jueves, 16 de febrero de 2017

Tener claro, sino lo que sí, lo que no quiero.

   Me niego a cohexistir con dos desórdenes en mi vida,
con la ropa por lo suelos
y las ideas ambulantes en el viento de mi cabeza.
   Me niego a salpicar de muerte mi alimento,
ya sea con chorizo en las lentejas
o con la esclavitud de las abejas disuelta en mi taza de té.
   Me niego a consumirme en la virtualidad,
con la mirada perdida del vivir real
y con el cuello dolorido de mirar sólo hacia abajo.
   Me niego a resignarme por miedo a morir de hambre,
sólo porque este país le dé la espalda
a un oficio igual de honrado como es ser artista.
   Me niego a no sentirme libre
de caminar sola por las luces de la ciudad nocturna
por haber nacido con vagina.
   Me niego a vivir ignorante,
aún cuando pudiera ser más feliz,
si un niño tiene que caminar 6 kilómetros para ir a la escuela.
   Me niego a culpar a los otros
de arruinarme los días
cuando el poder de transformarlos está en mis manos.
   Me niego a ser inconsciente
de que la educación no termina nunca,
si no que a partir de un momento dado nos toca auto-educarnos.
   Me niego quererme menos
en pos de amar más a otros,
sintiéndome pequeña cuando la soledad me asola.
   Me niego a no ser de barro,
para poder modelarme
a lo largo de mi recorrido en esta vida.
   Me niego a amar a medias
aunque pueda morir en el intento,
aunque coser el corazón si sale mal duela infiernos.
   Me niego no cambiarle la vida a los demás
así como permito que me influyan las personas
y ser así la mujer más rica.
 
   Me niego a vivir
sin aceptar las consecuencias.
Porque no hacerlo, es vivir a medias.

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