jueves, 19 de enero de 2017

Títeres.


Cada vez más comprendo que este oficio trata de cederse a uno mismo como títere de la inspiración.
El nivel de relajación es directamente proporcional a la facilidad con la que el arte emana. En la escritura, en el teatro, en cualquier disciplina artística y artesanal.
Y si hay demonios, que los hay, juguemos con ellos. Las más emocionantes obras de arte de seguro no han sido más que la espontánea expulsión de una emoción, devoradora y venenosa, del cuerpo a un lienzo, a un instrumento, a la voz, a la danza...
La aceptación de los propios demonios para un artista significa el aflorar seguro de un arte emotivo y vivo. Es nuestro enemigo, y a la par mantiene con vida nuestro arte, y con él a nosotros.
¿Acaso no parece coincidencia que aquellos artistas, los más brillantes de la humanidad, hayan pasado por la vida de forma atormentada y pasional?


Reflexión Somera
19.01.2017

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