domingo, 4 de junio de 2017
Mi jardín secreto.
Esta mañana
me guardé una pluma blanca
y olvidé
que la tenía.
Como si hubiese olvidado
mis alas;
como cada día.
Frecuentemente olvido
que hay dientes de león
que crecieron en mis adentros
con heridas.
Son esas cicatrices,
invisibles,
las que cada tanto
me inspiran.
Algunas todavía sangran,
y otras no son más que raíces
que atraviesan la piel del alma en forma
de fugaz recuerdo triste,
que viene
y se va cuando termina.
Pero estoy contenta
porque tengo la azada y el rastrillo,
una pala y carretilla.
¡Incluso he adquirido un
libro de jardinería!
Pero creo que va a ser
más complicado,
porque viene con todas las hojas
vacías.
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