miércoles, 10 de mayo de 2017

Ser, estar, parecer.


   Hoy,
justo que pensaba
que sólo quedaban lágrimas secas,
me llovió entera
la naturaleza.

   Con guiños brillantes
por suerte lejanos.

   Después de vagar;
un Madrid y un yo
proporcionales
a la soledad que me arropa
y a mi valentía desnuda.

   Casi pude congelar el presente
y por un rato, hubo silencio.

   Descubrí un jardín secreto
en medio de una ciudad envenenada;
un oasis
a la vista de todos
y en las miras de nadie.

   Y sin embargo entre tanta maternidad
me asusté, como hiciera antaño.

   Me concedí
el baile del silencio
tan difícil de recuperar
en esta era
de orgía virtual.

   Había olvidado
lo que era bailar.

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