martes, 7 de marzo de 2017

Alicia es del país de tus martillazos.

 
   Querría convertirte en poesía
para acallar
todo lo que quiero gritarte
y que se me atraganta
como el hueso de una aceituna.

   Pero no despido
más que injurias
de dolores mezclados
y me cuesta ser clara
en esta papilla de lamentos.

   Querría que sufrieras
en tus días
el dolor mismo que causas,
y por ti mismo producido
para que de este modo entendieras...

   Que hay más
de un odio escondido
en las dobleces de la falsa piel
de algunos
cuya naturaleza humana
les hace mantenerte como herramienta.

   Pero seamos realistas,
si no te ha logrado cambiar nadie ya,
si no te ha cambiado el amor,
entonces nada hay de ti
que quiera mantener cuando me vaya.

   Ni siquiera tu herramienta
no seré hipócrita,
la vida es muy corta
como para vivir en mentiras
ya sea la tuya o la mía.

   Tan sólo me apena
tener que centrarme en que tus golpes
duelan sólo como un golpe de almohada,
con lo fácil
que es hacer las cosas más fáciles.

   Que haga uso de la máscara
en tu presencia
no será más que un acto de supervivencia,
y no excusaré mi nula veracidad contigo.
Yo ya tengo suficientes dragones
que enfrentar.

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