domingo, 19 de febrero de 2012

Tras la esquina.

Lo único que se oía era el susurro de la negra gabardina. Arleen tenía prisa. Mucha prisa.
 - ¡Joder!
Aceleró el paso.
En nada su vida se había transformado... ¿o había sido así desde siempre?
Creía tener recuerdos felices, los de su infancia. Cerró los ojos con fuerza intentando recordar.  Apenas recordaba el color de los ojos de su madre o la voz de su padre y... Dimitri. Dimitri era lo único que podía recordar. Era capaz de revivir incluso su olor, el tacto de su piel...
Una lágrima se deslizó por su mejilla. Es cierto que no recordaba rostros o lugares, pero si sensaciones, emociones. Sobre todo las que más le habían afectado. La muerte de su padre. La boda de su madre con su padrastro. Todo había ido mal, hasta que, con la boda de su madre con Eric, su padrastro, apareció él. Dimitri. Cuánto bien y cuánto mal le había hecho.

Oyó los pasos que se acercaban. Miró hacia atrás rápidamente y aceleró aún más el paso.
¿Por qué? Nada es como los cuentos de hadas, eso es obvio, pero ni se le asemeja. Todo tiene que estar siempre relacionado, enmarañado como un ovillo de lana mal enrollado.
 - El mundo es un puñetero pañuelo... - pensó Arleen.
Volvió a concentrarse intentando recordar a la par que se daba prisa al andar. Empezó a llover.
 - ¡Lo que me faltaba!
Se esforzó tanto que un violento recuerdo le azotó la mente, como una bofetada. Perdió fuerzas y se cayó al suelo. Se levantó y siguió andando por las oscuras calles de Chicago.

 "-¡Papá, no! Papá, vuelve a casa, hace frío, por favor papá. 
  -Papi tiene que irse cielo. Papi te seguirá queriendo, nunca lo olvides. Siempre voy a cuidarte. Esté donde esté.
  La lluvia azotaba nuestros rostros de la misma manera que ahora me está azotando a mi. Papá echó a correr.
  -¡Juan! ¡vuelve!
  - Mamá ¿a dónde va papá?
  - ¡Arleen! ¡Entra ahora mismo a casa!
  -Pero...
  -¡YA!
  Mamá corrió tras papá bajo la lluvia, gritando desesperadamente. Perdió un tacón en el camino. Yo cometí el error de no entrar en casa. Un error que me costó caro. Seguí a mamá bajo la lluvia, corriendo en silencio. Papá estaba ya lejos, pero estaba quieto. Subido en la barandilla del puente miró hacia arriba, abrió los brazos y se lanzó al río, donde desapareció. Grité todo lo agudo y potente que puede gritar una niña de 6 años. Mamá cayó de rodillas y gritó fuerte. Seguidamente se desplomó."

Arleen siguió andando. Oía los pasos cada vez más cerca. No paraba de jadear y el sudor y la lluvia le habían arruinado totalmente el maquillaje.
Dimitri. Él fue lo único que la hizo feliz. Sus ojos castaños, su cabello negro, sus pecas, sus cejas perfiladas, aquella sensual perilla, su espalda, sus labios, sus...
Que duro había sido todo aquello. Con 18 años no se piensa, no se sabe lo que se hace, y todo eso te lleva a cometer errores. Aquella noche que entró en su cuarto cambió su vida para siempre.


"Ella todavía no podía dormir, y como en cada uno de sus recuerdos, la lluvia azotaba su ventana. Pero ella no podía prestarle atención a aquel terrible y singular sonido porque algo más importante ocupaba su mente. 
Entonces Dimitri abrió la puerta de su cuarto con cuidado y la cerró con llave. Ella se incorporó de la cama con el corazón latiéndole a toda velocidad. A pesar de estar a oscuras los grises ojos de Arleen brillaron con intensidad. Dimitri permaneció unos instantes quieto en la puerta, para después irse acercando poco a poco. Arleen se levantó de la cama pero él ya había llegado hasta ella y le colocó su dedo índice en los labios. Se miraron a los ojos. La tensión era tan atractiva... tan apasionada. Fueron acercando sus rostros despacio, tan despacio que casi le pareció eterno. Sus labios se rozaron acariciándose, conociéndose. Pero cada vez querían conocerse más y fueron explorándose cada vez más deprisa, más profundo y con menos miedo. Las manos de Dimitri dibujaron el contorno de su cuerpo, pasearon por su espalda y sus caderas recorriéndolas con dulzura. Poco a poco esa dulzura fue convirtiéndose en en ansiedad, en impaciencia. Ella fue despojando sus cuerpos de la ropa que los cubría. Pasó su mano por el cabello que cubría la nuca de Dimitri y se aferró a él con fuerza. Dimitri la alzó con fuerza y la dejó sobre la cama con pasión. Todo iba cobrando cada vez más velocidad. Siguieron explorándose a si mismos, se unieron, gozaron, se amaron."


