miércoles, 25 de enero de 2017

Retazos de un día.

   Volviendo para casa me aseguré de que esta noche tendría espacio para estar a solas conmigo.
   Vagar, vagar, vagar...sólo por vagar...

   Sé que me vio y me miró, y yo la llame Vetusta. Nunca había visto una tortuga tan grande.
   Fue un momento de paz.

   Ya desde el despertar he sentido la locomotora a todo trapo taladrando mi cabeza.
   Actividad mental vertiginosa, desesperante, sin cese...

   La emoción en el intelectualizar el teatro.
   Bretch abriéndome la cabeza como la marihuana los pulmones.

   La decisión fue tomada a conciencia. Y ninguna era una buena opción.
   Fui valiente.

   No he cedido a la exigencia severa mía, y he sabido permitirme el placer sin remordimientos.
   Tanto por un trocito de jamón.

   Pero, esta discusión entre cerebro y corazón es comedida, violenta y silenciosa,
   y mientras yo observo. Como si fuera ajena a todo esto que es mío.

   Un día más de retazos que quedan en la memoria.

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