miércoles, 12 de noviembre de 2014

Agua caliente sobre fuego cuando el fuego es hielo.

 
   Como si tuvieras la piel húmeda y de blanda textura.
   Como si tu carne sangrara deprisa. Tu inconsciencia revela más de lo que te gustaría, y seguramente la quemarías con tu fuego.
   Pero yo creo que, aunque es cierto que quemas, no es llama, sino hielo.
   Entiendo que mi ardor, que mi arrobamiento, pueda imponerte. Incomodarte. Es por la falta del mismo en tu ser. No tengas miedo a que desaparezca, porque eso mismo impedirá que disfrutes de mi permanencia.
   Sólo logré que mi ardor no te quemara cuando, en tu resignación, diluiste tu muro en lágrimas. Sólo entonces pude reconfortarte.
   Cuando está tu persona desatada de tus miedos es cuando soy capaz de amarte.
   Pero desprecio tu falsa seguridad.
   ¿Todos los días serán rebobinados? Mis ladrillos de barro no los cueces bien y tras mi lluvia, debida al dolor que tu indiferencia me produce, se deshacen...
   Te he regalado algunos pedacitos puros de mí, buscando a cambio un poco de tu confianza.
   Probablemente no será cierto, pero no daré un paso hasta que seas capaz de aceptar tu correspondencia y actuar en consecuencia.

   Cambio y corto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario