en el cielo,
y allí, en el mismo,
desprendo acuoso
todo mi miedo.

   Todas mis preguntas.

   Todas las racionalidades
que no hacen más que impedir
que sienta,
como cuando tenía 15 años,
pero grande, como si tuviera casi 23.

   Y me pregunto
asustada, si esto es una prueba,
o si es una recompensa;
o si no es nada más que
"siente en la piel ahora".

   Quiero dejarme embadurnar,
dejar que se me haga trizas el pecho
y las noches,
y los miedos,
y temo hacer trizas demasiado.

   O todo.

   Temo no haber aprendido.

   Temo que esto
no sea más que otro golpe nuevo.

   Temo perder la cabeza en la
enmarañada red de lógica que creé para
salvarme, y que sirvió.

   Y que ésta me ahogue cuando trato
de ser libre e ingenua en esta revolución mía...

   Temo como si hubiera estado viva,
porque sé lo que duele morir.

   Con nada más que repetir
esta canción hasta ensordecer,
trato de hacerme un poquito dueña
del tiempo que pasa,
y pasar una eternidad
en muy poco tiempo.

   Sola, con el pecho en ebullición,
en colapso,
con el big bang que hace años no me sacudía
y creaba todo este universo que,
ahora,
me aterra.

   Con tal impecable lista de errores
no acierto a entender que tenga otra
oportunidad de tener la creación
en mi pecho,
de morir a cada segundo, envuelta en esta
danza de estrellas.

   Y busco, casi desesperada,
a esa niña que sentía sin miedo,
sin futuro, sin culpa,
sin más anhelo que sentir,
como si este tornado fuera sólo suyo.

   Como si el origen no importara,
como si no hubiera un dios creador.

   Vuelvo a tener 15 años,
pero con casi 23.


lunes, 7 de agosto de 2017

Balada del quiebre.


   Hoy no quiero escribir.

   Hoy no quiero escribir,
porque no quiero perder esta
marejada tremenda
que choca constante contra
las rocas
de mi cabeza.

   Hoy no quiero escribir,
no vaya a irse volando
el incesante colibrí que me
ajetrea.

   Hoy no voy a escribir...
porque despertar
me aterra.

   Aunque debería escribir,
porque ya quebré lo que
era.

   Tal vez hoy escriba,
para recobrar a presente
poco a poco
mis piezas.

   Sí, hoy escribo,
porque no llegué hasta aquí
para desmembrar
mis anhelos
con el primer colibrí
que, aunque nuevo, me vuela.

   Y, despierta mi pluma,
quizá pueda
avanzar ya sin miedo
y completa.

domingo, 6 de agosto de 2017

Como a luna llena.


   De pronto,
el alma se la lleva el viento,
como a las hojas secas del
otoño
que no existe aquí.

   Y volaría, dorada,
como una de ellas
hasta tu lecho de madrugada...
a mirarte respirar pausado.

   Acostarnos al mismo son,
uno en el futuro,
y el otro en el pasado.

   Ahora que lo siento
me doy cuenta. Que no florecí
estos 3 inviernos.

   Y por vez primera
desde que el sol se escondió
hace tanto,
y volví a forzar mi batir
cegador,
siento que siento.

   Que te siento,
aunque no lo sientas.

   Y no sé si lo sientes,
no quiero saberlo aún.

   Suspirarte con placer
en mi almohada,
ahora,
a millares de pasos
y perfecta mi soledad,
es suficiente.

   Para soñar,
después,
que me aúllas como
a luna llena.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Creación en alarma.


   Dónde está
la libertad de la soledad
afuera,
en las ciudades
en que el mísero y el abundante
recorren la misma acera,
perfumada la atmósfera
de normalización.

   Cómo despertar la
intimidad creadora
estando un cuarto de la
sensibilidad
orientada a la seguridad
de lo íntegro de
uno.

   Será quizás, ésta,
en los países nuevos,
una actitud
reservada,
de espacios cercados.

   O será cuestión,
tal vez,
de encontrar una semilla-alarma
en el fuero interno
que viva despierta
a la par que
se crea.

   En todo caso,
envuelta de este contexto
desconocido,
se me presenta la necesidad
de una dinámica que,
distinta,
me permita establecer la sede donde
componga mis sensibilidades
otra vez.

   Y desarrollar allí
la visión distinta
de las gentes
cuyos países, apenas recién,
acaban de
despertar.