Recuerdo tres besos.
Tres besos, muy concretos, en mi vida; de tres personas distintas.
Que crearon una misma sensación.
Una sensación que se ha aferrado a mi memoria como hiedra.
Los tres fueron impulsados por una negación desesperada, aferrada como la misma hiedra de mi memoria, a un anhelo no posible.
Y los tres supieron igual.
Supieron a resignación, a complacencia.
A desgana.
Como quien te escupe en la boca, en lugar de fundir unos labios en otros.
Y esa sensación permanece cuando el recuerdo de esos tres besos cae como dados en el tablero de mi cabeza.
Se clava, punzante, en mi sensibilidad.
Doloroso, como si el tiempo jamás se hubiera deslizado.
Parece hasta eterno...
Pero luego hago el amor y se me olvida todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario