miércoles, 31 de enero de 2018

Adelantar cuaderno.


   Es curioso,
porque hoy salí a jugar toda la mañana
y tenía 10 años,
y cuando volví a casa
a mi clase pintura, casi no podía volver.

   Cuando pude, estaba tranquila,
casi feliz. Casi feliz, porque la felicidad
no es un estar, sino un ser.

   Y me sentí tan, tan en paz, que derribé
el muro virtual que había impuesto,
y acepté, después,
que todo estaba bien con otro pasado.

   Aún así, inconscientemente, te seguí
buscando, como cada día.
Lo sé porque me doy cuenta de ello
casi a la par que ocurre.

   Pero hoy estoy tranquila,
casi feliz.Y supe que un día, quizá menos
lejano del que creo,
dejaría de buscarte.

   Y un tiempo después,
cuando descubra esta buena nueva,
con miedo,
pero quizás más alegría,
correría a llamarte para decirte:

   "¡Hola! no sé si me recuerdas. Ya soy libre,
ya no te necesito. Por eso puedo hablarte.
Quizás te gustaría adelantar cuaderno. A mi sí."

viernes, 26 de enero de 2018

Vocecita de hada.


   Se pasea por la atmósfera
de mis entrañas, liviana.

   Traducida en una balanza 
perfectamente equilibrada.

   Caigo en la tormenta
cuando queda descuidada;
en un ramaje oscuro,
en una senda olvidada.

   Aprendo a quedarme quietita,
como una niña silenciosa
capaz de admirar embobada
lo excepcional de cada cosa.

   Perlas de cristal en el pétalo
de una rosa, en la mañana.

   Más sencillo aún,
una casa ordenada.

   Ser capaz de apreciar simplemente
la caída eterna y preciosa
de un granito de arena 
no es tiempo que se escapa.

   Sino que escapas tú
al son de una mar serena.

   Hasta que al fin logras
oír tu voz anhelada:
tu vocecita de hada.

miércoles, 24 de enero de 2018

En quirófano.


   Hoy fue el primero de todo un ciclo lunar
de jornadas,
y me despedí esta mañana de 
mil significancias.

   Qué sorpresa ver 
que así había sido también tu mañana,
pero manifiesta en la nube, 

¡con destinatario y remitente! 
Qué detalle.

Encarnó el enojo de mi estómago,
escondido éste bajo la comprensión que, siempre,
me mantiene a 2 centímetros de 
mi piel.


   Quise ponerle nombre,
incluso jugar con el antónimo que le puse
a la verdad sin tamizar de tu sueño.

   Darle un nombre que no fuera el que
te ampara, pues no eres destino 
del proyectil de mi ira,
sino que mi enemigo adoptó tu forma;
tal como yo me temía.

Pero así estoy, 
al fin,
con la cólera en la garganta, y 
escupiendo su veneno.

martes, 23 de enero de 2018

En contra de la ley.


   Siento con frecuencia que debo
escribir acertijos
para que mi cabeza cansada
deje ya de perseguirme con
la toga y el martillo.

   Cada hada que querría hacer
tinta virtual, y cuya perpetuidad anhelo,
se ve amenazada por la ley.

   Y me rehúye, como pirata condenado,
cada posible aliento de musa
con que transformar lo feérico en frases
cantantes.

  En coros que susurran en las cabezas
de quienes me hojean.

   A esa ley, tal vez, le atenace el miedo
a liquidar el entusiasmo embrión,
a despachar sin asomo de piedad el más pequeño
suspiro que, mi cuerpo cansado,
pudiera sostener en la danza de polvo en que
se encuentra suspendido.

   Cuánto alboroto sólo por poesía.

domingo, 21 de enero de 2018

A escondidas.


   Estoy delante,
otra vez, de esta falsa carta
sin construir, a escondidas.

   Porque pretendo dejar salir esa
mitad que me corroe y se diluye con su
espejo, sin que descubra ésta su destierro.

   Un meta espejo, que se va reflejando
infinito, y no me permite discernirte,
peligrando la pureza.

  No puedo alargar mi
brazo y aludirte de forma
manifiesta.

   No aún, que todavía está
la porción sana torcida,
mezclada a una mitad tan peligrosa.

                       *

   En cada aguacate que fragmento,
así como el humor que profeso,
están mezcladas esas dos mitades,
y te extraño con cuidado, y bien atenta;
en ocasiones no distingo por cual de ellas
es que prospera mi llanto...
pero un instante, cuando ella esté distraída
escribiré en la hoja en blanco
"Tranquilo, no te arrojé,
te tengo escondido en mi arboleda".

martes, 16 de enero de 2018

Microrrelato de cuna.


D:  Bueno, pues cuando te vayas a dormir,
imagíname del lado izquierdo
(es decir, el lado de afuera de tu cama),
o sea, mi lado, con los brazos abiertitos,
y te arrunchas y te consiento la cara suaaave,
muy suave, por las sienes, el cabello,
tus pómulos, los morritos que pones,
tu mandíbula, tus ojos, en el entrecejo,
hasta que te vas quedando dormidito.

                       (Silencio)

M:  Mmmm ¿y cuando este quedándome dormidito...?

D:  ¿Continúo?

M:  Por favor y gracias.

D:  Cuando te estés quedando dormidito,
te moveré y te dejaré de lado mirando a la pared,
(porque mi brazo ya se habrá quedado dormido de
tanto apoyarse tu peso en él), y te haré caricitas por la
espalda con los dedos como garras, hasta que
ya, definitivamente, te duermes. En ese momento,
paro, te abrazo, y espero al sueño con la frente apoyada
entre tus omóplatos y los ojos cerrados.

D:   ¿Te gustó?

M:  Lo amé.

D:   Si te sirve para dormir feliz, úsalo.
Lo he escrito para ello.

viernes, 12 de enero de 2018

Ansi-Edad


   Es una cabeza fuera
de sí, y fuera de no.

   Fuera,
en definitiva.

   Es un corazón lejano
que casi puedes ver de lejos.

   Cómo palpita.

   Es el temblor de mis
extremi-edades.

   Que apenas
caminan.

   Es neblina cerebral;
Es una cortina.

   Es flotar medio llena,
o medio vacía.

lunes, 8 de enero de 2018

Todo amaina.


   Yo sé
la teoría.

   Yo sé que todo 
amaina.

   Pero en la calma,
¿cuál es la acción que
debería
culminar un mar 
que brama?

   Cómo acostumbrarse,
tras una larga 
temporada,
a otro oleaje.

   Percibir la
nueva etapa
sin soltar el equipaje;
sin soltarnos.

   El silencio es muy
pesado.

   Y cuando trato
de aferrarme al mástil,
veo que no hay
barco.

   Mi tierra dejó de ser
fértil. Y no tengo 
un manual de
jardinería.
 
   Repito, yo me 
sé la teoría.

   Pero no sé ejercer
en lo práctico.