lunes, 28 de julio de 2014

"Quizás sea esa, la Locura." o "Experiencias."

Leer muy rápido:
   Aparece volando ¡rápido, rápido! como la flecha de un indígena. ¡Qué diantres! como la misma flecha de Cupido. Y te atraviesa de manera violenta el pecho, como cuando te golpean la espalda tan fuerte que por un instante te quedas sin oxígeno y todo se mueve rápido y lento, y mueres, un instante. Así te atravesó dicha flecha, en el pecho. En el centro, y con violencia; violencia que te hace retroceder unos pasos. Y respiras tan agitado buscando el oxígeno que demasiado aire entra en tu cabeza y ahora vuelas, vuelas, y las cosas no son como son, se mueven como la pintura dibuja el agua cuando limpias el pincel de color rojo, blanco, violeta...
(pausa)

Leer muy lento:
   ... o como el aire del incienso sube haciendo figuras limpias, blancas y grises, la mano de una bailarina que dibuja suavidad en el aire, que expulsa luz de las yemas de sus dedos, blancas. O negras. El color de nuestra danzante cambia para ser la noche, para ser un firmamento sin estrellas, el espacio, la enormidad. Y entonces sus yemas nos inundan de tanto, tantísimo espacio que nos ahogamos en su inmensidad, perdidos completamente, y (acelera la velocidad de lectura) la crónica pasa por los lares de la inseguridad primero, después hace parada en la congoja, que más tarde toma pausa en la ansiedad, y al final, en el sofoco más angustiante que el cuerpo humano pueda soportar.
(pausa),  (ritmo normal)
   La bailarina paró su danza, y con ella, todo el mundo que había creado y te había envuelto. Quedas desconcertado... o desconcertada. Sales del teatro con la respiración agitada aún, como si acabaran de violarte de manera casi atractiva, casi dulce. Estoy enfermo, piensas.
Sí, estás enfermo del mundo, porque el mundo está enfermo. Y la bailarina sólo ha sido espejo de todo aquello que, para ser felices, no queremos ver. Pobre de ti. Pobre de mi. Pobre de la bailarina.


   ¿Quieres una Cura?:
"Esta vez encontró en la mesa una botellita («que desde luego no estaba aquí antes», dijo Alicia), y alrededor del cuello de la botella había una etiqueta de papel con la palabra «BEBEME» hermosamente impresa en grandes caracteres.
(...) Alicia se atrevió a probar el contenido, y, encontrándolo muy agradable (tenía, de hecho, una mezcla de sabores a tarta de cerezas, almíbar, piña, pavo asado, caramelo y tostadas calientes con mantequilla), se lo acabó en un santiamén."

   

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