Mi pequeño felino.
Ya no sé qué ocurre más allá de tus bigotes
y no encuentro respuesta a tu queja constante.
Tu mirar de mar caribeño,
tu calma.
¿Dónde está todo eso?
Te juro que no sólo es mi sensibilidad acentuada,
sé que estoy a un límite crítico.
Pero mi latido, y mis nervios desafinados no tienen defensas a tus lamentos.
Estoy triste, muy triste.
Y siento que se me va la cabeza porque no entiendo,
y me dicen que soy yo.
No es cuestión de orgullo ni de culpas.
Hay algo que sucede.
Y no estamos bien ni tú, ni yo.
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