miércoles, 30 de agosto de 2017

Acompañando mudas de piel.


   Siempre me quedo mirando
tu aromática,
incluso cuando no está.

   Anoche hubo más tormenta
dentro,
que la que cayó en la ciudad realmente.

   Dentro de dos miradas verdosas
cuyos interrogantes se movían
más rápido que las lenguas.

   Podría haberse derrumbado todo,
que no era más que
cinco jornadas de intensidad.

   Pero bombardeaste tus muros,
y pudo llover
y calmar mi esfuerzo quemado.

   Y gran parte del temor
quedó sepultado bajo
el encuentro.

   Me hace inmensamente feliz
tener un compañero
en esta muda de piel.

   Tener la oportunidad
de volver a
aprender.

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