Y con éste frío, ¿cómo esperabas que pudiera ser más dulce? Bueno, a veces río... quizás te valga, pues mi sonrisa bien que reluce.
Cuando eras crío, me contaron, gritaste al ver a tu abuela ¡mira cómo luce!, mientras bailaba con brío, como a quien el peso de los años no seduce.
Advertiste también allí un trío de mariposas blancas, que revoloteaban sobre las lavandas en un cruce. Y caíste al río, por permanecer embaucado. Sí, me di cuenta; la belleza te abduce...
Un escalofrío. Lo vi reflejado en tu piel al erizarse el vello. Recordarlo es lo que te lo produce.
Tu mirar fue entonces sombrío. Y yo entiendo que él calle, pero sé que ya deduce que cuando sonrío es porque algo de lo más profundo de su ser trasluce.
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