sábado, 3 de septiembre de 2016

La caja torácica.

En esta jaula de blancos barrotes, y rojas y densas cortinas, se encierran los tambores.
Tambores que anuncian qué acontece.
Tambores que son capaces de hacerte escuchar el mar en una crisálida de coral.
Tambores que pueden desvelarte cuán irrevocablemente caíste a los pies de un amor.
Tambores que entregan el calor indispensable para un infante que no posee ni una jornada de vida.
Tambores que se transforman en cuerdas que te asfixian cuando el corazón se parte.
Tambores que pueden escucharse cuando todavía nadas en la caverna materna.
Tambores cuyo silencio puede significar la muerte.

Son tambores, al fin y al cabo, de la caja de pandora.

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