miércoles, 27 de mayo de 2015

Aceite de Caléndula.

   Era más de medianoche,
   y su respiración ya estaba tornándose plácida.
   Y con las sábanas hasta el cuello,
   y medio somnoliento,
   me quitó las lágrimas y aplacó mis miedos a besos.

   Pequeños, cortos,
   como rayos de luz deslizándose entre las hojas.
   Allí, me dijo que me quería,
   consciente e inconscientemente.
   ofreciéndome con ello un lienzo blanco
   en lugar de pesadillas.

   También me dio un amanecer tibio,
   mucho más dulce que otros.
   Y con su marcha ordené por fuera,
   siendo, el eco, el orden de mis órganos e ideas,
   que aún permanecen vagas.

   Mi voluntad se dejó domesticar hoy,
   y pude volver a casa...
   Pero hoy es como si el reloj no tuviese arena.
 
 

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