lunes, 29 de mayo de 2017

El ruido.


   Romperse
para estar limpia.

   Gozar de la flexibilidad en la que,
al encontrar una tuerca sucia,
no haya problema
en desarmarlo.

   Todo.

   Pero cuando hay ruido
¡atento!
algo está siendo ignorado.

   Solamente hay gran silencio
cuando todo está dicho
y todo está escuchado.

   El ruido se disfraza
de nuevos idiomas,
esquivo,
hasta que seamos atletas de élite
en su carrera.

   Porque nacimos occidentales,
con una expresión interior
basada en jeroglíficos dorados.

   Yo me pido
Cleopatra.

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