La lluvia seguía cubriendo a Arleen, que de tanto acelerar el paso ya estaba corriendo. Estaba totalmente mojada, hasta los huesos. El frío le estaba entumeciendo las extremidades. Paró unos minutos a coger aire. Miró hacia atrás y no vio a nadie. Lanzó un suspiro de alivio, pero no bajó la guardia. Sabía que hasta que no llegara a casa no estaría a salvo. A sus 23 años sentía como el mal absoluto luchaba por apoderarse de su ella.
Siguió corriendo y llorando. La mezcla de agua que cubría su rostro era tanta que apenas reconocía las calles por las que transitaba. De golpe pudo recordar los ojos de su madre. Unos ojos grises llenos de vergüenza y de lágrimas.

" - ¡¿Cómo?! ¿que has hecho qué y que quieres el qué?
  - mamá, me has escuchado muy bien y no pienso repetírtelo.
  - No, lo siento, pero no voy a permitirlo. No está bien ¿qué van a pensar los vecinos?
  - ¿y a mí qué lo que piensen los vecinos?
  -Hija... no lo entiendes. No puede ser.
  - ¿pero porqué no? ¡Lo amo! sólo es mi hermanastro. Salvo eso no tenemos ningún otro tipo de lazo.
  - No. y si digo no es NO.
  - ¿por qué?
  - ¡Porque no!
  - ¡joder mamá! ¡Tengo 18 años! ¡es mi vida! ¡¡Y PIENSO ESTAR CON ÉL!!
  - ¡¡No puedes!!
  - ¡¿que no..?!
  - ¡No! ¡el no es tu hermanastro, el es tu HERMANO!
  - ... ¿qué... has... dicho?
  - Lo has oído perfectamente. Te lo diré una sola vez. Una vez tuve... un pequeño desliz, 1 año antes de que tú nacieras. Fue la temporada que me había ido de viaje a Brasil. Estuve dos años sin ver a tu padre, y entre medias me quedé embarazada. No le dije nada, porque cuando volví había dejado a Dimitri en casa de su padre, sin intención de volver a verle. Pero cuando tu padre murió... Eric apareció y yo no fui capaz de rechazarle..."

-¡EH, TÚ!
Aquel grito la sacó de su ensoñación. Miró atrás aterrada y empezó a correr con todas sus fuerzas. Tiró el bolso para correr más deprisa, pero con la lluvia no podía ver, así que de poco le sirvió. El hombre siguió gritándole con violencia. Arleen se giraba cada poco para ver la distancia a la que se encontraban el uno del otro. Llego un momento en el que no pudo seguir corriendo, y no fue porque no tuviera fuerzas, pues la adrenalina la alimentaba rápidamente. Fue por encontrarse en un callejón sin salida. Se giró. Allí estaba ese hombre, desconocido, grande, fuerte. Empezó a reírse grotescamente.
 - ¿Que te pasa, putita? ¿ya no estas cachonda o qué?
Arleen temblaba sin parar. La lluvia había amainado. Apenas había luz en aquel oscuro callejón y no podía verle la cara.
 - ¿Que pasa? ¿Se te comió la lengua el gato?
Arleen no respondió. Pensaba la manera de librarse de él y escapar.
- Ya me engañaste una vez, pero no volverás a hacerlo ¡Zorra!.
Se oyó un disparo.
Arleen permaneció de pié unos instantes, y poco a poco fue bajando. Primero las rodillas y luego todo su cuerpo. Permaneció tirada en el suelo, viendo como su asesino huía.
 - Siempre... estaremos juntos, Dimitri. No lo... olvides. Siempre.
Cerró sus grises ojos. Suspiró su último suspiro. Su corazón dejó de latir... y murió.



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