sábado, 26 de mayo de 2012

Si su alma es frágil...

<<El caballero para ser caballero debe poseer: una armadura, un escudo, y una lanza o espada.
¿Por qué? Por que son su protección. Él sabe que, aunque sea muy fuerte, muy veloz y muy ágil, tiene zonas débiles, y debe protegerse de todas maneras. Aquel que gana no es sólo el más fuerte, si no también el que posee la mejor protección.>>

Erase una vez que se era, una pequeña esencia tan frágil como la porcelana y tan pura como el cristal. Ese pequeño ser nació en un mundo actual, que la pisoteo, que se la llevó por delante, que no vio qué era realmente porque, como todos los seres humanos del mundo, solo miramos a nuestro objetivo, sin detenernos a observar lo que hay a nuestro alrededor.
Esa esencia intentó en un principio ser aceptada, cambió parte de su ser convirtiéndose en tan sólo agua corriente, pero no aguantó mucho, pues de lo que estaba compuesta no le permitía ser de ese modo. Intentó, pues, ser como era, pero su debilidad hacía que todo el mundo caminase por encima de ella. Dolorida, demacrada y cansada, decidió cambiar del lugar en el que acontecía su día a día, y empezó de cero siendo ella misma, pero con una armadura. Esa armadura se fue fortaleciendo y ella ganó poder, ganó bienestar y ganó solidez.
Todo fue bien, hasta que se encontró frente a otra esencia a la cual ella no tenía defensa, aunque la otra no lo supiera. Pasó el tiempo y su armadura se convirtió en un muro redondo, que la protegía de todo. Esa esencia y la otra se unieron, pues eran ambas parte la una de la otra. Entonces la esencia, a petición de la segunda, fue desaciéndose poco a poco de ese muro, hasta que lo eliminó por completo.
Hubo un tiempo en el que, cambiado otra vez el paradero de las acciones de su día a día, todo le fue bien y fue feliz. Pero eso cambió el día que la volvieron a pisotear y ella no tenía el muro. Redescubrió dolorosamente recuerdos guardados en su interior que la hicieron aterrorizarse. Decidió ser fuerte y permanecer sin el muro. Pero poco a poco... muy poco a poco, se fue consumiendo, hasta que un día, cansada, alterada, con la batería al mínimo constantemente y sin poder descansar bien, decidió que no había otra opción, y poco a poco y de nuevo, como una araña teje su telaraña, comenzó a construir un muro a su alrededor que, con el tiempo, la protegería de todo aquello que la hería. La protegería del mundo. Del universo. De todo.

FIN

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