miércoles, 4 de junio de 2025

La de antes


     Siempre hay ruido.
Siempre.

     Donde quiera que vaya, 
abruman con su constante griterío.

     Cuanto más ruido haya,
más fuerte es su poderío.

     Y cuando un silencio blanco atenaza,
entonces callan,
temerosas de que las haya oído.


     Son cobardes, son arrogantes.

     Escupen su veneno creyendo que es 
ayuda,
y no es más que su ego (mi ego)
que con desprecio tortura.


     ¡Hola!, ¿no nos veis acaso?
¿No entendéis que somos dupla?

     Si yo pudiera explicaros
que lo colateral son ustedes, y de ustedes
también la culpa...

     Tengo esta hoja en blanco
y en su superficie, del boli la punta.

     Escribo, escribo, escribo, 
en su busca. 


     Se esconden, ¡De nuevo, cobardes!
sólo quiero un diálogo.

     Sólo quiero ser la de antes.

     Pero las voces más oscuras 
se esconden hasta en ruidos más
insignificantes.

jueves, 29 de mayo de 2025

Escalada de frío.

 

    Es como una helada, pero...
hace 35 grados fuera.

     De pronto, en la sombra de la 
persiana bajada, 
lo contrario de la quema dibuja
un millar de minúsculos volcanes
que se erigen en mi piel.

     Desde el sacro hasta mi coronilla
una ráfaga de hielo, fugaz, 
me recoloca la columna,
irguiéndola. Por un segundo
fui bailarina.


     ¿Cómo es posible?
Empapada en sudor, miro mi fino abrigo.

     

martes, 27 de mayo de 2025

El cuaderno pequeño.

 

     Tengo un cuaderno pequeño.
Pequeño como un niño.
Pequeño como el almohadón de una
casa de muñecas.

     Bueno, tal vez no tanto.

     Tengo un cuaderno pequeño,
Que alberga mis historias,
que cuenta los pétalos de las margaritas
quietas.

     Bueno, de vez en cuando.

     Tengo un cuaderno pequeño,
tan leve, que aunque lo lleve
a mis espaldas no noto el peso de mis poemas 
a cuestas.

     Bueno, tiene su encanto...



     Escribiré en él mis futuros luceros,
tiempos enteros 
de flores prensadas, prestadas,
con flote ligero por la misma tierra
que alberga mis miradas. 


     Habrá garabatos del gato y su estela.
Suaves como seda
sus nobles pisadas, gastadas,
como velas de gente que se entierra.
     Y labios de fisuras cerradas.



     Trazaré en tinta imborrable
lo imaginable.

    Trazaré mi nombre, sobre todo,
para ser inolvidable.

martes, 11 de febrero de 2025

Pausa.

      Estoy descansando en mis orillas
como quien estuvo nadando toda la noche.
En aguas gélidas.

     Que queman. 
     Que abras(z)an.

     Despierto en la isla desierta de la lucidez,
desterrada a propósito, siendo ese mi propósito:
mi destierro.

     Mi destierro del mar bravo 
de la incertidumbre, de los grandes frentes.

     Buscando un descanso.
     Una madera flotando
en medio de este monzón. 

     Siento en mis músculos el dolor
del desbordamiento.

     Siento en el cuerpo la incapacidad
de dar cabida a tantísimo sentimiento.

     Y se va llenando, mi mente, cual pecera,
hasta que la claridad se difumina.
Ya no puedo verte, amor.

     No puedo verme ni a mi misma.
     Esta tormenta me obliga a abismar.

     Descubro las fuerzas internas 
una vez pasó la ráfaga helada y, sin saber cuándo ni cómo,
ya accioné. 

     Odio estas tormentas,
como odio las reglas de esta vida;
como odio las características de mi personaje.

     Busco la paz. 

     Creo que morí, y estoy en un largo pasillo
con una luz al final.

     Espero que esta vez, en lugar de en ser humano,
reencarne en flor.

lunes, 3 de febrero de 2025

En guerra

     Hoy hay una voz de mi que es ancestral.
Quiero decir: no es mi alma desprovista de ego la que maldice
en mis adentros; la que me maldice. 

     Es la voz que una vez tomó las riendas cuando yo estaba incapacitada,
y me arrastró mientras ella cabalgaba, y yo permanecía
atada al corcel.

     Esa voz, que me convenció en varias ocasiones 
de que era mejor finalizar el juego...
a veces todavía se asoma con esa perorata.

     No quiere soltar las riendas. 

     No quiere soltarlas, y ya es hora. Me obliga a la guerra interna.
     ¿Ella sí merece paciencia y que le hablen bien... 
cuando ella me pisó la cabeza contra la grava si
protestaba? 

     Decidió no correr riesgos. Decidió no sacarme del tormento.
y ahora... ahora pide respeto cuando sigue escupiendo en 
mis decisiones. Cuando critica cada pequeño paso. 

     Es la guerra, pero yo no voy a ceder sola. 
Tiene que ceder conmigo. 

miércoles, 29 de enero de 2025

El almuerzo

    

     Brilla, vermello, esbelto como el sol.
     Una fina piel, que resiste si no hay filo. 
     Una carne húmeda, y su esencia repartida
en su interior. Simétrica.

     Después, unas mil semillitas color corteza de roble,
circulares, con la tripita abultada.
     Sumergidas en agua de mar, que minuto a 
minuto se eleva en otro estado. 

