Demasiadas nieves han pasado
desde la última vez
que respiré de esta forma.
En mi pecho se despierta
la hiedra,
que no me deja ver más allá
del espacio que caminas,
secreto.
Esta piedra me suena.
Pero la vez anterior
creí no tropezar por ideales
tradicionales
que aún hoy perduran
en la memoria de mi
filtro de acción emotivo.
Los muebles de
mi cabeza dicen
discrepo.
Se cansaron de la
opresión en el esternón,
de los lazos asustados,
de un "comer perdices" desesperado
en el que hace ya tiempo
dejé de creer.
La paciencia está fatigada
y se enfada deprisa,
Y aún así, me evaporo un poco
y trato de seguir después;
hasta que no esté agotada del todo
no cambiaré de parecer.
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