- ¿Otra vez, corazón?
- Otra vez, querida...
- es evidente que no piensas cambiar... ¡ni madurar! por lo que se ve...
- Afirmas correctamente.
- Pero a ver, ¿qué te cuesta? Sólo es dejarme tranquila un día, ¡Un día, dios mío!, ¡que tampoco te vas a morir!
- En realidad, teniendo en cuenta las leyes de la naturaleza, la que moriría serías tú.
- Bueno, es igual, tu entiendes lo que quiero decir...
- Entiendo.
- ¿Entonces?
- ¿Entonces...?
- ¿Por qué no? Sólo te pido un día, un día en el que no me duelas, un día en el que no te sienta, ¡un día en que no exista tu latir!... Sólo quiero poder pensar con claridad, pero, joder, siempre estás ahí, metiéndote en todo, ¡Así no se puede ser objetiva!
- Lo siento...
-¿Pero...?
- Pero no puedo. Sabes que no puedo así que, por favor, deja de insistir.
- Por favor... por favor... un día, sólo un día... por favor...
- Lo siento, no puedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario