sábado, 21 de noviembre de 2015

Veintiuno de Noviembre

   El viento agitaba los árboles de tal forma que las hojas parecías miles de mariposas aleteando en sus ramas. Mientras, la mañana pasaba del gris, al azul blanquecino.
   Y ese fue el principio. 
   El primer día que la cabeza le dijo al corazón - Bueno, ya está. Descansa un poco. Ahora me toca a mi.
   Y no hubo pesadillas. Sólo un yunque en el esternón que iba perdiendo fuerza a medida que la sensibilidad se abandonaba al sentido. 
   Con la puerta cerrada a la espalda y largos y fuertes suspiros, el dolor de cabeza remite y el presente está vivo.
   No estoy sola, estoy conmigo.
   

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