lunes, 19 de marzo de 2018

SER


 A dos tiernos días de la primavera
giro y giro como nunca giré siquiera en
mis clases de ballet,
y no puedo entender que los valles estén aún
con mantos blancos.

   Regreso sin otra cabeza que el corazón
a aquellos terrenos donde perdí;
el amor, la libertad, la seguridad, la esperanza,
la razón...

   No me reconozco, a la vez que
no hago más que verme a cada momento
con mayor claridad.

   Reconozco que estuve escondiendo mi
infierno a todos, a mí incluso. ¡perdí
así mi cielo!
y me puso la vida justo en el sitio
que yo siempre observé, pero sin enseñarme
a dejar de ser observadora.

   ¿Cuándo me volví milimetrada como reloj
cuando yo siempre fui un arroyo?

   Ahora la vida son mil preguntas
mientras me voy viendo envuelta por olas
y dejo atrás todos los manuales
que pretendí que me sirvieran.

   Quiero dejar de perseguir, y ser.