El escenario es un jardín privado,
de un gran palacio de artes. El momento
la noche; los protagonistas,
los dos.
Es esa primera noche, en realidad,
en la que tú me mostraste un pasado
muy fuera de lo común,
y mi cara fue la máscara del arlequino
casi muda, y abierta de sorpresa,
hasta llegar a aquél jardín.
Una gran charla prosperó
en el escenario descrito, donde yo entendí
que contigo la balanza funcionaba
en los dos sentidos:
y el fondo del abismo. De uno, del otro,
de los dos.
A veces es por eso que lloro,
tras varios días de latido intranquilo.
Hoy me toca aprender a escuchar
mi propio abismo,
en soledad. Quizá me duela
no saber cuándo
volveré a poder compartirlo.
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