martes, 8 de agosto de 2017

Sentir con casi 23.


   Me arrastra apacible
aunque algo triste
esa canción, al ojo en el cielo,
y allí, en el mismo,
desprendo acuoso
todo mi miedo.

   Todas mis preguntas.

   Todas las racionalidades
que no hacen más que impedir
que sienta,
como cuando tenía 15 años,
pero grande, como si tuviera casi 23.

   Y me pregunto
asustada, si esto es una prueba,
o si es una recompensa;
o si no es nada más que
"siente en la piel ahora".

   Quiero dejarme embadurnar,
dejar que se me haga trizas el pecho
y las noches,
y los miedos,
y temo hacer trizas demasiado.

   O todo.

   Temo no haber aprendido.

   Temo que esto
no sea más que otro golpe nuevo.

   Temo perder la cabeza en la
enmarañada red de lógica que creé para
salvarme, y que sirvió.

   Y que ésta me ahogue cuando trato
de ser libre e ingenua en esta revolución mía...

   Temo como si hubiera estado viva,
porque sé lo que duele morir.

   Con nada más que repetir
esta canción hasta ensordecer,
trato de hacerme un poquito dueña
del tiempo que pasa,
y pasar una eternidad
en muy poco tiempo.

   Sola, con el pecho en ebullición,
en colapso,
con el big bang que hace años no me sacudía
y creaba todo este universo que,
ahora,
me aterra.

   Con tal impecable lista de errores
no acierto a entender que tenga otra
oportunidad de tener la creación
en mi pecho,
de morir a cada segundo, envuelta en esta
danza de estrellas.

   Y busco, casi desesperada,
a esa niña que sentía sin miedo,
sin futuro, sin culpa,
sin más anhelo que sentir,
como si este tornado fuera sólo suyo.

   Como si el origen no importara,
como si no hubiera un dios creador.

   Vuelvo a tener 15 años,
pero con casi 23.


No hay comentarios:

Publicar un comentario