lunes, 30 de enero de 2017

El león hambriento.


Es una de las formas en que me veo en relación con los demás: la distancia media entre ella y todos.
Es obvio, pero suelo tener ceguera respecto la extrapolación de mi violencia huracanada interna.
Aun así, estoy notando que el león hambriento comienza a confiar en su domador.
<<Pronto te daré de comer>>

Comprendo, sin embargo,
que el observador se agite ante la desesperante liberación de gran cantidad de energía mal canalizada.
Pero también le sugiero entender que convivir en el mismo cuerpo con tanta intensidad de emoción no es nada fácil.

Siento riendas en mi pecho y la distinción de la alarma en mi mandíbula.
La velocidad es vertiginosa, pero le estoy tomando gusto al estremecimiento en mi esternón.
Estoy segura de que el pajarillo que salta del nido aprendiendo a volar siente exactamente lo mismo.
La emoción de superarse.

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