     Del color de la fruta con su nombre, y de cuerpo
prolongado en el espacio, se ve fragmentado en círculos 
estrechos, y es añadido junto a casillas tridimensionales
de manzanas de tierra.

     Finísimos y millones de punto blancos, el relleno de
un reloj de arena, añadidos a la ebullición de mar.
     Incorporada también la polvareda de humo color
crepuscular.

     Una vez todo junto, sólo falta que el tiempo
haga su tarea.

     Al final de la encomienda, solo pones cuchara y servilleta
y te sientas a la mesa. 

     Buen provecho. 

martes, 28 de enero de 2025

Nubes pensamiento

      Me cuesta respirar despacito.

Darle tiempo al tiempo. 

Trabajar como una hormiga sin mirar hacia el cielo.

     Es el cielo el lienzo y las nubes, pensamientos.

Se deshacen y rehacen sin ser lo mismo de nuevo.

Y yo clavo, testaruda, una estaca en el suelo

donde izo la bandera de la idea en que me esmero

en detallarte, y te pido callarte. Lo siento.

     Las ideas se me escurren; si hablo, no tengo tiempo

que perder, porque me pierdo,

se me pierden los conceptos al final de cada rama

de la que, sin pensar, me cuelgo.

      Entonces pienso, ¿pero yo pienso lo que pienso?

¿El mindfullnes no será acaso de este caos mi remedio? 

no te culpo si tu paciencia se consume,

no te culpo si al escucharme te da sueño.

     Acaso quisiera, como lume, prender en 

mi memoria un señuelo que despierte

 a las neuronas que dormitan,

que se olvidan de que mi cerebro habitan

y, entonces, no cumplen su función.

     Entrenar mi mente con sudokus será mi ambición.

     Estudiar un idioma y desgarrar mi mente

obligándola a estar presente.

     Despertar a diario su ilusión por aprender

cosas nuevas, y deleitarme en la

acción. Y llevarme una porción, aunque tarde,

del premio concedido.

 

No hay nada más que quiera dar por añadido.

domingo, 26 de enero de 2025

Breve velada

     Dame la vela. 

     La estuve buscando hace tanto tiempo... Recorriendo bosques negros,
empantanando mis zapatos al cruzar los raudales de lágrimas
de una adolescente fuera de tiempo.

     La vela me va a dar luz.

     Va a iluminar el trayecto que ha seguido esa muchacha;
va a darle perspectiva a mi extraña antigüedad. 
Me va a mirar extrañada mi juventud, la extraviada.

     Esa vela me va a calentar.

     Pues no hago más que soplar mis manos, generando esa chispa entre rocas,
la que nos dio la vida por primera vez. Busco
mi propio aliento tibio.

     Bendita vela que quema.

     Con la cera caliente, me recuerda <<eres de carne, te circula la sangre,
está vivo este cuerpo de huesos abrazados>>. Y me enfrento al miedo
que le tengo a mi propio miedo.

     Permanece, vela.

     Sin más combustible que el oxígeno que yo también consumo. Juro
volverme planta si no queda suficiente para las dos.
Lo juro solemnemente. 

     Se acaba tu pabilo. 

     Pero no tu cuerpo fundido. Saco por mi garganta nuevas mechas que recubro
con tu piel. Me volví planta para cohabitar las dos. Salí de la cueva
para respirar juntas.
     Respiro como soy. Y el viento te apaga.

     Falta Luz.



     *Sonido de cerilla encendiéndose*

sábado, 25 de enero de 2025

La mancha de Murrú

     ¿Sabes? Por fin. Por fin lavé la funda nórdica.
Y las sábanas, y las mantas...

     Estaba haciendo la cama cuando me faltó algo,
sentí que algo me faltaba.

     Borrada, por el poder del oxigeno del futuro,
tu mancha no estaba más. 
     Y me quedé mirando, confundida, la esquina 
en que debiera encontrarse.
     Seguí mirando, sin entender. 

     Tu mancha, ¿a dónde fue tu mancha?

     ¿Recuerdas? te sacaron un dientecito,
y tú babeabas, grogui aún
por la anestesia... 
     Al día siguiente, en un burruño de mantas, justo en
esa esquina,
quedó sellado (yo creí que para siempre)
tu sueño profundo.

     Tu mancha ya no está más.

     Aunque tú sí estás.

     Pero un día no estarás.

     ¿Qué haré entonces? me pregunto. Me pregunto
qué haré cuando me faltes y me falte tu mancha
también. 

     Me pregunto si agarraré un rotulador rojo
y dibujaré lo que fue, lo que fuiste. Tu
regalo. o si lavaré de nuevo la funda nórdica.

     Me pregunto quién seré yo cuando tú ya 
no estés (aunque no haya sido por acto divino).
     ¿Seguiré siendo amable?
     ¿Seré, tal vez, más amable aún?

     ¿Seguirás siendo igual de dulce aunque yo no esté?
     ¿Me olvidarás?
     Ojalá puedas olvidarme... ojalá puedas enamorarte
de otra mamá, y tener un final tan tierno
como la vida que yo quise darte y
no pude.

     Tu mancha ya no está, anunciando
tu inminente falta.

     Y tú todavía estás, y me recuerdas que todo esto está
en mi cabeza.
     'Mamá, pon los pies en la tierra'.

     Hijito, ¿ya tiene hambre?