sábado, 30 de diciembre de 2017

Lontananza remota o "Chispa".


   Afilados, me persiguen.

   Entre las fibras de mi
cabellera, medio fuego, medio tierra,
y yo me escabullo por entre
todos los rincones y sombras que
de mí conozco
mucho más que tú.

   Reconozco, cuanto más pasos doy
en la distancia,
el tamaño real de la estructura del
conocimiento que
sobre mí posees, y del mío
acerca de tu totalidad.

   Me golpea levemente
el viento en el rostro, a gran velocidad
nuestras partes; momento que
debí utilizar para buscar el
porcentaje que yo, a su vez,
te pedí minutos antes.

   Repentina evocación.

   Sigo huyendo, haciendo uso de todos
los trucos de gato que,
con los años,
fui adquiriendo, y me deslizo entre las
sombras, generando aquello que tú llamas
silencio.

   Me manché un poco en este,
mi confín,
cuando por fin liberé la mano...
cuando por fin liberé la venda,
tendida ahora en
en la mano del viento.

   Debido a la lejanía en tiempo
reluce al sol de invierno todo el deterioro
y todas las pequeñas grietas que dejé
que se formaran sin reparo;
yo, tonta, escondí hasta el más mínimo
sangrado.

   Supervivencia lo llamé después.

   Nada de momento es firme
bajo mis pies ni detrás de mis manos;
todo lo dejo caer y lo miro caer,
y lo observo estrellarse cada noche
para despertarme otro día
encontrándolo entero de nuevo. Pero menos fuerte.

   Quizá mas tarde nos encontremos
y no me reconozcas. Quizá ni siquiera yo
me reconozca... y creo que eso
me haría la persona más
feliz; quizá
puedas quererme de todas formas.

   Sospecho la probabilidad de
este hecho, y
una parte de mí se burla de la incoherencia
mientras otra hierve de anhelo.
   Ambas saben, ya no estoy para
juegos.

   Todo a mi alrededor va a arder.

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